En el pueblo filipino de Ibabao, una comunidad aislada en la isla de Cebú, al sur de Manila y que cuenta con unos 5.000 residentes, las depravadas escenas de pornografía infantil retransmitidas en directo en Internet se habían convertido, para algunos, en la forma más fácil de ganar dinero, mucho más lucrativa que la pesca o el trabajo en las fábricas.
De acuerdo con el superintendente de la Policía filipina, Gilbert Sosa, la pederastia "se ha convertido en un gran problema en el país, e incluso en algunos casos están implicados los padres". La pobreza extrema en Filipinas lleva a algunos menores a prostituirse o a trabajar en los llamados "antros de cibersexo", según informa AFP

Una residente recoge cuerdas de fabricación casera, una de las principales fuentes de ingresos, aparte de la agricultura, en el pueblo de Ibabao, en la provincia filipina de Cebú, que ha sido escenario de horribles abusos sexuales de niños.
Algunos vecinos confirmaron que los clientes pagan hasta 100 dólares por sesión.
La operación que destapó el horror
La Operación Esfuerzo ('Endeavour', por su nombre en inglés), que comenzó a fraguarse en 2012 con el hallazgo de videos pedófilos en el ordenador de un pederasta británico, se llevó a cabo el día 16 de enero en 12 países y posibilitó la detención de 29 personas, 11 de ellas de nacionalidad filipina.

Esta casa, ahora abandonada, se utilizaba para abusar sexualmente de los menores mientras las imágenes eran retransmitidas en vivo por Internet a pedófilos de varios países.
Expertos internacionales y defensores de los derechos del niño subrayan que se trata de un problema mundial de rápido crecimiento que está "infectando" a muchas de las regiones más pobres de Filipinas.
De hecho, la ONG neerlandesa Tierra de Hombres estima que solo en las Filipinas "decenas de miles" de niños son víctimas de abusos sexuales a través de la industria del cibersexo, situando al país "entre los 10 mayores productores de pornografía infantil del mundo".