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© Lusaka Voz.Chamangeni Zulu
¿Eres supersticioso? ¿Evitas pasar por debajo de una escalera, se te eriza la piel si ves un gato negro y también dices 12+1 en lugar de 13? Pues ten cuidado con estas manías, no se te vayan a ir de las manos y vaya a perjudicarte seriamente a tu vida diaria. Recuerdo, por ejemplo, que el que fuera seleccionador francés de fútbol, Raymond Doménech, elegía a los jugadores en función de su horóscopo y eso, entre otras razones, le costó el puesto y las chanzas de la prensa gala. Pero peor aún le ha ido a un joven africano, que no tiene culpa de haber nacido en un continente en el que la superstición y la brujería están muy arraigadas en la sociedad.

Como decía, Chamangeni Zulu es un muchacho africano que ha sufrido en sus propias carnes -nunca mejor dicho- las consecuencias de ser extremadamente supersticioso. Un brujo le dijo que "la mejor manera de hacerse rico era sacrificar partes de mi cuerpo" y, como aspiraba a disfrutar de los pequeños placeres de la vida que proporciona el dinero, decidió hacer caso a tan peculiar consejero, en un alarde supremo de ingenuidad. Pobre Chamangeni, con esa cara de buena gente que tiene...

Chamangeni cuenta que "siguiendo las instrucciones que me habían dado, fui a un arbusto, me quité la ropa y dejé que me atacara una hiena. Empezó a comerme por los dedos de los pies y... ¡devoró mi hombría!". ¡Cómo me está doliendo! ¡Cuánta empatía me produce ahora el pobre Chamangeni!

Tras el terrible incidente, retorciéndose de dolor, nuestro triste protagonista se arrastró hasta la carretera más cercana, donde encontró socorro en un coche de policía que pasaba por allí y en el que le llevaron al Hospital General de Chipata. Fuentes del propio centro de salud confirmaron que Chamangeni ha perdido sus genitales y que evoluciona favorablemente, aunque la recuperación va lenta.

Mutilado y no por ello menos querido Chamangeni, gozas de toda mi simpatía, pero no vuelvas a acercarte a brujos, chamanes, hechiceros o cualquier suerte de charlatanes. Espero que esta amputación genital consentida te sirva de escarmiento y que, al menos, el puñetero brujo haya acertado un poquito y seas agraciado con un 'Afromillones' o cualquier lotería que haya por tus tierras. ¡Qué menos!