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Quizás convendría antes que nada, repasar, para refrescar nuestra memoria los distintos tipos de enfermedades coronarias más importantes:

Arteroesclerosis

Cuando los vasos sanguíneos están sujetos a un aumento de presión mantenido, responden engrosándose, lo que los hace menos flexibles. En estas arterias tiesas se fijan con facilidad las grasas que circulan en exceso en la sangre. A nivel de las arterias de los riñones, la arteriosclerosis hace que llegue menos flujo al riñón, y los riñones responden liberando renina, una hormona que a su vez causa un aumento de la TA. Esto exagera la HTA y causa aún más daño sobre los vasos sanguíneos.

Cardopatía Hipertensiva

Cuando la arteriosclerosis afecta a los vasos que alimentan el músculo cardíaco o miocardio (los llamados vasos coronarios), el corazón se ve obligado a trabajar más para mantener el flujo sanguíneo en los tejidos. En algunos casos lo hace aumentando de tamaño, con una hipertrofia del músculo cardíaco, haciéndose más rígido y menos eficaz. El resultado final puede ser la insuficiencia cardíaca congestiva: El corazón se queda atrás en el bombeo de lo que la sangre circulante necesita, y los líquidos se estancan en todo el organismo.

Enfermedad Renal

La quinta parte de la sangre bombeada por el corazón va a los riñones. Estos filtran los productos de deshecho y ayudan a mantener los valores químicos adecuados. También controlan el balance de ácidos, sales, y agua.
Los riñones son especialmente sensibles a las variaciones en el flujo sanguíneo que resultan de la HTA y de sus complicaciones. No pueden funcionar bien si el flujo decrece, así que el flujo bajo hace que secreten más del enzima renina, que hace que se constriñan todas las arterias del cuerpo, subiendo la TA en un intento de restaurar este flujo renal. Sin embargo, en última instancia, lo que se produce es un círculo vicioso que termina en más HTA y peor función renal, hasta llegar al fallo renal.

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Accidente Vascular-Cerebral

Es una lesión isquémica cerebral debida a una obstrucción al paso de la sangre, o a una hemorragia de los vasos sanguíneos del cerebro. La privación del aporte de sangre conduce a un rápido deterioro o muerte de zonas del cerebro, lo que da lugar a la parálisis de los miembros u órganos controlados por el área cerebral afectada. La mayor parte de las EVC están asociadas a hipertensión arterial, aterosclerosis, o ambas. Algunos de los signos de EVC son debilidad facial, incapacidad para hablar, pérdida del control vesical, dificultad para respirar y deglutir y parálisis o debilidad especialmente de un lado del cuerpo. La apoplejía como se le conocía anteriormente también recibe el nombre de ictus y accidente cerebrovascular (ACV). Cuando la arteriosclerosis afecta a los vasos del cerebro, puede ocurrir un bloqueo de sangre a alguna parte del cerebro por una estrechez o un coágulo (trombosis cerebral), o una rotura de un vaso (hemorragia cerebral). Todo ello es mucho más frecuente en hipertensos, y el riesgo disminuye al tratar la HTA.

Vitamina C y su relación con estas enfermedades

En 1941, el cardiólogo canadiense J. C. Patterson dijo que más del 80% de sus pacientes con enfermedad coronaria tenía bajos niveles sanguíneos de vitamina C. EL Dr. G. C. Willis en 1955, demostró que la suplementación de vitamina C puede reducir los depósitos arteriales de placa.

En 1970, Linus Pauling publicó su primer libro sobre la vitamina C. A causa de esto, en los años 70 el consumo de Vitamina C en los Estados Unidos se elevó en un 300% y la mortalidad por enfermedad cardiaca disminuyó un 30% allí. Este fue el único país en el cual ocurrió dicho fenómeno.

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En 1989, los doctores Rath y Pauling descubrieron que las megadosis de vitamina C previenen el depósito de lipoproteína A en las paredes arteriales. En 1991 ellos publicaron La solución al acertijo de la enfermedad cardiovascular humana.

Este estudio explica:

La deficiencia de vitamina C como la causa directa y más frecuente de ataques cardiacos.

En qué forma los factores de riesgo del plasma sanguíneo conducen a los depósitos arterioscleróticos en las paredes arteriales.

Por qué los seres humanos sufren con frecuencia infartos solo en el corazón y el cerebro pero raramente en otros órganos.

Por qué las especies animales que son capaces de producir su propia vitamina C no desarrollan enfermedad cardiaca.

En 1992, el Dr. Enstrom y sus colegas de la Universidad de California (UCLA) demostraron que en más de 11.000 americanos que aumentaron su consumo de vitamina C se redujo la tasa de mortalidad en casi la mitad y se prolongó su vida en más de seis años.