"Yo llamo a las niñas como nuestros pequeños milagros", contó. "Cuando sostuve a Amy por primera vez la apreté contra mi y le recé a Dios. Sólo quería tener a mis chicas juntas, a salvo y bien", agregó María
La pequeña Amy peleaba por su vida en una incubadora y Katie se esforzaba por sobrevivir dentro de su madre. La mujer confesó que fueron los tres meses más difíciles de su vida, pero su marido le decía "dónde hay vida, hay esperanza". Además, aclaró: "Siempre sentí que iba a tener gemelos, aún cuando descubrí que estaba embarazada Chris me dijo: serán dos".
El embarazo transcurrió sin problemas hasta que María llegó a la semana 23 y cinco días. Se sentía mal en el trabajo con un gran presión en su abdómen, pero pensó que era normal por estar esperando gemelas. Sin embargo, estaba tan preocupada que fue a ver a su ginecólogo, quien la envió directo al hospital. Horas después, rompió bolsa y fue inmediatamente internada.
Los médicos le informaron que tenía trabajo de parto y que había pocas probabilidades de que sus bebés vivieran porque eran muy prematuros. "Le agradezco a Dios que Chris haya estado a mi lado. Estaba en shock, pero me negaba a rendirme y dije:'Eso no va a pasar, no los perderé´" dijo la flamante madre.
Finalmente, Amy nació a las 24 semanas de gestación, cuatro meses antes de la fecha estimada, era muy pequeña y fue internada en cuidados intensivos. Luego de cinco semanas le permitieron tomarla en brazos y cada día colocaba a la pequeña sobre su panza para que sintiera a su hermana. Cada día que pasaba era un bonus para Katie, quien iba creciendo fuerte dentro del veintre.
Finalmente, a las 36 semanas nació la segunda niña en perfecto estado. Dos horas después la colocaron en la incubadora juntas y Amy le sonrió, "no hay dudas de que se reconocieron mutuamente", sostuvo la mujer.
"Me siento tan honrada de tener a estas dos niñas con nosotros, son tan especiales que no puedo sentirme más que agradecida" concluyó.
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