Sin embargo, una socióloga de la Universidad Tohuko Gakuin, Yuka Kudo, ganó notoriedad por una investigación que hizo con taxistas y pobladores que relataban fenómenos de este tipo en la que puso énfasis en los relatos y no es la posible enfermedad mental de quienen los cuentan.
A lo largo de 10 meses, entre 2014 y 2015, ella hizo más de 200 entrevistas aleatorias en la ciudad de Ishinomashi, devastada por el tsunami. Quince de estas personas dijeron haber tenido contacto con fantasmas o haber experimentado situaciones inexplicables.
"No tengo interés en discutir si los testimonios son verdaderos o no. Existe un fenómeno social y ése es el foco de mi estudio", contó la joven a BBC Brasil. "El tema de la vida después de la muerte ya me interesaba y tenía interés en saber más sobre los muertos del tsunami, entonces decidí profundizar la investigación", dijo.Uno de los taxistas que participó en la investigación le contó a la socióloga que una noche encontró a una niña sola y muy extraña. Le preguntó dónde estaban sus padres y ella respondió que estaba sola. Él se ofreció a llevarla a casa.La niña le enseñó la dirección y cuando llegaron al lugar indicado, el conductor la ayudó a bajar del auto. Ella sonrió, le agradeció y, según cuenta el taxista, se fue desvaneciendo delante de él. "Él asegura que había cogido la mano de la niña y conversado con ella", contó Yuka.
Otro taxista le dijo a Yuka haber recogido a una pasajera unos meses después de la tragedia. Le pidió que la llevara al distrito de Minamihama, lugar que, según el hombre, estaba en ruinas. El conductor dice que la mujer le preguntó entonces si ella estaba muerta, y cuando él volteó hacia atrás, ya no había nadie. Uno de los conductores aportó la historia de un joven de unos 20 años que se subió a su auto. Cuando miró por el espejo retrovisor, vio al muchacho apuntando con un dedo hacia el frente. Le preguntó adónde quería ir. El pasajero había señalado un lugar entre unas montañas. Pero cuando llegaron, ya no había nadie en el auto.
De acuerdo con datos oficiales del gobierno japonés, 15.894 personas murieron en el tsunami seguido del terremoto que devastó la costa noreste de Japón el 11 de marzo de 2011. Otras 2.572 personas siguen desaparecidas. Yuka afirma que su trabajo le trajo muchas críticas, básicamente por haber recogido los testimonios sin tener en cuenta la salud psicológica de sus entrevistados. "Pero el objetivo de mi investigación no es determinar si existen o no los espíritus, o si los conductores están enfermos", respondió. "Hay un fenómeno sociológico aquí; hay personas que afirman haber visto fantasmas", agregó ante la BBC.
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