Las emociones son parte de nuestra vida y ser agradecidos despierta aquellas que se denominan positivas, y hacen que nuestro cerebro libere neurotransmisores asociados al placer. Se dice que una persona agradecida es feliz y la ciencia ahora demuestra que un mejor estado de ánimo contribuye a la salud de toda nuestra UCCM (unidad cuerpo cerebro mente).

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Dar las gracias puede parecer algo banal. Sin embargo, no lo es ya que cuando lo hacemos significa que estamos valorando un gesto o una acción y eso es lo que nos lleva a sentirnos con un mejor estado de ánimo.

Durante los últimos años las emociones han cobrado reconocimiento y notoriedad, y la gratitud es hoy una emoción en la que los científicos están interesados, ya que diversos estudios demuestran que su relación con nuestra salud es muy amplia.

Desde mis inicios como médico el estado emocional de las personas a quienes atendía llamaba mi atención; siempre me parecía que el mismo marcaba una diferencia en el curso del tratamiento y que por ello una comunicación humana y contenedora era fundamental.

Investigadores de la Universidad de California en San Diego, Estados Unidos, siguieron la evolución de un grupo de 186 personas, mujeres y hombres, con insuficiencia cardíaca asintomática conocida como etapa B. En esta instancia de la enfermedad los pacientes pueden ver afectado estructuralmente su corazón, pero no presentan síntomas como fatiga, cansancio o falta de aire. Es un momento crucial para tratarlos y evitar que pasen a la etapa C, en donde los riesgos son mucho mayores. Los profesionales encontraron que aquellos individuos que eran más agradecidos y podían ver los aspectos positivos de la vida, tenían, pese a su afección, una mejor salud cardiovascular.

Para evaluar la relación entre ser agradecidos y la salud se realizaron pruebas psicológicas con el objetivo de medir los niveles de gratitud y bienestar de todos los participantes del estudio. Luego los compararon con los índices de energía que decían sentir, calidad y horas de sueño, y con su percepción de autosuficiencia, en este caso, para afrontar la enfermedad. Además, se midió en cada uno el número de biomarcadores inflamatorios asociados con la salud cardíaca y general.

Los biomarcadores inflamatorios son marcadores que ayudan a conocer el grado de inflamación que tiene una persona. Esta reacción tiene una importancia clave en muchas enfermedades. Por ejemplo, puede asociarse a enfermedades infecciosas y de otros orígenes como el cardiovascular. En general es la proteína C reactiva (CRP, por sus siglas en inglés), producida por el hígado, la que se mide.

De acuerdo con la American Heart Association (Asociación Estadounidense de Cardiología) los resultados del CPR pueden contribuir a predecir el riesgo de cardiopatías.

En la investigación de la Universidad de California se encontró que en todos los casos una alta puntuación en los niveles de gratitud se relacionaba con mejor estado emocional y sueño, además de menores niveles de inflamación. Sentirse bien ayuda, pero ser agradecido, según este estudio, es lo que marca la gran diferencia.

Buscando ampliar los datos obtenidos, los profesionales pidieron a algunos de los pacientes que hicieran una tarea conocida para aprender a ver todo lo bueno que nos ocurre. Para ello tuvieron que anotar todos los días tres cosas por las que se está agradecido.

Si bien la atención médica era la misma para todos, luego del tiempo pautado de ocho semanas, vieron que aquellos que cumplieron con la tarea presentaban una notable reducción en los biomarcadores inflamatorios y con ello una importante reducción del riesgo cardíaco.

Son numerosos los estudios sobre lo importante que es ser agradecido, por lo que un equipo de científicos liderados por Glenn Fox, del Brain and Creativity Institute de la Universidad de Southern California, en Estados Unidos, en conjunto con el reconocido neurocientífico Antonio Damasio, se propuso iniciar un camino para encontrar la ruta de la gratitud en el cerebro.

En su investigación presentaron a un grupo de jóvenes grabaciones y videos de personas que no tenían vínculo alguno con ellos y habían sobrevivido al Holocausto. Las grabaciones se emplearon para que los participantes pudieran sentir emociones similares a las de las personas que escuchaban, ya que parte de los relatos eran de agradecimiento a alguien que les había dado un lugar donde esconderse, calzado, ropa, comida o algo que los ayudó a vivir.

También se les mostró toda la historia del Holocausto desde sus inicios hasta la liberación final. Luego de todo lo anterior se les pidió a los voluntarios que sintieran las historias como propias y se les presentaron otras en donde ellos eran los protagonistas y recibían la ayuda de otras personas para, por ejemplo, superar una enfermedad. Mientras tanto sus cerebros fueron monitoreados a través de una resonancia magnética funcional.

Los investigadores pudieron observar que cuando el cerebro siente gratitud se activan las vías de recompensa cerebral y también áreas relacionadas con la cognición moral, como la corteza prefrontal ventromedial, corteza prefrontal dorsomedial y la corteza cingular anterior (vinculadas con percibir las emociones conscientemente y sentirse motivado).

La gratitud es un aspecto importante de nuestra vida y parte de la sociabilización humana; conlleva a beneficios tanto para la salud mental, como la física y las relaciones interpersonales. Por eso se debe cultivar todos los días.

El ejercicio nombrado anteriormente de anotar tres cosas todos los días por las que estamos agradecidos puede resultar un buen modo de hacerlo, así como al menos una vez a la semana proponernos dar las gracias al menos a tres personas con las que compartimos nuestras vidas. Con el tiempo la neuroplasticidad de la que goza nuestro cerebro hará que no tengamos que estar atentos y sea algo natural.

Tengamos presente que el agradecimiento nos conecta con los otros y con la vida.

¡Los saludo y les doy las gracias por haber leído esta nota!

Bibliografía:
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