Como he descrito en artículos anteriores, el trastorno afectivo de la personalidad definido como psicopatía no equivale a una forma de insania mental cognitiva, ni tampoco es reductible a explicarse en unos pocos artículos de opinión. Sus múltiples aristas se prestan para enfoques variados que resultan prácticamente inagotables.
psicópatas
Así como un hombre daltónico es incapaz de distinguir el rojo del verde, una pequeña minoría de la población humana no experimenta, ni comprende completamente el rango normal de las emociones humanas.

Y como aquellos daltónicos que pudieran encubrir su condición usando las palabras correctas mientras no están entendiendo su significado (por ejemplo, la luz de color que está arriba es "roja", la de abajo es "verde"). Así, esta minoría encubre su condición actuando mediante señales de emociones exteriores (expresiones faciales, exclamaciones e imitando el lenguaje corporal).

Sin embargo, ellos realmente no experimentan el sentimiento en cuestión. Su engaño es revelado en pruebas de laboratorio en condiciones controladas, donde responden a palabras como muerte, cáncer o enfermedad, como si fuesen día, jardín o lápiz, pues carecen de la habilidad para comprender el "golpe" emocional que contienen ciertas palabras.

Son capaces de utilizar las reacciones de otros como pistas, y ajustan su comportamiento para retratar el comportamiento "emocional" correcto en una especie de mímica social.

Psicópatas

Si bien esto no completa la definición de una persona psicópata, nos acerca a su comprensión de acuerdo con el Dr. Robert Hare, posiblemente la máxima autoridad mundial en la materia y profesor emérito de la Universidad de Columbia Británica.

Estos individuos son conocidos como psicópatas.Ellos no solamente no sienten dolor por otros, sino que a menudo disfrutan infligirlo a otros deliberadamente.

En la literatura y las películas, el mal es romantizado, retratado como misterioso, pero con un dejo hermoso; oscuro y en conflicto. Siempre hay un corazón de oro debajo del exterior de sangre fría. El psicópata de Hollywood, raramente descrito con exactitud, evoca nuestro disgusto y nuestra simpatía a la vez; héroes de guerra matan a sus enemigos despiadadamente, viviendo, no obstante, vidas llenas de amor como esposos y padres.

Si el villano no tuvo una infancia difícil, o no muestra ningún signo de una lucha de conciencia, es visto como "de dos dimensiones" y "poco realista".

Los principales científicos sociales y psicológicos promueven una visión similarmente estrecha del mal, tratando solo con sus aspectos sociales y morales.

En otras palabras, ellos estudian los efectos, no sus causas. Nuestro cuerpo literario, las ciencias sociales y nuestro sentido común de moralidad solamente rascan la superficie de una verdadera comprensión de la naturaleza del mal.

Lo que sí puede establecerse es que los psicópatas constituyen una interespecie depredadora, como los llamó el Dr. Hare. Viviendo en un mundo cuya moral y costumbres no tienen significado para ellos, e incluso las ven como opresivas; los psicópatas sueñan con un mundo "feliz" y "justo", en donde su visión depravada del mundo sea aceptada como realidad.

Ellos buscan, por cualquier medio necesario, alcanzar posiciones en los gobiernos en donde sus sueños pueden dar frutos.

Estas personas actúan como líderes y hechizadores ideológicos, las metas del grupo están a menudo en desacuerdo con su verdadera naturaleza. Literatura colorida y valores humanitarios a menudo enmascaran sus verdaderas motivaciones.

Cuando un conglomerado ha sucumbido a la influencia patológica de sus miembros, pronto pierde la habilidad de distinguir la conducta normal humana de la patológica. Esta atrofia de facultades críticas con relación a tales individuos se vuelve una apertura para sus actividades.


Comentario: Esta influencia patológica puede verse claramente hoy en día en muchos movimientos sociales y progresistas de izquierdas en Occidente; cientos de personas que creen estar defendiendo los valores y derechos humanos, pero que sólo siguen la agenda patológica de sus líderes psicópatas. ¿Son capaces ustedes de identificar estos grupos? Debería preocuparles esta pregunta, pues si no capaces de detectarlos, significa que ustedes también han sido infectados por este mal macrosocial.


Toma del poder

Puede suceder que gobiernos, ideologías y religiones sean instituciones tomadas por personas cuya carencia de conciencia sobre realidades psicológicas específicas y otras fallas morales los dejan desprotegidos o abiertos a una infección encubierta y el subsecuente empoderamiento de aquellos sin conciencia.

El hecho de que estas instituciones tengan una larga tradición les ha permitido adquirir muchas más membrecías y notoriedad. Miembros normales de tales grupos ingenuamente protegen tal conducta, y no se dan cuenta de que es el trabajo de desviados. Su patología permanece escondida para aquellos que no desean verlo objetivamente. Se promulgan justificaciones e ideologías preparadas; toma lugar una selección inconsciente y una sustitución, y la patología es efectivamente disfrazada detrás de una máscara de sanidad.

Aquellos que pertenecen al "partido" etiquetarán a cualquiera que se oponga como pacifista, socialista, liberal o terrorista, o cualquier otra que sea más eficaz para invalidar su crítica.

Ponerología

Esta locura moral de la que hemos escrito tanto, ¿puede ser colectiva? ¿Pueden uno o varios líderes hacer de la sociedad algo malvado? No faltan episodios perversos en la historia de la humanidad que lleven a pensar que sí.

Por eso, un psiquiatra polaco, Andrew M. Lobaczewski (1921- 2008), inventó una nueva ciencia que bautizó ponerología. La palabra se emplea en los estudios teológicos que estudian las raíces del mal y la perversidad, pues ponerós, en griego, es mal. Después de sufrir la ocupación nazi durante la Segunda Guerra Mundial y la ocupación rusa después de la derrota de Alemania, Lobaczewski entró en la universidad para ser entrenado como psicólogo, y poco después inició la investigación de la naturaleza de los psicópatas.

Lobaczewski y sus colegas corrían el riesgo de severas sanciones, incluso la muerte, para documentar su investigación y experimentación.

Muchas décadas pasarían tratando de conseguir que se publicara el trabajo (y muchas tentativas de destruirlo fueron hechas por diversos grupos). Pero, finalmente, en 1998, pese a los intentos de elusión de Zbigniew Brzezinski para detener la publicación, el libro de Lobaczewski Ponerología política: una ciencia de la naturaleza del mal con fines políticos, fue publicado.


Comentario: Aquí el autor comete un pequeño error. El libro de Lobazceswki no fue publicado sino hasta en 2006 por la editorial Red Pill Press. Antes de esa fecha, los intentos por frenar la publicación siempre fueron exitosos. En el prefacio el escritor nos relata lo siguiente:
Ya han pasado veinte años desde que redacté este manuscrito. Hace tiempo ya que quedaron atrás mis años de juventud. Un día, gracias a mi computadora, entré en contacto con los científicos del Grupo del Futuro Cuántico1, que me convencieron de que ya era hora de que mi libro se convirtiera en una herramienta útil para el futuro de la humanidad. Y se han tomado el trabajo de publicarlo.

Estos veinte años han estado plagados de acontecimientos políticos. Nuestro mundo ha cambiado de manera significativa debido a las leyes naturales del fenómeno que describo en este libro. El nivel de conocimiento ha aumentado exponencialmente gracias a los esfuerzos realizados por personas de buena voluntad. No obstante, nuestro planeta aún no se ha recuperado, y encontramos remanentes activos y latentes de esta grave enfermedad que ha resurgido, esta vez relacionada con otra ideología. Las leyes de la génesis del mal operan en millones de casos individuales y familiares. Los fenómenos políticos que amenazan la paz mundial son confrontados mediante el poder militar. Las incidencias de menor envergadura son condenadas o limitadas por los dictámenes de la ciencia moral. De todo esto resulta que los esfuerzos del pasado han sido insuficientes y peligrosos, ya que se llevaron a cabo sin el respaldo de un conocimiento naturalista y objetivo acerca de la naturaleza propia del mal. En ninguno de esos esfuerzos se tuvo en cuenta la máxima de la ciencia médica que utilizaremos como lema de esta obra: Ignoti nulla curatio morbid ("No intente curar aquello que no comprende"). El fin del dominio comunista ha sido alcanzado a un alto precio, y aquellos países que hoy se consideran libres pronto notarán que aún continúan pagando.

Cabe preguntarnos lo siguiente: ¿Por qué este trabajo, producido por eminencias de la investigación y por mí mismo, justamente con ese propósito ―el de evitar que se propague la enfermedad del mal macrosocial― no ha logrado cometer su objetivo?

Esa es una larga historia.

Un médico "amistoso" que luego resultó ser un agente de los servicios secretos comunistas, me reconoció como el creador de esta ciencia "peligrosa" en Austria. Todas las redes y núcleos comunistas de Nueva York se movilizaron en conjunto para evitar que la información contenida en este libro llegara a manos del público y estuviera a disposición de toda persona interesada en leerlo. Fue terrible para mí enterarme de que el sistema de censura manifiesto del cual hacía poco tiempo había logrado escapar era tan frecuente, aunque más disimulado, en los Estados Unidos. Resultaba desmoralizante ver la forma en que operaba el sistema de peones conscientes e inconscientes; observar a personas que confiaban en sus "amigos" - agentes conscientes cuya afiliación al partido comunista ignoraban― y que, con gran fervor patriótico, promovían medidas que les habían sido insinuadas en contra de mi persona. Como consecuencia de dichas actividades, se me denegó todo tipo de ayuda, y para sobrevivir me vi obligado a continuar realizando arduas tareas manuales, a pesar de que ya me hallaba en edad de jubilarme. Fue así como mi salud fue deteriorándose y perdí dos años de trabajo.

También supe que no había sido el primer emisario en llevar a Estados Unidos un conocimiento semejante. De hecho, era el tercero, y los dos que me precedieron habían sido silenciados del mismo modo.

A pesar de todas esas circunstancias, continué perseverando, y finalmente escribí este libro en 1984, tras lo cual fue cuidadosamente traducido al inglés. Aquéllos que lo leyeron en su momento estimaban que se trataba de un texto "altamente informativo", pero nunca lo publicaron. Para los editores especializados en psicología era "demasiado político"; para los editores de temáticas políticas contenía demasiada información sobre psicología y psicopatología. En algunos casos, "ya se había vencido la fecha de sumisión de manuscritos". Poco a poco, se fue haciendo evidente que el libro no pasaba la prueba de la inspección "interna".

El mayor valor político de este libro aún sigue vigente, y su esencia científica continúa siendo permanentemente valiosa e inspirativa. Puede llegar a ser de gran utilidad en tiempos futuros, una vez adaptado y ampliado como es debido. Más investigaciones en estas áreas también podrían aportar una nueva forma de comprender los problemas que han plagado la humanidad durante siglos. La ponerología podría respaldar las milenarias ciencias morales mediante un enfoque naturalista moderno. Por ende, esta obra podría contribuir al progreso hacia la paz mundial.

Este es el motivo por el cual, veinte años más tarde, he vuelto a trabajar arduamente para transcribir el amarillento y descolorido manuscrito. No he agregado cambios significativos y lo he presentado de la misma forma en que lo hice en Nueva York hace tantos años. Por lo tanto, permitamos que continúe siendo un documento representativo de la tan peligrosa tarea asumida por científicos eminentes, junto conmigo, emprendida durante épocas sombrías y trágicas en condiciones intolerables, lo cual no le resta calidad científica.

Es mi deseo que este trabajo pase a manos de personas capaces de asumir la responsabilidad y de continuar con la investigación teórica en ponerología, enriqueciéndola con información detallada para reemplazar aquélla que se extravió, y llevándola a la práctica con diversos objetivos valiosos, al servicio de individuos y de todas las naciones.

Expreso mi agradecimiento a la señora Laura Knight-Jadczyk, al profesor Arkadiusz Jadczyk y a sus amigos por su sincero incentivo, su comprensión y por el trabajo realizado para que mi antigua investigación pudiera al fin ser publicada.

Andrzej M. Łobaczewski.
Rzeszów - Polonia, diciembre de 2005


[1] Quantum Future Group, Inc. - NdT

El texto comienza con un examen de los prisioneros, pero esta vez los científicos correlacionaron el comportamiento de los psicópatas con la depravación de los regímenes políticos masivamente opresivos, cuyos resultados dieron lugar a una nueva ciencia que se llama ponerología, el estudio del mal en el hombre. Ponerología política, entonces, es la naturaleza del mal en la política.

De acuerdo con Lobaczewski, las organizaciones pueden infestarse con tipos de personalidad psicopática, que, si se les da la cantidad adecuada de tiempo y las condiciones de cultivo, afanosamente llenan todas las posiciones de poder dentro de ella. En el caso de los gobiernos, lo que surge es definido como una patocracia, es decir, la tiranía en manos de los psicópatas. Lobaczewski definió la gobernabilidad por una patocracia como una enfermedad macro-social, algo poco saludable y brutalmente letal si no se trata a tiempo.

Dominio total

El libro Ponerología política ofrece una atemorizante explicación para tiempos periódicos de locura brutal en la historia del mundo. Es una luz para exponer científicamente un tipo particular de personalidad dentro de las poblaciones, que, si se deja solo, va a infestar las posiciones de poder, empujando a las personalidades normales hasta que dominen las estructuras.

Desde una posición de dominio total, los psicópatas agresivamente y brutalmente protegen el poder que han adquirido. En el caso del gobierno, esto significa tomar medidas para erradicar cualquier oposición percibida a su control y autoridad.

El fenómeno de la patocracia madura durante este período: un extenso y activo sistema de adoctrinamiento es construido, con una ideología adecuadamente restaurada constituyendo el vehículo o caballo de Troya para el propósito de la patologización de los procesos de pensamiento de los individuos y la sociedad. Se tiende a controlar los medios de comunicación y a reconstruir realidades paralelas. La disensión es castigada con medidas no propiamente democráticas y se insiste en la homogenización del pensamiento para crear una visión idéntica de mundo.

Me he limitado a exponer los datos del conocimiento científico, usted, si lo desea, utilice su libre albedrío.