Comentario: Aunque este artículo fue escrito en el verano de 2014, es aún más relevante hoy en día en lo que respecta a la guerra que se está librando contra la conexión natural entre el género y el sexo biológico.
He estado evitando temas altamente controversiales en este blog recientemente porque no podía soportar el drama que naturalmente acarrean. Pero sigo oyendo la historia de Ryland, un niño que nació mujer, cuyos padres le hicieron la transición a varón a los 5 años de edad. Puede ver la historia completa AQUÍ, pero en resumen, debido a que su hija se identificaba como niño, y le gustaban las cosas de "niños" en lugar de las cosas de "niñas", le cortaron el pelo, le compraron ropa de "niño", y comenzaron a decirle a ella, y a los demás, que es un niño.
No soy licenciada en desarrollo infantil temprano ni he estudiado psicología. Ni siquiera me gradué en la universidad.
Tampoco estoy aquí para juzgar a los padres de Ryland. Pienso que están haciendo lo que creen que es más amoroso para su hijo. Simplemente estoy compartiendo mi historia porque veo mucho de mí misma a los 5 años de edad en este niño.
Soy la segunda hija de dos amorosos, increíbles y comprensivos padres. Más tarde tendrían dos hijas más. Las cuatro no podríamos ser más diferentes, incluso en el color de nuestros ojos y cabello. Nuestros padres aceptaron nuestras diferencias y nos permitieron crecer como individuos, sin preocuparse por las "normas" sociales para niñas. A menudo bromeo diciendo que yo fui el niño que mi padre nunca tuvo. Mi padre es de espíritu libre, 100% despreocupado de lo que la gente piense de él, y no le importaba para nada mi comportamiento "fuera de lo establecido". Me comporto más como primera hija que como segunda (sin embargo, esto no me convierte en la primera, ¿verdad?)
De todos modos, incluso cuando era bebé parecía preferir las cosas de "varón". Era bruta, ruda y audaz. Mis padres tuvieron que cortar mi pelo rizado porque yo lo retorcía en nudos y me negaba a dejar que me lo cepillaran. Una vez me las arreglé para subir al techo del segundo piso, y corría alegremente, mientras mis padres sufrían ataques de pánico simultáneos. Mis juguetes preferidos eran palos, hondas, arcos y flechas, pistolas, barro, motocicletas y monstruos. Cuando a mi hermana y a mí nos regalaron muñecos de "My Little Pony" yo elegí uno azul, y rápidamente corté todo su pelo largo y brillante lo más corto posible. Mi barbie también se llevó el corte.
Me encantaba ir de cacería con mi papá y me pareció increíble cuando me enseñó a arrancarle la cabeza a una paloma. Personas para el trato ético de los animales [PETA, por sus siglas en inglés], por favor, no... simplemente. No.
Quería ser un niño. Desesperadamente quería ser un niño. Pensaba que los niños se divertían más. Me sentía como un niño en la manera en que nuestra sociedad ve los géneros. Me gustaba más el azul y el verde en lugar del rosa y el púrpura. Recuerdo estar sentada en nuestra enorme morera, en lo más alto que podía trepar, arco y flecha en mano, tratando de besarme el codo (una vecina me había dicho que si lo lograba, me convertiría en un niño, lo cual, cuando era pequeña, quería más que cualquier otra cosa).
Afortunadamente, mis padres no se sumaron a los estereotipos arcaicos de que "a los niños les gusta el azul" y "a las niñas el rosa"; que "los niños juegan con dinosaurios y las niñas juegan con muñecas". Si me hubieran dicho que el simple hecho de que me gustaran esas cosas me convertían en un niño, habría llegado a la conclusión de que lo era.
Me dejaron ser yo misma. Me dejaron ser una chica que usaba pantalones vaqueros más a menudo que faldas. Me dejaron jugar con hondas en lugar de con varitas de princesa. No concluyeron que yo era gay o transgénero. No me pusieron en una caja que moldearía mi futuro, a expensas de mi propia voluntad.
Hasta la edad de 14 años, mis mejores amigos eran varones. Por supuesto, tuve amigas, pero mis mejores amigos, con los que más me identificaba, eran varones. Todas las noches, después de cenar, salía a jugar a fútbol con mi amigo del vecindario, Tom. Mi mejor amigo en el mundo era un chico llamado Robin. Su esposa es amiga mía hasta el día de hoy. Mi amigo Andrew y yo hacíamos espadas de madera contrachapada y grabábamos nuestros nombres con soldadores. Hacíamos modelos elaborados de "mundos de trampolín" porque rebotar es mucho mejor que caminar, ¿verdad? Deseaba tanto poder jugar al béisbol con mi amigo Jaime en su equipo. En el Día de Acción de Gracias jugábamos a "indios y vaqueros" con mis primos y yo siempre, siempre, era el indio salvaje. Nunca la doncella de la pradera que había sido capturada... ¡qué aburrido!
Incluso recuerdo que en una navidad, mis padres nos regalaron a mi hermana y a mí cajas musicales de porcelana. La de ella tenía una chica con un cordero, la mía un pastorcito con un burro. No lo hicieron porque me consideraban un niño, sino porque sabían que me gustaría más. Pensaba que los pastorcitos con burros eran mucho más divertidos que una linda chica rubia con un cordero. Los corderos son tontos. ¡Los burros son locos, salvajes y divertidos! A mis padres les parecía bien que me identificara más con el pastor sucio y rudo.
Me atreveré a añadir esto, porque pienso que es muy importante: incluso tuve una experiencia, alrededor de los 7 años, donde una amiga mía y yo experimentamos juntas en una fiesta de pijamas. Mirando hacia atrás, creo que ella ha sido abusada y estaba exteriorizando lo que le habían hecho. Esto no me hace transexual. Ni tampoco lesbiana. Sino una niña creciendo en un mundo roto.
En esta época, probablemente podría haber sido catalogada como transgénero. Me dejarían el pelo corto (porque, todos los niños tienen el pelo corto, ¿verdad?) me darían ropa de "niño", las paredes de mi habitación serían azules en lugar de rosadas, y me dirían que fingiera tener un pene, al menos hasta que me añadieran uno quirúrgicamente. Si esto hubiera ocurrido, ni siquiera puedo imaginar lo traumática que habría sido mi pubertad.
Avancé rápidamente a la edad de 14/15 años (maduración tardía) y finalmente comencé a pasar por la pubertad. Nunca antes había pensado en el sexo opuesto de manera sexual. Mi atracción fue inmediata, y hasta el día de hoy, me atraen los hombres. Cómo dice Shania, me "siento" como una mujer (N.del T.: canción "Man! I feel like a woman"). Si mis padres, a mis 5 años de edad, hubieran concluido que yo era niño, no puedo imaginar la confusión que habría experimentado durante mis años de adolescencia.
Aún amo algunas cosas "masculinas" estereotipadas. El fútbol sigue siendo mi deporte favorito. Me encanta arreglar cosas en la casa, y honestamente, a menudo soy mejor en eso que mi esposo. Prefiero estar descalza y tengo problemas para recordar lavarme el pelo y depilarme las cejas. Me gusta hacer cosas de mecánica, y no tengo miedo de enfrentarme a los subcontratistas estúpidos. Odio comprar ropa. Me gusta tener músculos. Me encanta hacer ejercicio y disfruto de sentirme fuerte. Estoy agradecida de sentirme segura de manejar nuestra casa por mi cuenta mientras mi esposo viaja. Prefiero Bourbon a Cosmopolitan.
Pero también me encanta ser mujer. Me encanta sentirme hermosa, especialmente cuando tengo un evento con mi esposo. Me encanta ponerme un delantal y crear comidas elaboradas para amigos y familiares. Me encanta cuidar a mis bebés. Me encaaanta ir al spa.
Mi esposo es asombroso en el diseño y es el decorador/diseñador de nuestra casa. Él elige la ropa de los dos la mayoría de las veces, y no tiene ningún interés en aprender a cambiar el aceite del auto. Es creativo y artístico. Pero también le encanta cazar y pescar y se encarga de cualquier animalito muerto que aparezca en nuestra propiedad, porque no puedo soportar esas cosas.
Todo esto no nos hace gay o transgénero, nos hace seres humanos únicos.
Debido a que mis padres nunca me obligaron, nunca me pregunté si algunas de las cosas que me gustaban eran cosas de "niño" o de "niña", simplemente era yo misma. Cuando les decimos a los niños que deben actuar de "tal" forma, y las niñas de "tal otra", y que si no lo hacen, son transgénero; estamos encasillando a los niños en pequeñas cajas que crean confusión, frustración, y a veces, daño psicológico y emocional de por vida.
Nuestro hijo mayor tuvo el pelo largo rubio y ondulado durante los primeros 3 años de su vida hasta que pidió que le cortaran el pelo como a su abuelo. A veces la gente pensaba que era una niña, pero de pequeña a menudo me confundían con un niño, así que no le di importancia. Una vez me preguntó si el rosa era un color de niñas, porque alguien le había dicho que sí, y a él le gustaba ese color. "No." Respondí. "El rosa solamente es un color." Totalmente satisfecho, siguió siendo su color favorito durante el resto de la semana, hasta que cambió al naranja, verde o púrpura o algún otro color. Quiero que mis hijos sean plenamente aceptados por sus intereses, sin que esos intereses definan el núcleo de lo que son. A Henry le puede gustar el rosa tanto como a mí me puede gustar romper el hormigón sin que esto defina nuestro género.
Me apena pensar en lo que los padres de Ryland pueden estar arrebatándole al escogerle un género a tan temprana edad. Espero que si algún día decide que es mujer, la apoyen. Que no la obliguen a seguir sus propios planes para cuidar su reputación.
Escribo esto para ofrecer otra perspectiva. Porque creo en la libertad. Creo que la gente debería tener la libertad de elegir intereses que no se ajusten a la norma social. A los niños se les debe permitir ser niños. Con todo sus juegos tontos y fantásticos. Se les debe permitir creer que son perros, superhéroes, una mamá o una roca.
Estoy agradecida de que mis padres me dieron la libertad de actuar más varonil que mis hermanas. Estoy agradecida de que no se hayan asustado ni que hayan tomado una decisión que me hubiera alterado la vida. Estoy tan agradecida de que, durante un periodo de mi vida, se me permitió actuar más como un niño estereotipado que como una niña. También estoy agradecida de que se me permitiera ser más femenina posteriormente en la vida, cuando sentí que era natural hacerlo.
Espero que los padres de Ryland le ofrezcan la misma libertad.
Viva bien. Esté bien.
Lindsay
Comentario: Este relato honesto arroja luz sobre el problema: son los liberales los que están convencidos, más que nadie, de que ciertas cosas son femeninas y otras masculinas. Eso es VERDADERA discriminación.