El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, declaró este 19 de junio que el expresidente egipcio Mohamed Mursi fue "asesinado". El líder turco también criticó a los funcionarios egipcios por no tomar ninguna medida para salvar al expresidente.
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"Mursi estuvo luchando en el suelo de la sala de audiencias durante 20 minutos. Desafortunadamente, las autoridades no intervinieron para salvarlo", dijo Erdogan. "Mursi fue asesinado, no murió por causas naturales".

Afirmó también que Turquía hará todo lo posible para llevar a Egipto ante la justicia internacional tras la muerte de Mursi.

"Haremos todo lo posible para llevar a Egipto ante las cortes internacionales, pedimos a la Organización para la Cooperación Islámica (OIC) que cumpla con sus responsabilidades, la OIC debe hacer todo lo posible", dijo el líder turco.

El discurso de Erdogan fue transmitido por canales de televisión turcos.

Previamente, el Ministerio de Asuntos Exteriores egipcio calificó las declaraciones del portavoz de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (Acnudh), Rupert Colville, quien exigió una investigación independiente sobre las circunstancias de la muerte de Mursi, de un intento de politizar la muerte natural.

Mursi, de 67 años, murió el 17 de junio durante una sesión judicial sobre el caso de espionaje a favor del movimiento Hamás.

El funcionario de Naciones Unidas señaló que su organismo ya había expresado anteriormente una preocupación persistente ante la permanencia en prisión del exmandatario, y aseguró que las autoridades del país africano eran las responsables de garantizarle un trato humano.

Vinculado al movimiento de los Hermanos Musulmanes (un grupo terrorista, prohibido en Rusia y otros países), Mursi fue elegido presidente de Egipto en junio de 2012, pero en julio de 2013, en medio de protestas multitudinarias, fue derrocado por el entonces comandante del Ejército Nacional y hoy jefe de Estado, Abdelfatah Sisi.

Los partidarios de Mursi salieron a las calles exigiendo el regreso del presidente al poder, pero las autoridades sofocaron las protestas.

Tras el abandono del cargo, fue detenido y juzgado por numerosos casos, que él rechazó y calificó de campaña política en su contra. En el momento de la muerte cumplía cadena perpetua por espiar a favor de Catar.