Su partida de nacimiento indicaba que tenía 6 años pero los padres defienden que era mayor de edad.
Natalia Barnett
Natalia Barnett
En muchas ocasiones, la realidad supera a la ficción. Es el caso de Kristine y Michael Barnett, un matrimonio con un hijo con autismo que siempre deseó aumentar la familia, algo que no pudieron lograr por los diferentes problemas sufridos por Kristine durante los embarazos y que le impedían tener más descendencia. Por ello, decidieron recurrir a la adopción y darle una hermana a Jake, que a pesar de su autismo publicó su primer artículo académico a los 12 años y a los 15 estaba estudiando en un prestigioso instituto de física.

Cuando la agencia les dijo que había la posibilidad de adoptar a una niña de seis años con problemas de salud y de crecimiento, no se lo pensaron e hicieron todo lo posible por agilizar los trámites. Natalia tenía un trastorno del crecimiento óseo llamado displasia espondiloepimetafisaria, que causa baja estatura, anomalías óseas y problemas de visión. A pesar de ello, en 24 horas habían resuelto el papeleo y averiguado algo más de su futura hija. Natalia llevaba un tiempo en Estados Unidos pero había nacido en Ucrania, donde su certificado de nacimiento indicaba que nació el 4 de septiembre de 2003 y que necesitaba un hogar urgentemente porque sus padres adoptivos anteriores la habían abandonado por razones desconocidas.

En ese momento comenzó la pesadilla de la familia, que comenzó a vivir en primera persona una historia que parecía calcada al guión de la película de terror "La huérfana". Los inicios fueron muy esperanzadores para la pareja. Se deshicieron en atenciones con ella, la llevaron a Disney World, jugaban con ella, comían helados, golosinas... Todo lo necesario para que comenzaran a estrecharse los lazos entre la niña, que había sufrido mucho en su corta vida, y sus nuevos padres.

También llevaron a Natalia a que conociera la playa. Ese fue el primer momento en el que la pareja comenzó a ver comportamientos extraños de su nueva hija. Estaba deseando ir al agua pero sus padres estaban agotados y le pidieron un poco de paciencia. La niña, que apenas podía caminar, se levantó de repente y salió corriendo hacia el mar.

Tampoco era normal el desarrollo físico de la niña. A sus 6 años, tenía cuerpo de adulta. En el primer baño, Kristine quedó conmocionada. La niña tenía vello púbico completo. Además, rechazaba las muñecas y juguetes, siempre se iba a jugar con niños mayores, incluso adolescentes, y tenía un vocabulario que no correspondía con su edad. Tampoco había rastro de su acento extranjero y cuando la familia le pidió a una amiga ucraniana que le hablara en su idioma natal, la niña no entendió nada y fue incapaz de describir nada de su país, ni de su ciudad de origen.

Cuando Natalia comenzó el colegio tuvo una conversación con su madre acerca de los niños que parecía más la conversación entre dos madres que la de una madre y su hija: "Estos niños son agotadores, no sé como puedes hacerlo", le dijo Natalia a Kristine en una ocasión.
"Era muy difícil descifrar cuántos años tenía, pero en ese momento comencé a pensar que podía ser una adolescente. Pero no me arrepiento de nada. Era lo que quería hacer y sentí un amor abrumador por ella", dijo Kristine a "DailyMail".
Días después empezó a encontrar ropa ensangrentada en la basura, lo que indicaba que Natalia había tenido el periodo y trataba de ocultar las pruebas. Fue entonces cuando acudió a su médico de cabecera en busca de ayuda y le recomendó una prueba de densidad ósea para determinar la edad de la niña. La prueba determinó que la niña tenía más de 14 años y Kristine, lejos de recriminarle nada, cambió sus vestidos de princesa por ropa más apropiada. Lo que sí trató es de hablar con ella sobre su identidad y su edad, lo que comenzó a deteriorar la relación.

En ese momento comenzó el infierno de la familia. La niña intentó atacar a un bebé cuando los padres estaban fuera de la habitación, comenzó a manchar de sangre las paredes, a amenazar a la familia e, incluso a escuchar voces.

Eso les obligó a llevarla a terapia, pero se burlaba de los médicos. Llegó a estar ingresada incluso semanas en un centro psiquiátrico. La gota que colmó el vaso fue en una excursión en el año 2012 cuando trató de empujar a su madre contra una valla electrificada. Pero antes ya hacía dibujos homicidas y amenazaba con apuñalar a la familia mientras dormían. De hecho, Kristine y Michael pasaron una época sin poder dormir porque la niña se pasaba la noche de pie, parada en el pasillo, como observando, buscando el momento de llevar a cabo sus amenazas. La pareja se vio obligada a esconder los cuchillos y todos los objetos punzantes por miedo a que les hiciera daño. El instinto homicida no paraba. De hecho, un día Kristine vio cómo Natalia le echaba lejía y derramaba limpia hogar en su café. Cuando se lo recriminó, la niña le dijo que estaba tratando de envenenarla.

Durante uno de los tratamientos, Natalia confesó ser mucho mayor de lo que parecía. De hecho, uno de los terapeutas llegó a decir que Natalia le había confesado que tenía 18 años. Cuando fue ingresada en el Hospital Larue Carter en Indianápolis, en junio de 2012, Natalia describió cómo había intentado matar a miembros de la familia y que no tenía remordimientos por ello.

Ese mismo mes, los Barnett solicitaron al Tribunal Superior del Condado de Marion en Indianápolis, que la edad de Natalia fuera "corregida" para que pudiera recibir el tratamiento psiquiátrico apropiado para un adulto. El juez consideró que las sospechas de la familia eran reales y aceptó modificar la edad de Natalia, que pasó de tener 8 a 22 años.

La familia alquiló un apartamento, donde viviría Natalia bajo la supervisión médica del estado. Además, le proporcionaron un seguro social, cupones de alimentos y un documento de identificación. Natalia comenzó a dar problemas y le alquilaron un nuevo apartamento en Lafayette. Kristine declaró que hablaba con ella a diario y que había planificado que obtuviera el certificado de Secundaria y fuera a la universidad.

"Dije que te he estado cuidando aquí como adulto, haré un año más de ayuda financiera, exactamente lo mismo que estoy haciendo por todos mis hijos", dijo. Con todas sus necesidades satisfechas y un futuro encauzado, Kristine y Michael se mudaron a Canadá para que su hijo Jacob pudiera ir al Instituto Perimetral de Física Teórica en Waterloo (Canadá). Natalia se quedó en su apartamento y cortó todo contacto con ellos. Los Barnett pensaron que Natalia hubiera dejado de tomar sus medicamentos y que probablemente habría vuelto a hacerse pasar por una niña para engañar a otra familia desprevenida. "Encontré un pequeño vestido rosa en su armario y una pequeña bicicleta rosa estacionada al lado de su casa", dijo Kristine que añadió que "la habría obligado a volver al tratamiento, pero ya no podía hacerlo porque era adulta".
"La última vez que hablamos por teléfono, ella me dijo que estaba cocinando espagueti para su nueva familia. No abandoné a nadie. Fui a Canadá para continuar la educación de mi hijo. Estas acusaciones son absolutamente devastadoras", añadió.
En cambio, la versión de los acontecimientos que da el Sheriff del Condado de Tippecanoe es totalmente distinta. Según indicó, un experto presentó una declaración jurada en junio de 2010 en la que indicaba que una prueba ósea determinaba que la niña tenía aproximadamente 8 años. Una prueba realizada dos años después seguía confirmando que la niña era menor de edad y que tenía alrededor de 11 años.

En cuanto a la declaración de la niña ante la policía en 2014, el sheriff consideró que era creíble cuando dijo que sus padres la habían dejado sola cuando sus padres se fueron a Canadá.

En 2016, una familia trató de adoptar a Natalia pero la intervención de los Barnett evitó que volvieran a aceptar el certificado de nacimiento de 2003. El juez escuchó a los testigos que argumentaron que Natalia tenía 22 años porque, entre otras cosas, vivía sola y decidió no cambiar la partida de nacimiento y mantener la edad en 22 años, tras lo que la pareja decidió retirar la petición de tutela.

Ahora, la fiscalía ha pedido el procesamiento de los Barnett (actulmente separados) por abandono de una menor. Kristine se entregó a las autoridades el pasado jueves y puesta en libertad tras pagar una fianza de (5.500 dólares). Michael se entregó a la cárcel del condado de Tippecanoe en Lafayette el mismo día tras pagar una fianza de 5.000 dólares.

Ambos deben comparecer hoy en el Tribunal Superior de Tippecanoe en Lafayette, que determinará su esta versión real de "La Huérfana" tiene o no final feliz.