Uno de los elementos que no pueden faltar en las ofrendas del Día de Muertos en México es la flor de cempasúchil, una flor endémica de Mesoamérica y que por décadas se ha relacionado con la muerte.
cempasuchil
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Popularmente se cree que esta planta ilumina el camino de los difuntos que visitan a sus familiares vivos el 1 y el 2 de noviembre, razón por la cual se pone un sendero de pétalos desde las puertas de las casas hasta las ofrendas o se adornan las tumbas de los difuntos con estas plantas.

De acuerdo con el Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera de México, la flor de cempasúchil era considerada por los mexicas como un símbolo de vida y muerte, además se usaba "para aminorar malestares del vómito, la indigestión y diarrea", pero no se menciona ningún uso ornamental.

Al respecto, el etnohistoriador Juan Pablo García, asistente de Investigación en la subdirección de Etnografía del Museo Nacional de Antropología, explica en entrevista para Sputnik que el concepto que actualmente tenemos de la ofrenda comienza a popularizarse a partir del siglo XIX, cuando se instaura el Día de Todos los Santos.
"La ofrenda como tal como la conocemos no existe en México sino hasta el siglo XIX, antes no se colocaban ofrendas a los muertos, no existen en ningún otro lado. Las ofrendas comienzan a ser vistas como una transformación de todas las creencias culturales que fueron las más importantes del siglo XIX. De ahí comienza ese juego macabro, ya como juego, de colocar panes y dulces y de imágenes de santos en las ofrendas", expuso.
El especialista resalta que el concepto de poner pisos, veladores, cempasúchil y la comida favorita de los difuntos es muy del centro del país, pues en diferentes partes de México se tienen diversos parámetros para montar la ofrenda.
"Todas las ofrendas son particulares, son espacios de conmemoración, fiestas de la memoria. Conmemorar es recordar. Ahora lo que vas a poner en las ofrendas es lo que le gustaba al difunto, no lo que te dicen que le pongas. Todas las ofrendas van a cambiar en todas los lugares", indicó.
El cempasúchil es contemporáneo

García Uriostegui asegura que no existe ningún registro histórico que sustente que las antiguas civilizaciones prehispánicas relacionaban el cempasúchil con los muertos.

"Se tiene el registro de que para el México prehispánico sí existe la flor de cempasúchil, sí, pero no es una flor de muerte, como la conocemos actualmente. Eso es un mito. La flor de cempasúchil tiene que ver con diferentes estadios del tiempo y que son hierbas que van creciendo en los montes, no fueron cultivadas a propósito. Era utilizada para ofrendar y para fiestas muy particulares del México prehispánico", aclaró.

El especialista sostuvo que el uso de la planta para el Día de Muertos fue impulsada a finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Después de la revolución, y como una estrategia para crear una nueva identidad nacional, ya que se promueve esta idea del cempasúchil y así "hablamos del indígena muerto y al indígena vivo lo dejan como campesino, relegado".

Lo anterior, según el investigador, bajo la idea de que "entre más antiguo y más folclórico, mejor".

El experto agrega que esta idea sobre el uso de la flor de cempasúchil no coincide con la realidad actual, pues varias comunidades indígenas dan un uso médico y ritual a la planta, y no sólo para el Día de Muertos.
"En las comunidades indígenas, no en todas pero en una buena parte (tal vez en los confines nahuas de Guerrero, de la Sierra Norte, de la Mixteca), si tú vas en cualquier temporada del año siempre hay flor de cempasúchil, no es una flor relacionada al Día de los Muertos, pero sí es una flor ritual. Todo este misticismo que puedes ver en internet sobre la flor es algo completamente inventado", sentenció.
Sobre las representaciones que el cine extranjero ha hecho sobre estas tradiciones (como en Coco, donde se refuerza la idea del cempasúchil como un puente entre los vivos y los muertos), Juan Pablo García considera que son buenas expresiones y lo importante es entender que no son un retrato fiel de nuestras tradiciones.
"El problema está en que la gente los replique como tradicionales, no creo que esté mal verlas, no creo que este mal tomarlas en cuenta, pero hay que tener en claro que son constructos a partir de creencias populares y que no tienen nada que ver con la idea del mexicano en torno a la muerte. Ni siquiera podemos decir 'del mexicano' porque no sabemos ni siquiera qué es México ni qué es ser mexicano", concluye.