Momias argentinas de unos 2.000 años de antigüedad albergan valiosa información genética en el cemento que adhiere piojos a los cabellos de los restos humanos, reveló una investigación científica publicada en la revista 'Molecular Biology and Evolution'.
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© AFP 2021 / Cris Bouroncle
La información genética extraída de estos piojos permite identificar que esta población humana migró del noroeste de la Amazonia a la zona andina del centro oeste de Argentina.

La investigación científica identificó que el porcentaje de ADN extraído de estos piojos equivale al ADN que puede obtenerse de los dientes.

La revista especializada especificó que es difícil obtener información de restos humanos antiguos por razones éticas, además de que métodos estandarizados para romper cráneos con miras a acceder a la información ósea de los restos suele estar prohibido por razones curatoriales.

Actualmente se ha alcanzado la obtención de ADN de fuentes diversas como huesos y dientes, patas de aves, excremento fosilizado, queratina y quitina, cáscaras de huevo y sedimentos en sitios arqueológicos.

La zona del cuerpo que mejor reserva la información genética son los huesos petrosos y los dientes por la dureza de su estructura, sin embargo extraerla requiere procesos destructivos y daño irreparable en especímenes de interés arqueológico, distingue la investigación.

Ante la demanda creciente de esta información se han desarrollado técnicas alternativas que eviten la destrucción mientras logren la extracción de datos genéticos.

Una fuente poco explorada de información genética son los parásitos, asientan los investigadores, capaces de preservar ADN antiguo.
"Ellos reservan el potencial no sólo de informar acerca de la dispersión en el pasado e interacciones entre huestes, sino para desenvolver condiciones de salud de grupos e incluso la causa de muerte de individuos", apuntaron.
Los piojos preservan información genética no sólo en cuerpos humanos sino también en el cabello de diversos mamíferos, sobre todo del Holoceno tardío.

"Una buena reserva de piojos antiguos aún existe en colecciones históricas de museos, con un número de nuevas especies de ectoparásitos siendo descritos desde cabello preservado, pieles, pelaje y plumas reservadas en estas colecciones", señaló la investigación.