Los globos y otros artefactos irrisorios que de repente surcan los cielos estadounidenses no son más que pasatiempo; armas de destrucción racional para dirigir nuestra atención allí donde no debemos hacerlo.
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Las reacciones de los dirigentes en connivencia con los medios terminan por conformar una nueva puesta en escena difícil de olvidar. No siempre es fácil acertar con las intenciones de los temerosos estados unidos, pero podríamos interpretar algunas secuencias que podemos considerar importantes.

01- Para luchar contra sus enemigos, la Casa Blanca siempre actúa del mismo modo. Antes de que se les acuse a ellos de sus políticas beligerantes, difunden la existencia de un enemigo dañino que está realizando actos que comprometen su seguridad y, por ello, están obligados a actuar en consecuencia. A atacar.

Pero no lo debemos olvidar. El ataque, ya se está produciendo desde hace tiempo, y es uno de sus objetivos como Estado Imperialista. Lo que nos proporcionan no son sino justificaciones para respaldar todos y cada uno de sus posibles actos.

Globos los hay desde hace tiempo surcando el cielo. Y globos yankees, a patadas. Y nadie todavía ha derribado ninguno de ellos. Diplomacia y geoestrategia internacional así lo consideraban.

Cualquier respuesta ante China, de este modo, comienza a tomar categoría de actuación realizada en defensa propia. Basta con observar el mapa de las instalaciones y bases militares del Pacífico y uno se echa a temblar. EEUU tiene allí un arsenal dispuesto para destrozar el mundo en dos minutos. Pero esta estructura armamentística no está allí como acto de defensa. No hace falta ser muy listo para recordar que sus costas y fronteras naturales distan miles de kilómetros desde allí, y es del todo lógico preguntarse por la razón de dicha circunstancia.
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02- Esta parodia informativa televisada a todo el mundo, en la que se muestran las increíbles aventuras de la aviación americana derribando objetos no identificados coincide con dos episodios en la sombra.

Por un lado, nos encontramos con el renombrado periodista estadounidense Seymour Hersh, que ha sacado a la luz lo que ya sabíamos, pero lo que nadie debería saber a través de los medios. EEUU dinamitó los famosos gasoductos del Nord Stream 2, y los hizo volar para asestar a Europa un duro golpe, sobre todo a Alemania.

Como es de esperar, este periodista será tachado (al igual que ocurrió con Julian Asasange), de antipatriótico y poco fiable a los ojos de nuestro mundo occidental. Y ya se encargarán sus compañeros de batallas propagandísticas de desacreditarlo. Pero ello no importa, sabemos hilar y seguir los rastros de los sucesos.

Por otro, nos hacemos eco del desastre ecológico que se produjo en Ohio, el 03 de febrero, y del que los queridos informadores occidentales llevan callando como si les fuera la vida en ello. Un desastre químico producido tras el descarrilamiento de un tren de la compañía Norfolk Southern, que posteriormente se incendió con cloruro de vinilo en sus vagones, un producto muy peligroso y hasta letal para los seres humanos. Y tal ha sido el secretismo y, por tanto, la catástrofe, que un vídeo publicado por la cadena de televisión estadounidense NewsNation muestra como uno de sus corresponsales, Evan Lambert, era empujado al suelo y arrestado por las autoridades mientras cubría una conferencia de prensa sobre el accidente de dicho tren.

03- En relación con los objetos no identificados, quiero manifestar una nueva preocupación. Esto no es algo nuevo. Ya vienen sucediéndose historias semejantes desde el fin de la pandemia. No me extrañaría nada que una nueva oleada de miedo se estuviera fraguando en las inmediaciones de la habitación donde duerme Joe Biden. Todo parece indicar que las continuas alusiones a los extraterrestres y la posibilidad (real dicen ahora) de que estén ahí, no sea sino el siguiente capítulo que va a tener que vivir nuestro querido mundo, asediado por fuerzas extrañas de las que nos tendremos que defender, o..., y ahí estará el quiz de la cuestión, doblegarnos a una serie de políticas, conductas, o intimidaciones de nuestra libertad, ante las que tendremos que claudicar (nuevamente) para estar preparados ante un mal que, de una u otra forma, deberemos evitar.

La política del miedo ya se instaló hace tiempo en nuestras vidas. Y dada la absoluta facilidad con la que ahora se puede desenvolver, se propaga una y otra vez, mientras la economía reconvierte su modelo asentando aún más a los poderosos, y dando el golpe de gracia a una población cada vez más anestesiada y confundida.

Es tal la situación a la que estamos llegando que la política está perdiendo todo su ser (si ya le queda algo). Y quienes quieren interpretarla se enfrentan a una parodia sin límites. Los partidos de derecha son quienes están criticando con dureza en Bruselas y Estrasburgo las acciones bélicas y contorsionistas de la OTAN y sus compinches. Los partidos de izquierdas abren sus puertas a la escalada bélica y sin tapujos tienden la mano a Stoltenberg (el ejemplo de los verdes en Alemania es una paranoia sin precedentes). Las antes organizaciones antiglobalistas aplauden la agenda 2030, y sectores de ultraderecha exigen que se detengan las políticas que se están marcando porque van a aniquilar la esencia de los pueblos y las naciones.

Todo es un desbarajuste de tales dimensiones que ya no sabes ni con quien tratar. Escuchar afirmaciones de la derecha que deberían ser propias de la izquierda empieza a convertirse en un sueño inquietante, pero de ello... daremos cuenta en el próximo capítulo.

OTAN No, Bases Fuera