Un golpe de Estado en una nación africana pobre no es algo inaudito, pero el contexto geopolítico actual le confiere una importancia global.

Por esta razón, el golpe ha sido popular, y algunos manifestantes han exigido la salida de Francia y la entrada de Rusia. En el nuevo entorno geopolítico en el que vivimos, los Estados africanos disponen ahora de mayor espacio político y opciones para expulsar la influencia occidental. Níger, un país sin salida al mar, empobrecido y asolado por la guerra, aunque rico en materias primas, está llamado a convertirse en una nueva frontera.
En la era de la unipolaridad estadounidense, los Estados de África quedaron expuestos a Occidente. Pobres, desesperadas e inestables, muchas naciones africanas se vieron obligadas a depender de sus antiguos señores coloniales, así como de Estados Unidos, para obtener diversas formas de ayuda. Esto fue especialmente cierto durante la época de la "guerra contra el terrorismo", cuando las insurgencias islámicas amenazaban la seguridad de sus poblaciones. Se desplegaron fuerzas especiales francesas y estadounidenses para luchar contra los terroristas en los Estados de África Occidental, por ejemplo en un horrible secuestro en un hotel de Malí en 2015. Sin embargo, esta ayuda, ya fuera financiera o militar, se producía a costa de exigir que los Estados africanos cumplieran las condiciones ideológicas de Occidente, una forma de neocolonialismo.
Sin embargo, el mundo ha cambiado. El contexto de la guerra contra el terrorismo ha terminado, y en su lugar vivimos ahora en un entorno geopolítico dictado por la fuerte competencia entre países poderosos -principalmente Estados Unidos y sus aliados frente a rivales como China y Rusia-. Este entorno significa que los Estados africanos tienen ahora otras "opciones" entre las que elegir para recibir ayuda, lo que les permite maximizar su propia autonomía y espacio políticos en lugar de cumplir las condiciones ideológicas de otro. Por ejemplo, se dice que los Estados africanos recurren cada vez más al Grupo Wagner para la seguridad en lugar de a la ayuda occidental, mientras que la iniciativa china de la Franja y la Ruta también significa que los Estados africanos ya no pueden ser explotados por organizaciones como el FMI.
En estas circunstancias, al ser los militares los actores políticos más fuertes en países inestables como Níger, se les presenta la oportunidad de hacerse con el poder y estar protegidos de la depredación occidental, porque en este sistema internacional Estados Unidos ya no puede llevar a cabo intervenciones militares unilaterales directas. Por ello, gobiernos y ejércitos han aprovechado la reacción antifrancesa en África Occidental para empezar a expulsar a los antiguos amos coloniales. En apenas un año, el ejército francés ha sido expulsado de Malí y Burkina Faso. Es de suponer que Níger sea el próximo. Sin embargo, persiste el riesgo de una guerra civil apoyada por Francia.
Si el golpe de Estado en Níger acaba triunfando, las nuevas autoridades tienen la intención de estrechar relaciones con Rusia, que puede convertirse en un nuevo garante de la seguridad mucho menos complicado. Mientras que China suele proporcionar ayuda económica y en infraestructuras a los Estados africanos, así como una garantía de no intervención y apoyo a la soberanía nacional, es menos abierta y comedida a la hora de proporcionar apoyo militar específico para aplastar a las insurgencias, lo que es más propio de Rusia.
Por supuesto, Níger también tiene importancia estratégica. Aunque es fácil descartarlo por ser un país sin salida al mar y empobrecido en medio del desierto, Níger tiene una reserva crítica de recursos naturales, como uranio, carbón, oro, mineral de hierro, estaño, fosfatos, petróleo, molibdeno, sal y yeso. Sus reservas de uranio figuran entre las mayores del mundo, lo que es absolutamente crítico para la energía nuclear. Por este motivo, Francia no está dispuesta a renunciar a Níger sin luchar, y puede avecinarse un posible conflicto por poderes. Si los intereses de Occidente en el país son derrotados, la pérdida estratégica de Níger en términos de los recursos que posee sería enorme, y es muy probable que China gane ventaja sobre Occidente en el proceso.
Todo ello ha convertido a Níger en la nueva frontera más improbable del mundo. Aunque hablar de golpes de Estado y guerras civiles en África pueda parecer corriente al público occidental, ahora se producen en un nuevo entorno geopolítico ampliamente percibido como una nueva Guerra Fría. La actitud condescendiente de Occidente hacia África, un continente que busca su propia independencia y prosperidad, está pasando factura. Se están abriendo puertas para otros actores, y por eso estamos hoy aquí.
Comentario: Véase también (en inglés):
La embajada francesa en Níger es atacada mientras manifestantes con banderas rusas desfilan por la capital