OF THE
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Debido a la emergencia sanitaria creada por el SARS-CoV-2, el virus causante de la enfermedad COVID-19, era necesaria la rápida implantación de una nueva tecnología de vacunación. Las vacunas de ARNm, al ser una de las nuevas tecnologías de vanguardia, despertaron un gran interés y ofrecieron muchas esperanzas.
El potencial de estas vacunas para prevenir ingresos hospitalarios y enfermedad grave en personas con comorbilidades se ha puesto en duda recientemente debido a la rápida disminución de la inmunidad de las vacunas. Cada vez hay más pruebas de que estas vacunas, como muchas otras, no generan inmunidad esterilizante, lo que deja a las personas vulnerables a infecciones recurrentes.
Además, se ha descubierto que las vacunas de ARNm inhiben vías inmunológicas esenciales, perjudicando así la señalización temprana del interferón. En el marco de la vacunación COVID-19, esta inhibición garantiza una síntesis adecuada de la proteína espiga y una activación inmunitaria reducida.
Se aportan pruebas de que la adición de un 100% de N1-metil-pseudouridina (m1Ψ) a la vacuna de ARNm [como con las vacunas de Pfizer y Moderna] en un modelo de melanoma estimuló el crecimiento del cáncer y la metástasis, mientras que las vacunas de ARNm no modificado indujeron resultados opuestos, sugiriendo así que las vacunas de ARNm COVID-19 podrían contribuir al desarrollo del cáncer.
Sobre la base de estas pruebas convincentes, sugerimos que en los futuros ensayos clínicos contra el cáncer o las enfermedades infecciosas no se utilicen vacunas de ARNm con un 100% de modificación m1Ψ, sino vacunas con un porcentaje menor de modificación m1Ψ para evitar la inmunosupresión.
"Hemos llegado a la conclusión de que no hay pruebas suficientes que respalden la seguridad o la eficacia clínica de las hormonas supresoras de la pubertad", declaró un portavoz del NHS al Telegraph el 12 de marzo de 2024.Diputados y personalidades de los medios de comunicación han salido en apoyo de esta medida. Pero, en realidad, la mayoría de ellos han guardado silencio sobre esta cuestión hasta ahora. Se ha considerado demasiado delicado y controvertido desde el punto de vista político para comentarlo, y la amenaza de ser tachado de "transfóbico" o "intolerante" ha desempeñado sin duda un papel importante en su silencio colectivo. Sin embargo, todavía no he conocido a nadie, fuera de las redes sociales, que esté de acuerdo en que los bloqueadores de la pubertad sean éticos o seguros. Afortunadamente, voces fuertes y valientes como las de J.K. Rowling, Allison Pearson, Molly Kingsley y Jordan Peterson han denunciado los peligros de esta práctica desde el principio. Ahora se ven claramente reivindicados.
Comentario: Véase también: (enlaces en inglés)