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La junta militar egipcia recibió ayer el mensaje de rechazo más contundente desde que se hiciera oficialmente con las riendas del país hace nueve meses. Decenas de miles de egipcios, en su mayoría islamistas, volvieron a abarrotar ayer la plaza Tahrir para protestar contra el intento de los militares de asegurarse poderes por encima de la Constitución y el propio Parlamento.

La protesta, que eleva la tensión política apenas diez días antes de las primeras elecciones libres en Egipto, tuvo réplicas en las principales ciudades del país.

«Hoy empieza una segunda revolución», aseguraba el médico Samir Mohamed, que junto a un grupo de liberales marchó ayer hasta Tahrir desde el barrio de Mohandisin. «Necesitamos una nueva era para Egipto, que sean los propios egipcios los que gobiernen y no un grupo de militares que son la esencia del antiguo régimen», señaló el doctor, una demanda que podía escucharse en todos los rincones de la plaza.

Los egipcios rechazaron ayer la propuesta de principios supraconstitucionales que quiere imponer el Ejército y criticaron a los militares por retrasar su traspaso del poder, que se había previsto para el pasado septiembre pero que, según la actual hoja de ruta electoral, no sucederá al menos hasta 2013.

La gota final

Hace ya muchos meses que el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas (CSFA) dejó de ser el órgano más admirado de Egipto para comenzar a recibir críticas por manejar al gobierno de transición cual marioneta y enjuiciar nada más y nada menos que a 12.000 civiles en tribunales militares. La masacre de manifestantes coptos el pasado 9 de octubre también les ha restado popularidad. Sin embargo, ha sido la propuesta de principios supraconstitucionales la gota que ha colmado el vaso de la paciencia de los egipcios.

Ayer, una gran mayoría de islamistas moderados y radicales - las fuerzas mejor organizadas y con mayor poder de convocatoria de Egipto - , pero también grupos laicos y partidos seculares se unieron para rechazar esta suerte de «Carta de Derechos» que el Ejército quiere imponer. El documento había sido reclamado por liberales y minorías como los coptos, que buscaban «blindar» la protección de los derechos humanos en la Constitución ante una más que posible victoria islamista en las elecciones que comienzan el próximo 28 de noviembre.

Sin embargo, el CSFA ha «colado» entre estos principios varios puntos polémicos con los que se reserva poder político en el futuro del país, así como un estatus por encima de la supervisión del Parlamento, del gobierno o de la propia Constitución. Un ejemplo de ello es que el Ejército, según la propuesta, no tendría que rendir cuentas ni desglosar el presupuesto militar ante el poder legislativo.

Mitin islamista

La junta militar también será la encargada, según este documento, de designar a dedo a los miembros de la futura asamblea constituyente que redactará la nueva Carta Magna, en lugar de que estos salgan de la composición del nuevo Parlamento. Este punto es el que más ha enfurecido a los islamistas, que prevén contar con una holgada mayoría en la próxima Cámara baja, y que ayer volvieron a hacer una demostración de fuerza en Tahrir.

La manifestación de ayer, que a ratos se asemejaba a un gran mitin político de partidos islamistas moderados como «Libertad y Justicia», el brazo político de los Hermanos Musulmanes, o salafistas como «El Nur», ha sido una de las más numerosas desde que Hosni Mubarak fuera obligado a dimitir el pasado 11 de febrero. Decenas de personas habían dormido en la plaza desde la noche anterior, y ya a primera hora de la mañana comenzaron a llegar autobuses fletados por los grupos islamistas que traían a manifestantes desde las afueras de El Cairo y que se unieron a un gran rezo colectivo al mediodía.