Dos días después del doble asesinato de una madre y su pequeña hija de seis años, la ciudad entrerriana de Victoria no alcanza a comprender. "Él era pegador, pero jamás pensamos que podía llegar a matar", contó ayer Chiche, el papá de Gisela Sofía Lanieri, de 25 años, y abuelo de Valeria Agustina Carrizo, de 6. "Era imposible de ver (la escena del crimen). El se llevó a mi hija y a mi nieta", dijo el hombre en la puerta de su casa en Sarmiento al 900, a una cuadra del lugar donde el domingo de madrugada fueron se desató el drama.

La causa presunta del doble homicidio fue asfixia mecánica. Lo inexplicable para los pesquisas era definir la manera en que se produjeron las muertes. No había marcas de violencia y las víctimas no realizaron movimientos defensivos.

El domingo aproximadamente a las 8 de la mañana se inició la búsqueda de un hombre de 33 años, pareja de Gisela y padre de Valeria. José Carlos Carrizo, entrerriano de Victoria, fue acusado por el juez de Instrucción José Alejandro Callejas por homicidio simple (por Gisela Lanieri) y homicidio agravado por el vínculo (por su hija Valeria).

"No existe ningún indicio que nos haga desviar la atención de Carrizo como principal sospechoso", indicó el comisario mayor Carlos Pérez, jefe de la Departamental de policía de Victoria. Fuentes allegadas a la pesquisa indicaron que se realizó un sondeo en el sur rosarino, en barrio Las Flores, ya que Carrizo, tras una dura pelea con Gisela, estuvo viviendo dos meses allí en casa de un amigo. El resultado negativo.

El perfil que los vecinos de Victoria dieron de José Carlos Carrizo es el de un hombre retraído, de pocas palabras y muy pocos amigos. Hasta hace tres semanas trabajó como albañil y según confiaron los Lanieri, el lunes tenía planeado viajar a Mar del Plata para comenzar a trabajar en un frigorífico pesquero.

La ruptura. Un detalle aportado por los padres de Gisela suena como móvil posible del drama. "Gisela me contó que lo agarró en la habitación, muy tranquila, y le dijo: «Estoy con vos porque sos el padre de mis hijos. Pero ya no siento nada»", explicó Felisa, la mamá de la difunta, de 49 años. Y agregó al relato: "Ella le dijo «Esta vez te vas a tener que ir vos porque esta casa la alquilé yo para mi y mis hijos»". Chiche aportó: "Desde ese momento mi hija estaba contenta. Me decía: «Papá, ahora él se va a ir a Mar del Plata y yo voy a poder hacer mi vida. Andar en moto con mis hijos sin problemas»".

Amor y muerte. Chiche y su esposa Felisa hablan del final de su hija Gisela como una tragedia evitable, si alguien hubiera sabido cómo. Chiche es nacido en Pueblo Nuevo, tiene 57 años y ganó buena parte de su vida trabajando como caddy en los campos de golf. Hoy trabaja en el Victoria Golf Country Club. En ese empleo conoció a Felisa, que era camarera en uno de los clubes donde le tocó trabajar.

En Rosario tuvieron a la primera de sus cuatro hijos: Gisela, que nació en el hospital Provincial. Luego la familia marchó al Chaco profundo para trabajar en la cosecha y hace 15 años se afincaron en Victoria, de donde era oriundo el padre de Chiche. "Ella es mi compañera desde hace 28 años y todo lo hicimos juntos", reflexionó Chiche. La contrafigura de esa imagen de pareja de su hija mayor.

"Estaban juntos hace diez años y tuvieron tres separaciones. Hace unos meses ella le dio una nueva oportunidad, pero la cosa no marchaba", relató Felisa. Tras la última gran ruptura, Gisella con sus dos hijos cruzó la ciudad de la Siete Colinas (como se reconoce a Victoria) y se afincó en el cuatro cuartel (barrio), en la zona norte.

Hace cuatro meses ella le alquiló a Raúl, el propietario, una pieza de 4 metros por 4 en la esquina de Bartoloni y Constitución. Una habitación donde la joven mujer se las ingenió para colocar una cama de dos plazas, una cucheta, una mesa, una cocina y una heladera. El baño era compartido. La vivienda está ubicada frente a la casa de una de sus hermanas y a una cuadra de la casa de sus padres, que viven por calle Sarmiento, la paralela a Bartoloni. La casa está rodeada por malezas, dos chasis de Renault 4, varias cocinas a medio desguazar, un horno de barro y una pila de cubiertas viejas. En el mismo predio hay otra habitación en la que vive un hombre sólo.

En ese ámbito mínimo transcurría la vida de Gisela y sus hijos mientras no trabajaba en el frigorífico de pescados de agua dulce Epuyen. Allí era operaria en turnos de 6 de la mañana a 17 horas de lunes a sábados. El domingo era el día en que podía dormir un poco más.

La fatal novedad. El único sobreviviente de la tragedia es el hijo de ocho años de Gisela y Carlos que tiene un retraso madurativo. El nene asiste a la Escuela Especial Privada N 4 Dinad (Defensa Integral de Niños y Adolescentes Deficientes).

Según se pudo reconstruir, el domingo a las 0 hora, Gisela y sus dos hijos estaban en la casa. A esa hora la hermana de Gisela se cruzó y le golpeó la puerta para devolverle un dinero que le había prestado. Gisela, sin abrir, le respondió que le dejara el dinero por debajo de la puerta. En ese momento fuera de la casa estaba la moto Motomel color naranja de Gisella.

A la mañana siguiente, cuando el hijo regordete de la pareja se levantó la moto ya no estaba y su madre y su hermana estaban muertas. Sin advertirlo, el nene salió de la casa y se fue de los abuelos. Ahí Felisa le preguntó por su mamá y el pequeño le contó que dormía. "Le hablé, pero estaba dura", respondió con ingenuidad el chico.

Ahí los abuelos se lo llevaron para su casa. En medio se toparon con el incendio de una casa en Sargento Cabral y Bartoloni, a una cuadra de la casa de Gisella, lo que los demoró. Al llegar al lugar se toparon con la escena que cambió sus vidas para siempre.