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Los Estados Unidos de América, paladines de los ideales de "democracia" y "libertad", alarmados porque en el resto del mundo no se ve reflejado puntualmente su espléndido sistema de gobierno, sino muy por el contrario, el florecimiento de soberanías regionales, de defensas agresivas de riquezas nacionales, de democracias populares, de regímenes con economías anticapitalistas contrarias al exitoso modelo neoliberal, de políticas de tinte socialista procurando imponer una justicia social con equidad y autonomía con la clara intención de independizarse de nuestra supremacía mundial y menoscabar nuestra seguridad nacional, todo ello en contravía del bienestar y la prosperidad de los ciudadanos estadounidenses aquí y en el resto del planeta, y de paso pretendiendo desprestigiar el American way of life o el American Dream que con tanta eficacia logramos hacer realidad en beneficio de la humanidad, como medida de protección hemos resuelto erradicar de la faz de la tierra el secreto y las conversaciones privadas, interceptando las comunicaciones entre gobiernos o entre gobernantes y gobernados, o entre individuos y organizaciones, en la industria y el comercio o, incluso, entre familiares y amigos, puesto que esta privacidad se constituye en arma peligrosa atentatoria de la integridad y el destino tutelar que la Historia ya nos reconoce, siendo nuestra Estatua de la Libertad -La libertad iluminando el mundo- testimonio infalible de ello.
Como por fuera de nuestros emblemáticos principios de democracia y libertad todo es susceptible de devenir en terrorismo y narcotráfico, para contrarrestar tal peligro se hace necesaria una invasión a la privacidad de todos los seres humanos, y la implementación de una práctica global de espionaje, por lo que obraremos en consecuencia accesando a la información privada de los ciudadanos sin miramientos a la normas constitucionales propias o extrañas de la previa orden judicial.
Debemos señalar que nuestro mayor interés con este revolucionario sistema de espionaje orbital apunta no sólo hacia las comunicaciones militares y diplomáticas extranjeras, sino a todas las que nuestro radar capture buscando conocer en detalle la calidad y cantidad en el tráfico electrónico y de telefonía, averiguando quién se comunica con quién en el planeta y para qué, ya que el enorme espectro de esta empresa nos facilitará el almacenamiento y análisis del océano de información que circula por Internet, considerando que en 2015, 2.700 millones de personas estarían inmersas en sus redes.
Con todo y que ya existe lo que denominamos ECHELON (sistema de vigilancia conocido por el público en 1976), y que tiene como misión el espionaje y análisis de las comunicaciones electrónicas mundiales alcanzando una cifra de interceptación de alrededor de tres mil millones de ellas cada día, decidimos poner en funcionamiento, a partir de septiembre de 2013, una novedosa y ultramoderna maquinaria informática perfeccionada y de alta velocidad en lo que llamaremos el Centro de Datos de Utah, a cargo de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA), con la finalidad de examinar, repetimos, todas las comunicaciones por radio y satélite, de Internet y telefonía móvil, teléfonos fijos, faxes y correos electrónicos que en el futuro puedan producirse.
Inicialmente invertiremos en el programa 2 mil millones de dólares en concordancia con la excelente Iniciativa Integral para la Ciberseguridad Nacional, plan propuesto en 2008 por el ilustre y prestigioso presidente George W. Bush como consecuencia de la experiencia que nos dejaran los ataques del 11 de septiembre de 2001. Ahora, por lo tanto, buscaremos neutralizar radicalmente las progresivas amenazas de ciberataques que podrían afectar la red electrónica de la nación o nuestro vital mercado financiero.
Quedamos advertidos.
El más sofisticado y agresivo aparato de espionaje registrado por la historia del hombre será muy pronto una realidad. Desde su base se podrán grabar al mismo tiempo todas las comunicaciones que la arrolladora tecnología actual ofrece, desde una inocente llamada telefónica hasta uno de esos cada vez más utilizados trinos. Todo un descomunal caudal de información y datos, y todo un incuantificable y precioso material secreto para descodificar. Incluso, habría que ver el origen y la razón de aquel movimiento bancario, del clamor por la enfermedad de un pariente, del divorcio de tal o cual pareja, del costo de los electrodomésticos adquiridos a crédito, de su desplazamiento a otra empresa o a otra ciudad, o de aquella llamada recibida o aquel correo enviado por cualquier ser humano que haga uso de éstas, en adelante, sospechosas comunicaciones interpersonales.
Y para que esta nueva política diseñada por el Coloso del Norte se aplique bajo las condiciones de su impecable concepción de democracia y libertad, nadie en nuestro globo terráqueo se mantendrá por fuera de ella, ni dejará de gozar de sus "beneficios".
En conclusión, se almacenará toda la información que transite por las redes, desde un proyecto militar, científico, político o económico, hasta un susurro del corazón, puesto que nadie sabe si la intrascendencia del mensaje personal de hoy o el aparente ropaje rutinario de algunos códigos entre enamorados, o entre Estados, compañías o instituciones, incluidas las religiosas, en particular las musulmanas, mañana terminen siendo un tesoro que los avances tecnológicos puedan descifrar.
Es el nuevo Big Brother que revive el pánico orwelliano ante nuestras comunicaciones acechadas. Es la macabra práctica invasiva con traje de robot que vigilará cuidadoso desde nuestras más íntimas voces, hasta el más hermético de nuestros sueños.
La humanidad, pues, ha sido notificada.
En aras de la libertad y la democracia, a partir de ahora nada quedará oculto bajo el sol del Imperio Norteamericano.
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