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El gobierno de Irak pide a los EE.UU. que devuelva todos los tesoros arqueológicos, saqueados durante la invasión norteamericana a este país, en 2003, pero Washington ha ofrecido restituir sólo la mitad de ello.


Irak rechazó la oferta de los EE.UU. acerca de la devolución de la mitad del archivo de los judíos iraquíes, que fue transferido, previamente, desde Bagdad, la capital iraquí, al país norteamericano, durante la invasión estadounidense, insistiendo que su país tenía que restaurar todo el archivo, según informó, el domingo, el periódico iraquí Al-Sabah.

De acuerdo con la página Web paltoday.ps, las fuerzas estadounidenses que habían recibido este archivo según un acuerdo oficial con la Organización de Patrimonio Cultural de Irak, lo trasladaron a EE.UU. bajo el pretexto de mantenerlo, y se esperaba su devolución a mediados del año 2006.

Sin embargo, transcurridos seis años desde la fecha fijada para la entrega, los documentos y las obras históricas iraquíes todavía permanecen confiscados por los estadounidenses en un lugar parecido a la prisión de "Guantánamo Cultural".

Los expertos han revelado que el mencionado archivo incluye cerca de 3.000 documentos y 1.700 obras históricas raras pertenecientes a la época babilónica.

También, el archivo contiene la copia más antigua del "Talmud" (una obra que recoge principalmente las discusiones rabínicas sobre leyes judías, tradiciones, costumbres, leyendas e historias) y la copia más antigua de la "Tora" y otros manuscritos, que se preservaban, debido a la importancia de los mismos, en el edifico del Ministerio de Inteligencia de Irak.

El ministro de Turismo y Arqueología iraquí, Lava Samisam, reiteró que el archivo de los judíos iraquíes es parte del patrimonio iraquí.

Samisam informó, el 11 de junio, que EE.UU. había transferido el archivo, además de cerca de 1.000 antigüedades a Israel, cuyo régimen ha sido el principal cómplice del robo de dichas obras históricas.

Según los expertos, el régimen de Israel intenta tergiversar la historia de la región para la obtención de sus propios objetivos.

Esta información provocó la indignación de los arqueólogos y los funcionarios que acusan a Washington de saquear el patrimonio cultural de Irak, y disuadir a las autoridades iraquíes de continuar la cooperación cultural con los EE.UU.