"(...) Lo que no se vale es la hipocresía y la doble moral de quienes condenan una forma de terrorismo, al mismo tiempo que tratan de justificar el terror de los estados".
Imagen
El pueblo defendiendo a la familia de Aríns en el momento del desahucio.
La extrema voracidad de una banda de criminales se está llevando las vidas de más de 23.000 personas en toda España en los últimos cuatro años. Buena gente desesperada, sin esperanza, que se quita la vida por razones económicas, acosados por la mafia bancaria, por la corrupta y terrorista usura, tan amiga de los gobiernos de un régimen que apesta, que se muestra al mundo con miles de escándalos de corrupción política, donde todo tipo de personajes de los partidos políticos afines a la basura, de la monarquía, aparecen cada día en los medios de comunicación con una nueva trama, policías con pasamontañas sacando cajas repletas de papeles, ordenadores y otras pruebas de sus constantes delitos, prevaricaciones y abusos de poder.

El 19 de septiembre de 2014 una humilde familia de Aríns, Santiago de Compostela, fue expulsada de su vivienda por los esbirros policiales. Carlos y María con dos hijos y una persona mayor a su cargo con movilidad reducida se quedaban en la calle. De nada sirvió la lucha heroica de Stop Desahucios, sus constantes movilizaciones para evitar un nuevo atentado terrorista. Esta pobre gente se quedó en la calle sin nada, para que cuatro mafiosos llenaran sus cuentas corrientes con la sangre de un nuevo asesinato premeditado.

Este lunes 21 de septiembre de 2015, un año después, Carlos se ha suicidado, ha sido asesinado por estos mafiosos, por estos delincuentes que para hacerse multimillonarios no les importa mancharse sus manos de sangre obrera.
Imagen
¡Ni olvido, ni perdón!

Este luchador infatigable no ha podido más, las presiones de esta gentuza se lo han llevado directo a la muerte, la desesperación de perderlo todo, la terrible angustia que acompaña la mala situación económica, los desahucios planificados desde sanguinarios ministerios y gobiernos genocidas, que no se cortan, que asesinan, que matan, que destruyen las vidas de las personas humildes, las que no llegan a fin de mes, las que sufren para que sus hijos/as no pasen hambre, pero que en un momento de tristeza y desolación deciden aliviar tanta tristeza quitándose la vida.

He llegado a la conclusión de que cada suicidio económico es celebrado a lo grande en los coches oficiales y despachos de la mafia política entre putas y rayas de miseria humana.