Putin
© Aleksey Nikolskyi / SputnikPresidente de Rusia, Vladimir Putin
Periodistas, columnistas, académicos, expertos, políticos, el hombre común en la calle - todos tienen algo en común: todos creen saber qué es lo que quiere Vladimir Putin.

La frase exacta "lo que Putin quiere" ha aparecido en Google más de 22,000 veces. Al mismo tiempo, la pregunta "¿qué es lo que Putin quiere?" ha aparecido más de 9,000 veces - así que parece que los pocos que no lo saben, quisieran averiguarlo.

Señalando con el dedo a Moscú y haciendo afirmaciones sin fundamento sobre "lo que Putin quiere" para ganar puntos políticos, se ha convertido en la estrategia más predecible - pero es una estrategia popular porque es notablemente simple y conveniente. Ninguna sustancia requerida, solo alarmismo pasado de moda.

En EE.UU., los esfuerzos para vincular a Rusia con la política doméstica han ido desde lo absurdo hasta lo totalmente cómico. Asignado en el papel una vez más del Imperio del Mal, Rusia se ha convertido en uno de los temas más persistentes en lo que se juega como tal vez el mayor descarrilamiento de una elección presidencial en la historia.

Para Hillary Clinton, nadie ha sido un chivo expiatorio o un coco más conveniente que el presidente ruso, como lo demuestra su contínua estrategia de tratar de enterrar el contenido de varias filtraciones poco favorecedoras, al insistir en que cualquier cosa que se refleje negativamente en ella es simplemente parte de una estrategia del Kremlin por desacreditarla y ayudar a Donald Trump a la victoria.

Esa idea - de que Putin quiere que Trump gane - ha sido uno de los tropos más perdurables de la elección. Curiosamente, la aseveración se deriva de los comentarios favorables que el propio Trump hizo acerca de Putin - no al revés. De hecho, Putin no ha dicho casi nada acerca de Trump. En una ocasión lo llamó un personaje "colorido" - y la propaganda gigantesca del "romance de hermanos" Putin-Trump, despegó desde ahí.

¿Qué "es bueno" para el Kremlin?

Así que, ya que todo mundo está en ello, voy a poner mi granito de arena: En un mundo ideal, Putin probabemente no quisiera que ninguno de estos candidatos desastrosos ganara la presidencia. ¿Y por qué lo querría?

Contrariamente a la creencia popular, ninguno de los dos está diciendo algo que indicará, en términos sinceros, que entienden el trabajo duro que costaría mejorar de forma genuina las relaciones entre los dos países. No es una simple cuestión de "¿No seria bueno que nos llevarámos bien con Rusia?"; necesita haber un reconocimiento serio de los peligros a los que se enfrentaría el mundo si nos moviéramos más y más hacia una segunda Guerra Fría más peligrosa.

Clinton ha dejado en claro que no tiene interés en mejorar las relaciones con Moscú. Ha llamado repetidamente a Putin un dictador, e incluso lo compara con Hitler. Su política exterior estará totalmente en desacuerdo con el Kremlin desde el primer momento - y es probable que sea mucho más agresiva al respecto de lo que Barack Obama ha sido. Durante el último debate presidencial, volvió a confirmar su compromiso con la aplicación de una zona de exclusión aérea en Siria; un movimiento que podría conducir a una guerra abierta entre dos potencias nucleares sobre una nación que ya está debilitada y devastada.

Trump, por otra parte, parece estar impulsado por el ego y y delira acerca de la inmensa influencia que cree que tendría con el líder ruso. Para dar un ejemplo particularmente apto, el año pasado Trump sostuvo que Putin rendiría al "traidor" Edward Snowden y lo mandaría de vuelta a EE.UU. con un chasquido de dedos: "Si soy presidente, Putin dice ¡bum, estás fuera! Les garantizo eso," dijo.

Trump también se ha echado para atrás con sus cumplidos hacia Putin, y ha cambiado de opinión repetidamente sobre Siria. Primero acusa a Rusia de haber causado, ella sola, el rompimiento de un reciente cese al fuego que duró poco y se queja de que Putin no tiene respeto por EE.UU.; y después vitorea sobre las acciones de Rusia en Siria, diciendo que le gustaría unirse. Mientras tanto, su elección para vicepresidente, Mike Pence, salió la semana pasada para abogar por una política de Siria casi idéntica a la de Clinton, mientras que insultaba a Putin mostrándolo como un "pequeño y abusador " líder. Trump ya ha dicho que no está de acuerdo con Pence sobre Siria, pero de todos modos esto envió más mensajes confusos.

En el pasado, Trump también pidió sanciones contra Rusia con respecto a la crisis en Ucrania, y pidió una intervención con más fuerza por parte de EE.UU. en ese país, antes de cambiar de nuevo sus ideas y cuestionar por qué EE.UU. tiene cualquier intromisión en los negocios en Ucrania en lo absoluto, llamando a la cuestión sobre la unión de Crimea con Rusia "el problema de Europa".

¿El mal que conoce o el mal que no conoce?

Pero el Kremlin y sus agentes no son estúpidos. Están muy conscientes de que lo que Trump dice el lunes podría estar totalmente en desacuerdo con lo que dice el martes o el miércoles. Es poco probable que Putin disfrute la idea de alguien así en control de la política exterior estadounidense. En efecto, hay algunos que creen que Putin preferiría tratar con Clinton simplemente porque ella es la entidad conocida y sus políticas serán tan predecibles. Anti-Rusia, sí, pero no una partida impredecible de lo que Moscú ha llegado a esperar. Esas personas podrían argumentar que el diablo conocido es mejor que el desconocido.

Después están los asuntos de personalidad. Usualmente es mejor alejarse de los psicoanalistas novatos en estos asuntos; pero, la mayoría de los líderes no muestran todas sus facetas de personalidad con tanta libertad como lo hace Donald Trump. Hemos escuchado recientemente que a Trump no le gusta ser "eclipsado" por nadie.

Según informes, estaba furioso de que su compañero en la carrera presidencial había obtenido mejores resultados en su propio debate de los que él mismo obtuvo. También ha demostrado ser muy sensible a cualquier desaire en su contra. Para él, la idea de que alguien podría estar riéndose de él u obteniendo ventaja sobre él, es exasperante. Probablemente sería justo decir que estos rasgos podrían tener sus raíces en una profunda inseguridad y que esto se traslada a la forma en que habla del lugar de Estados Unidos en el mundo. Está obsesionado con la idea de que EE.UU. se ha vuelto "débil" con Obama y debe reafirmarse como un poder fuerte. A tal fin, también ha comentado que la relación que desea mantener con Putin sería una donde "nosotros [EE.UU.] tengamos la fuerza" - no Putin y Rusia.

Se le da demasiada atención a la relación, que prácticamente no existe, entre Trump y Putin. Los medios han lanzado y exagerado cualquiera de sus comentarios que puedan ser percibidos como pro-Rusia, mientras que ignoran el resto. Ahora existe una amplia suposición en Estados Unidos de que Trump y Putin podrían llevarse como una casa en llamas y el mundo se haría añicos bajo su maldad combinada.

Se le presta poca atención a las cosas que Trump dice - y las formas en las que ha cambiado de opinión - que indican que puede que no todo sea días soleados y rosas. Por su parte, el Kremlin se ha quejado de que es enfermo que estén siendo arrastrados por las políticas domésticas de los dos candidatos para que puedan adquirir puntos.

¿Y para Putin? Él ha dicho que quisiera trabajar con la persona que pueda tomar decisiones responsables e implementar acuerdos: "Su apellido no importa."

¿Jill Stein, alguien?