¿Quién dice que EE.UU. tiene un doble discurso?... Bueno, para serle honesto, yo lo digo. EE.UU. tiene doble discurso, doble rasero, doble estándar, doble moral,... en fin, pase lo que pase, EE.UU. siempre buscará impresionar dando una imagen inmaculada, mientras que en los hechos se comportará miserablemente.
doble rasero
© Internet¡Viva la Paz!
Aún así, más allá de los esfuerzos por erigirse ante los ojos del mundo como estandarte de los valores más sublimes, en ocasiones son tan torpes que se les escapa hasta por los poros su naturaleza canallesca.

En el día de ayer, una funcionaria de la Casa Blanca, comentando la "nueva" estrategia de seguridad nacional que el mismo Donald Trump dará a conocer este 18 de diciembre, expresó que EE.UU. no pretende imponer su modo de vida a nadie, aunque aclaro que SÍ cree que existen ciertos "valores universales"...

La idea de fondo detrás de esta "nueva" doctrina de seguridad parece ser que, en términos teóricos, EE.UU. jamás osaría intervenir ni soslayar los límites soberanos de ninguna nación,... a menos que esas naciones no respeten lo que ellos creen que son valores universales, a los que por cierto TODOS deberían subscribirse.

Lo curioso del asunto es que cuando la funcionaria enumeró estos famosos valores universales lo hizo de este modo: "[...] creemos que el libre mercado, un pujante sector privado, la estabilidad política, el Estado de derecho, los derechos humanos y la paz convienen a todas las naciones [...]".

No se que pensará a usted, pero este particular ordenamiento a mí me sugiere una cierta jerarquía en la escala de valores que ciertamente parece determinar la forma en que el gobierno estadounidense opera.

Enlistados primeros se encuentran el "libre mercado" y un "pujante sector privado", principios capitalistas por excelencia. Ambos constituyen la base de la pirámide, lo que esencialmente condiciona la definición y aplicación de los restantes "valores universales".

Siguiendo esta lógica, la "estabilidad política" estaría entonces supeditada a las principios capitalistas sobre los que se sostiene la pirámide de "valores universales norteamericanos". De ser así, esta supuesta "estabilidad" se materializaría sólo para satisfacer el "libre mercado" y "empujar" al sector privado. Explicado de otro modo: dada la dinámica capitalista, donde es común que unos depreden a otros, la "estabilidad política" de una nación depredadora, sería posible en tanto se desestabilicen las naciones depredadas.

Sobre la misma línea, se ve claramente que el "estado de derecho" y los "derechos humanos" están subordinados a los mismos principios capitalistas; por tanto no resulta difícil imaginar que para los hacedores de realidad de Washington el respeto por el "derecho internacional" y la consideración por los "derechos humanos", sólo entrarían en su agenda en tanto las máximas supremas del libre mercado no sean perjudicadas.

Finalmente, acovachada en un rincón olvidado y sombrío, abusada y violada hasta casi extinguirla, se encuentra la "paz". Esta pobre desdichada, en teoría debería ser el lucero que conduce cada paso que da la humanidad, pero para los patócratas que rigen los destinos de EE.UU., no es más que mercancía con la que negocian y coaccionan sobre el resto del mundo.

¡En fin! Nada nuevo bajo el sol, pero es agradable que cada tanto se les corra (aunque sea sólo un poco) la máscara y asome por un instante el verdadero rostro del monstruo.