¿Por qué el tiempo transcurre en una sola dirección? Esta una de las grandes preguntas sin respuesta que traen de cabeza a los científicos. Desde que el astrónomo Arthur Eddington describiera por primera vez la flecha del tiempo, aquella que siempre apunta al futuro, han sido muchos los físicos que han tejido posibles explicaciones para el fenómeno

Quantum Entanglement
Recientemente, un equipo de científicos brasileños ha ido un paso más allá: han conseguido, en un experimento de laboratorio, revertir la flecha y hacer que el tiempo transcurra en la dirección opuesta.

Su trabajo, recogido en el repositorio virtual arXiv, les permitió observar cómo un objeto frío calentaba a uno más caliente, algo impensable en la naturaleza.

Hasta ahora, se han barajado varias explicaciones para justificar la tendencia del tiempo a transcurrir hacia el futuro. La principal señala que su dirección viene marcada por la Segunda Ley de la Termondinámica.
"Es por eso que una taza de café calienta las manos de quien la sostiene y no al revés o unos huevos revueltos nunca volverán a su estado de huevos crudos", ejemplifican en un artículo sobre este estudio en la revista del MIT.
Sin embargo, hay otro factor relacionado con esta regla física: la evolución del universo en expansión, que se transforma, poco a poco, en un sistema cada vez más desordenado energéticamente. Esta transición unidireccional determina el avance del tiempo.

Los investigadores, de la Universidad Federal de ABC (en el estado de São Paulo) han logrado por primera vez crear un sistema con unas condiciones iniciales diferentes a las de nuestro universo que, por tanto, evoluciona de distinta manera. En él, el tiempo transcurre en la dirección contraria a la habitual,

El exótico sistema está formado por una mezcla de cloroformo disuelto en acetona. El primer compuesto contiene un átomo de carbono, uno de hidrógeno y tres de cloro.

El conjunto representa el tablero de juego perfecto para los físicos: aplicando un magnético es posible alterar el giro de los núcleos atómicos del carbono y el hidrógeno y conseguir así su entrelazamiento cuántico. Es decir: pasan a actuar como un solo sistema en lugar de como unidades individuales.

Este estado cuántico cambia la forma en que se comportan las partículas y se invierte el flujo de calor que circula entre los núcleos de ambos átomos. En vez de ir del más caliente al más frío, la energía se transmite en el sentido opuesto.

En este tipo de sistemas, podrían ocurrir fenómenos inverosímiles: que los huevos revueltos en una sartén volvieran a su estado inicial o que tus manos calentaran el café ardiendo de una taza, justo al revés del ejemplo que se mencionaba anteriormente.

El trabajo tiene importantes implicaciones en el estudio de la dimensión temporal y su relación con el entrelazamiento cuántico y la entropía o desorden energético.

Demuestra, además, que el fenómeno no solo ocurre a nivel microscópico, pues el experimento podría realizarse a mayor escala con muchas más moléculas, lo que significa que podrían fabricarse dispositivos donde la energía transcurra de las regiones frías a las calientes. Es decir, donde la flecha del tiempo apunte en la dirección opuesta.