En el último trimestre se han contabilizado 35 incidencias, 15 más que en el mismo periodo de 2016. Del total de las activaciones treinta fueron del nivel amarillo y cinco alertas naranjas, varias motivadas por las depresiones atlánticas 'Ana' y 'Bruno'
oleaje san sebastian
Invierno es poco menos que sinónimo de temporal. Lo dicen las cifras. En los tres últimos meses del año pasado, la Dirección de Atención y Emergencias y Meteorología del Gobierno Vasco llegó a activar en 35 ocasiones algún nivel de aviso por inclemencias adversas, es decir, la comunidad autónoma registró un aviso cada tres días. Los más recientes han sido por nieve, lluvia, viento y bajas temperaturas. El pasado fin de semana, las intensas nevadas generaron un caos circulatorio de magnitud en dos de las principales vías de comunicación de Gipuzkoa (la N-1 y la A-15, que se cerraron al tráfico), aun cuando las agencias meteorológicas habían activado el nivel naranja. Cientos de personas quedaron tiradas en la cuneta.

Los meses que acumulan el mayor número de avisos son los tres últimos de cada año y los primeros del siguiente ejercicio. De octubre a diciembre de 2017 se contabilizaron 35 avisos, 15 más que el mismo periodo del ejercicio anterior. Del total, treinta fueron del nivel amarillo y cinco naranja. Varios de estos últimos fueron consecuencia del paso de dos profundas depresiones: 'Ana' y 'Bruno'. La primera trajo consigo rachas de viento de categoría huracanada. Las estaciones de Euskalmet arrojaron registros espectaculares. La máxima se dio en Orduña, a casi mil metros de altitud, donde una racha llegó hasta los 174 kilómetros por hora. La misma agencia vasca midió 145 kilómetros en Punta Galea, en Bizkaia, 133 en Zarautz y 112 en Ordizia. Esta situación provocó caídas de árboles y desprendimientos en fachadas. Además, el temporal de mar, con olas de casi seis metros de altura cerca de la costa, tampoco produjo desperfectos en el litoral.

'Bruno', por su parte, se llevó por delante lo que pudo. Derribó árboles, señales de tráfico, elementos de fachadas, tiró por los suelos motocicletas que estaban estacionadas en la vía pública, desplazó contenedores, provocó desprendimientos... La lista de las incidencias fue extensa. En algunos puntos de la comunidad, los vientos alcanzaron también niveles huracanados. En la localidad vizcaína de Lekeitio se midieron rachas de 149 kilómetros por hora, mientras que en el monte Jaizkibel se alcanzaron 123.

Desde el paso de estos dos fenómenos, prácticamente no ha habido una jornada de tranquilidad. Las lluvias han sido protagonistas a lo largo de las últimas semanas. Solo en el mes de diciembre se midieron en el observatorio del monte Igeldo 232 litros por metro cuadrado, cuando la media del centro es 167 litros. En Hondarribia la precipitación fue asimismo abundante, con 222 litros, cuando lo normal en ese mes es 181 litros.

Diciembre dejó también avisos por una importante nevada que obligó a activar el nivel naranja. El día 11, los copos de nieve cubrieron gran parte del territorio. La adversidad meteorológica provocó el cierre de la A-15 y Etzegarate en unos momentos en los que ambas vías soportaban una elevada densidad debido al desplazamiento de muchos usuarios a sus lugares de trabajo u otras ocupaciones. Fue el preludio de lo que estaba por venir: el caos circulatorio del pasado fin de semana.

De diciembre a marzo

El periodo del año que discurre de diciembre a marzo ha totalizado el mayor número de activaciones de avisos en el último trienio. En 2017, el 60% de los avisos y alertas que en Euskadi decretó la Dirección de Atención y Emergencias y Meteorología se activaron en dicho periodo. El pasado año este servicio accionó en 126 ocasiones alguno de los niveles de advertencia, de los que 79 fueron en los meses considerados propiamente invernales.

De los doce meses del año pasado', enero fue el que registró más avisos, con 25, de los que todos menos uno fueron del nivel amarillo. En el conjunto de 2017 se contabilizaron 126 activaciones, 20 de ellas naranjas, de las que cuatro fueron por fenómenos costeros adversos y cinco por viento. También se puso en marcha el mismo nivel en tres ocasiones en el transcurso del verano por «temperaturas altas persistentes», aseguran de la Dirección de Emergencias vasca.

Del análisis de los datos ofrecidos por Emergencias relativos a los tres últimos años, la única alarma roja se registró en 2016. El 9 de marzo de ese año, las aguas del Cantábrico dieron un zarpazo. Una mar embravecida castigó el litoral guipuzcoano. Lo hizo, además, con nocturnidad. Olas, muchas de ellas de más de nueve metros de altura, causaron numerosos destrozos. Establecimientos hosteleros anegados, locales de ocio y centros para la práctica de actividades deportivas también inundados, paseos afectados, barandillas engullidas por el oleaje, pretiles arrancados... El mar exhibió aquella madrugada su capacidad destructiva.

Era la tercera vez que en tres años se decretaba la alarma roja. Las dos anteriores se produjeron en febrero y marzo de 2014. Estos temporales fueron todavía más destructivos. El del día 2 de febrero fue mucho más que un temporal. El mar castigó con dureza la costa vasca. La guipuzcoana no se salvó de la devastación. En Donostia, el oleaje lanzó contra las fachadas de viviendas del Paseo de Salamanca rocas y piedras, algunas con un peso superior a 100 kilos.

Un mes más tarde, el 3 de marzo, la borrasca atlántica 'Christine' mantuvo en vilo a Gipuzkoa. La depresión llegó acompañada de fuertes vientos y lluvia intensa, aunque sus efectos quedaron bastante atenuados porque no coincidieron la pleamar y las olas de mayor altura.

De entre las alertas contabilizadas desde 2015 hasta la fecha cabe asimismo destacar que 14 fueron a causa de la formación de galernas, un fenómeno casi exclusivo del extremo este del Golfo de Bizkaia. En todos los casos fueron de nivel amarillo.

Las alertas, en cualquiera de sus niveles, sin embargo, no siempre son respetadas por la población. Tanto es así que la semana pasada, el Ayuntamiento de Donostia acordó multar a quienes no respetaran las medidas de seguridad. En ocasiones, las imprudencias obligan a intervenir a los cuerpos de élite de salvamento que han de arriesgar sus vidas por salvar las de otros.

El año pasado, los equipos de rescate de la Ertzaintza efectuaron 230 actuaciones. Del total de salvamentos, en los que también tomaron parte otros organismos, se tramitó un expediente sancionador, ya que la práctica se desarrolló dentro del ámbito de las actividades de riesgo contemplados en la ley de tasas. Se trataba de una actividad relacionada con una práctica del trial-moto, a cuyo conductor se le facturaron 1.205,95 euros. El hecho tuvo lugar en abril, en el término alavés de Okendo.