Según un reciente estudio, la desaparición de estos colectivos humanos se vio afectada por abruptos cambios en las condiciones meteorológicas, los cuales tuvieron un impacto negativo en las fuentes de alimentación.
rain lluvia
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Investigadores del Instituto de Arqueología del londinense University College (UCL) han llegado a la conclusión de que la drástica reducción de las antiguas poblaciones en América del Sur que comenzó hace aproximadamente 8.000 años se debió a la alternancia de períodos muy húmedos y períodos muy secos, según el estudio publicado el pasado 9 de mayo en la revista Scientific Reports.

"Los arqueólogos que trabajan en América del Sur han tenido amplio conocimiento de que hace unos 8.200 años, sitios habitados en varios lugares del continente fueron repentinamente abandonados. En nuestro estudio queríamos establecer la conexión entre registros dispersos que van desde los Andes del Norte, a través del Amazonas, hasta el extremo sur de la Patagonia y todas las áreas intermedias", explicó el autor principal, doctor Philip Riris, citado en el sitio web de UCL.

Los arqueólogos estimaron los cambios en la población entre el siglo X antes de Cristo у el inicio de nuestra era, analizando 5.450 pruebas de radiocarbono realizadas en casi 1.400 lugares arqueológicos de América Latina. Posteriormente, el equipo científico comparó la cantidad de precipitaciones con las fluctuaciones de los niveles poblacionales. determinados según el número de monumentos alzados en un período dado.

Los resultados de la investigación demostraron que en las zonas de los Andes tropicales y las partes norte y oeste del continente los índices de las mayores fluctuaciones de las lluvias coincidieron con las mayores disminuciones de la población humana.

Clima extremo

Según el estudio, a lo largo de más de 2.000 años, aproximadamente entre los siglos VI y IV a.C., períodos extremadamente secos y extremadamente húmedos se alternaron con una frecuencia de cinco años, cuando antes esto solo ocurría cada 16-20 años. Tales cambios abruptos en las condiciones meteorológicas tuvieron un impacto negativo en las fuentes de alimentos pues los antiguos habitantes de América Latina no eran capaces de predecir las siguientes lluvias torrenciales o sequías.