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El poder de convocatoria de Puigdemont, Torra y compañía se ha desinflado. La Diada dio los primero síntomas del agotamiento y el hartazgo de los catalanes con una clase política que les ha llevado al abismo y del que la marcha atrás parece casi imposible.
La Guardia Urbana ha cifrado en 18.000 los manifestantes que han recorrido este martes las calles de Barcelona. Un 1000% menos que el año pasado, cuando la propia policía de Colau daba como cifra de asistencia 180.000 manifestantes.
Al grito de "¡ni olvido, ni perdón!", la ANC no ha sido capaz de movilizar a la sociedad civil. La detención de los siete terroristas CDR la pasada semana, a los que se les incautó material para fabricar explosivos, habrá provocado que muchas personas hayan preferido quedarse en casa ante los desvaríos independentistas.
La cabecera de la manifestación del 1-O ha llevado una pancarta con el lema 'Lo hicimos y ganamos' junto a una urna del referéndum.
Tras pasar por la sede de la Comisión Europea, la movilización ha girado por la calle Provença en dirección Pau Claris y ha descendido por la calle Roger de Llúria, donde ha parado ante la Delegación del Gobierno, y los manifestantes han gritado "¡Fuera las fuerzas de ocupación!".
También han coreado otras consignas como "¡Libertad presos políticos1", "¡Puigdemont, nuestro presidente!" y "¡Las calles serán siempre nuestras!".
Además han gritado "¡Nuestra sentencia es la independencia!", en referencia al fallo que el Tribunal Supremo (TS) tiene que dictar sobre el proceso soberanista del 1-O en los próximos días.
Comentario: La revolución de las sonrisas se está convirtiendo en la revolución de la violencia: