"En el lado oriental, una nube negra y horrenda, desgarrada por destellos sinuosos y relampagueantes de fuego, se abría en largas llamaradas. Tinieblas de nuevo: ceniza, densa y pesada". Así describió Plinio el Joven la erupción del Vesubio que sepultó Pompeya en el siglo I y que constituye la primera documentada en toda la historia. La última ha sido la del volcán White Island el 9 de diciembre, en Nueva Zelanda, que se ha cobrado la vida de casi una veintena de personas.
El volcán Whakaari, en la isla de Nueva Zelanda del mismo nombre, en plena erupción.
El volcán Whakaari, en la isla de Nueva Zelanda del mismo nombre, en plena erupción.
Una erupción como la ocurrida en esta isla del Pacífico puede producirse en cualquier zona volcánicamente activa del planeta en la que, además, haya agua disponible en las circunstancias adecuadas, explica a 20minutos la directora del Observatorio Geofísico Central del Instituto Geográfico Nacional (IGN), Carmen López. Esta afirmación abre la puerta a que España, y especialmente Canarias, sean escenario de un fenómeno de este tipo.

España cuenta con áreas volcánicamente activas, esto es, donde se han producido erupciones o fumarolas en los últimos 10.000 años, mayoritariamente en Canarias. "Sin embargo, la probabilidad de que algo parecido a lo de Nueva Zelanda suceda en el archipiélago es muchísimo más baja que en White Island. En Canarias ocurren de media aproximadamente 3 erupciones cada siglo y en la serie histórica apenas ha habido una con actividad similar a esta", asegura.

Tajante al respecto se muestra David Calvo, vulcanólogo y responsable de comunicación del Instituto Volcanológico de Canarias (Involcan), que niega la posibilidad de que una situación como la de White Island se produzca en España. "Hablamos de comportamientos muy distintos. White Island es muy explosivo, en un contexto geológico muy distinto a los volcanes canarios", afirma.

Canarias, tres erupciones por siglo

Aunque las Canarias constituyen la más conocida de España, existen otras zonas de origen volcánico en el territorio peninsular, como la comarca de La Garrocha (Girona), Campos de Calatrava (Ciudad Real), Cabo de Gata (Almería), Cofrentes (Valencia) o las Islas Columbretes (Castellón). La desigual popularidad probablemente obedezca a que muchas de estas áreas dejaron de estar activas hace miles de años, a diferencia del archipiélago.

"Entre ellas, solamente en Canarias, La Garrocha y quizás Campos de Calatrava se han producido erupciones durante los últimos 10.000 años, por lo que pueden considerarse zonas volcánicas activas. En España, todas las erupciones históricas -aquellas que han quedado registradas por el hombre a lo largo de los siglos- han ocurrido en este archipiélago, en concreto en las islas de Tenerife, La Palma, El Hierro y Lanzarote", ahonda López.

En los últimos 500 años, se han registrado 13 erupciones en las Canarias, una media de 3 por siglo. Sin embargo, no se producen de forma regular, ya que, por ejemplo, en el XVIII ocurrieron 5 en tres islas diferentes. "Muy distinto es el caso de la comarca de La Garrocha, en la que son mucho menos frecuentes, con un tiempo de reposo entre erupciones de unos 10.000 años", apunta la directora del Observatorio Geofísico Central.

Protocolo autonómico y nacional

Para poder afrontar hipotéticas situaciones de peligro que representen una amenaza, existen protocolos de actuación recogidos en el Plan Estatal de Protección Civil ante el Riesgo Volcánico y en su análogo en la comunidad autónoma de Canarias, el PEVOLCA. Este último es el que opera mientras la gravedad de la emergencia no es suficiente como para trascender a escala nacional.

En ellos se establece cómo llevar a cabo el seguimiento de la actividad volcánica y cómo actuar en caso de erupción o preerupción, con la finalidad de minimizar sus efectos y disminuir la exposición de la población y los daños de las estructuras fundamentales. Para ello, hay un código de alertas y fases (verde, amarilla, naranja y roja) que recoge, entre otros, puntos de control, coordinación de la logística y procedimientos de educación.

La toma de decisiones depende de la fase y la situación de la emergencia declarada, con la opción de activar los planes anteriores a escala insular, autonómica o nacional, según el riesgo. El IGN declara la alerta científica con sus propios datos o tras evaluar los disponibles de otras instituciones y el nivel es establecido y modificado por el máximo responsable del plan.

"Hoy la vigilancia volcánica que hay en nuestro territorio nos permite saber en tiempo real qué está pasando bajo nuestros pies. La tecnología en este campo es absolutamente de vanguardia y disponemos de los equipos más modernos que hay ahora mismo en el mercado", señala Calvo, que compara las herramientas disponibles en España con las de Japón, Italia o Hawaii.

El volcán Tagoro: erupción en El Hierro en 2011

A finales de 2011, los habitantes de El Hierro notaron cómo el suelo temblaba bajo sus pies, preludio del fenómeno que estaba a punto de desencadenarse: una erupción volcánica submarina que se prolongó desde el 10 de octubre hasta el 5 de marzo del año siguiente. Semanas antes de que estos seísmos fueran percibidos por la población, el IGN ya había identificado los primeros síntomas de actividad anómala en forma de pequeños terremotos al norte de la isla.

A partir de este primer registro fuera de lo habitual, el IGN comenzó un exhaustivo seguimiento de la sismicidad de la zona, que creció con rapidez, e informó a Protección Civil del Gobierno Autónomo de Canarias, que activó el PEVOLCA. A consecuencia de la intensidad de los terremotos, se cerró el túnel de Los Roquillos y se evacuó a la población que vivía más cerca de la pared de El Golfo. La actividad siguió 'in crescendo' y el 10 de octubre se registró una señal de tremor volcánico que marcó el inicio de la erupción.

La cercanía de la actividad eruptiva, que, aunque era submarina, fue percibida en tierra como una vibración cada vez más energética, justificó que el PEVOLCA elevase el semáforo a rojo y recomendase la tarde del 11 de octubre la evacuación de la población de La Restinga. Al mismo tiempo, se prohibió el tráfico marítimo y aéreo en un radio de 4 millas náuticas de la erupción y se cerraron los accesos a la localidad.

Poco después, se produjo una segunda evacuación preventiva de la población de La Restinga debido a la concentración de gases en las cercanías, hasta que el 5 de marzo de 2012 se dio por finalizada la erupción. El Tagoro es un volcán clasificado como monogenético, es decir, solo puede dar una erupción, por lo que no genera ningún peligro. Sin embargo, no se puede descartar que se produzca nueva actividad en la zona.

"La erupción de El Hierro nos recordó que este archipiélago está muy vivo, y que su dinamismo es intenso. Las estadísticas, si les hacemos caso, nos dicen que en las próximas décadas tendremos nuevas erupciones en Canarias, pero son solo eso, estadísticas", recalca el portavoz de Involcan.