En Guatemala se agudiza día con día la violencia contra las niñas, adolescentes y contra las mujeres en general sin que haya una solución a corto plazo.
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La violencia en Guatemala a todo nivel es una constante que no da tregua. Las primeras semanas del 2020 se han visto manchadas con sangre de niñas y niños asesinados brutalmente, los casos que más han conmocionado a la sociedad son: el de 3 niñas decapitadas a principios de febrero, la muerte a balazos de 2 niños que no superan los dos años y el caso de una menor violentada y calcinada por su propio familiar, quien a pesar de haberse entregado a la justicia, no había elementos para retenerlo.

Pero, los hechos de sangre contra menores solo son la culminación de una serie de abusos a los que se someten día a día a las niñas y los niños en Guatemala y de acuerdo al Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), existen agravantes.

En otras palabras, el especialista de protección de Unicef, Justo Solórzano, advierte que se está normalizando la violencia, pero las malas noticias no terminan allí, a pesar de todo el esfuerzo institucional, el mal va en aumento.

Según datos oficiales, solo en enero de 2020 se reportaron 980 denuncias relacionadas a violencia sexual, en su mayoría dentro del perímetro de la ciudad capital, aunque las organizaciones proniñez y adolescencia coinciden en que el mayor número se encuentra en el anonimato, principalmente en los diferentes departamentos del país, dentro del seno familiar.

Uno de los temores más recurrentes de las víctimas y sus familiares, sobre todo de las madres que pierden a sus hijas a causa de la violencia contra la mujer, es que los delitos queden impunes pero más allá de eso, que los perpetradores queden en libertad y cobren venganza.