"Ahora no, estoy diciendo misa". Al párroco de Soncino, en Lombardía, Lino Viola, no le intimidaron los 'carabinieri' que vinieron a interrumpir la celebración en curso e incluso se acercaron al propio altar. No había más que un puñado de fieles.
Un sacerdote italiano se negó a interrumpir la misa tras ser apercibido por la policía
Afortunadamente, hay vídeo, o la escena parecería una 'fake news' más propia de una tiranía anticristiana como la china. Pero no, es en la 'católica' Italia, en la provincia lombarda de Cremona, en Soncino, donde un anciano sacerdote expulsa al policía que ha subido al altar para notificarle la multa de 270 euros por vulneración del decreto de confinamiento y para hacerle hablar con el alcalde por teléfono, como leemos en La Nuova Bussola Quotidiana.

"Ahora no, estoy diciendo misa", repite don Lino al agente que se ha subido al altar justo cuando va a iniciar la oración de la consagración. "No voy a hablar con el alcalde, estoy celebrando misa". Y aprovecha que el agente se retira para seguir: "Orad hermanos para que este sacrificio mío y vuestro...".

El caso de Soncino contrasta poderosamente con la docilidad que hemos visto en casos españoles, pero sobre todo llama la atención sobre una extralimitación evidente de las fuerzas del orden, aquí como allí, que exigen a la Iglesia más de lo que el propio decreto estipula, con la aquiescencia de la propia jerarquía, que lejos de protestar ante esta poco disimulada persecución se ha apresurado a prohibir misas públicas y extremar las precauciones sanitarias más allá de lo obligado.