Son pocos los que niegan que la situación vivida en Lampedusa en los últimos dos días no se veía venir. El martes, cerca de 800 inmigrantes tunecinos se fugaron del Centro de Identificación y Expulsión (CIE) de la isla italiana después de que un grupo de ellos provocara un incendio en el recinto.


La Policía lanzó una operación en vano para detenerlos a todos pero ayer por la mañana, durante una manifestación en el puerto, dos personas amenazaron con volar un depósito de gasolina simulando que prendían fuego a dos bombonas de butano que habían sacado del CIE.

Medio centenar de lampedusanos reaccionaron indignados lanzándoles piedras y gritándoles: "¡Os hemos acogido, ahora os largáis de aquí!" Los inmigrantes respondieron igual y la Policía cargó con fuerza, causando al menos 11 heridos, uno grave.

Dentro del CIE, donde habían dormido unas 400 personas al raso, otra pelea dio paso a una carga de la Policía que acabó con decenas de tunecinos atrapados contra una valla y que no tuvieron más remedio que saltar una altura de tres metros para escapar de los golpes.

El alcalde de la localidad, Bernardino de Rubeis, se ha visto desbordado por una situación que según él, "era previsible" y clamó contra la inmovilidad del Gobierno: "Lampedusa también es Italia, pido a Maroni [Roberto, ministro de Interior] y al jefe del Estado que vengan aquí y vean en primera persona lo que está pasando", dijo indignado.

"Estamos en estado de guerra. El Estado debe mandar inmediatamente helicópteros y barcos para trasladar a los tunecinos que están vagando por la isla después de haber incendiado el centro", insistió. El estado, efectivamente, era de guerra por toda la isla, porque los ciudadanos, por temor a hipotéticos saqueos o acciones violentas de los inmigrantes, se habían organizado en grupos patrullando las calles.

Un clásico en la isla

Lo que sucedió fue un clásico de la historia de la isla en la última década. Durante la pasada semana fueron llegando pequeños grupos de tunecinos en embarcaciones sin que el Gobierno pusiera en marcha el dispositivo de los últimos meses para trasladarlos a otros centros de Italia. El domingo, ya había 1.500 personas hacinadas (el CIE tiene capacidad para 850) sin que nadie les diera una solución. Y estalló el conflicto.

Casi 200 inmigrantes fueron trasladados el martes por la noche en dos aviones del Ejército y ayer el ministro de Interior, Roberto Maroni, anunció que el Gobierno se comprometía al traslado inmediato de todos los tunecinos en menos de 48 horas. El problema ahora es que el CIE ha quedado completamente destruido y mientras dure el buen tiempo, los inmigrantes seguirán tratando de llegar a Europa.