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El encuentro de un sicario con su víctima acabó de una manera poco habitual: en lugar de matar a la mujer el asesino se enamoró de ella.

Carlos Roberto de Jesús, un asesino a sueldo de Brasil, recibió alrededor de 500 dólares de María Nilza Simões para que acabase con la vida de Iranildes Aguiar Araujo, la supuesta amante de su marido. Al encontrarse con Iranildes, Carlos se dio cuenta de que no podía cumplir las órdenes de su cliente por la pasión que despertó en él a primera vista.

El hombre le confesó sus sentimientos a su querida y para protegerla y además recibir la suma prometida simuló el asesinato con ayuda de dos botellas de kétchup y un cuchillo que le puso bajo el brazo. Mandó a la cliente la foto de la escena como prueba de que el objeto de sus celos había muerto.

El engaño salió a la luz tres días más tarde, cuando María encontró a Iranildes viva, sana y besando al sicario. Para vengarse, la celosa mujer acudió a la policía y declaró que Carlos le había robado mil dólares. En el proceso del interrogatorio al que fueron sometidos todos los implicados en la historia, los policías aclararon la confusa situación. El sicario y su víctima potencial fueron acusados de fraude y la organizadora del crimen, de un intento de asesinato premeditado.