Viajamos a Camboya planeando contar la historia de un escape exitoso de la esclavitud moderna, pero lo que encontramos fueron historias de más mujeres atrapadas en esclavitud para pagar sus deudas en Malasia.


En Camboya, nos topamos con mujeres que habían escapado, pero también nos enteramos de decenas de otras trabajadoras atrapadas en circunstancias similares, incapaces de regresar a casa a menos que pagaran sus "deudas" a una agencia de reclutamiento.

Una madre, a la cual no podemos nombrar por su temor a las represalias, explicó cómo tuvo que vender su pequeña parcela para liberar a una de sus hijas de esta terrible situación. En ese momento estaba desesperada por liberar a su hija más joven, de 22 años, a quien llamaremos Chanary para proteger su identidad.

Nos acercamos a la agencia, la cual reclutó tanto a Chanary como a otras mujeres y después de que en un principio nos invitaron a sus instalaciones para una entrevista, repentinamente nos dimos cuenta de que nos habían encerrado. Yo estaba realmente preocupado por nuestra seguridad.

La dueña, Ung Rithy, tiene contactos influyentes en la policía y el gobierno.

Cuando Ung Rithy llegó, ya habíamos logrado persuadir a su personal de abrirnos las puertas y nos quedamos esperando en la calle. Ung Rithy le ordenó inmediatamente a su personal tomar nuestro equipo. Se abalanzó sobre nuestra cámara y comenzó un forcejeo, sin embargo, logramos escapar con nuestro video.

Posteriormente, Rithy accedió a una entrevista y luego cambió de opinión, remitiéndonos con el Ministerio del Trabajo. Era claro que a la compañía no le agradaba que los reflectores estuvieran sobre su negocio. Y eso se debe a que parece implementar prácticas muy cuestionables y poco éticas.

Testigos nos han dicho que se enfocan en chicas jóvenes e ingenuas de aldeas con promesas de empleos lucrativos en el exterior. Sin embargo, descubrimos que la realidad de dichos empleos es muy diferente.

En los días siguientes, buscamos a Chanary, quien dijo que fue capturada en Malaysia y que su pasaporte había sido confiscado por la agencia. Dijo que no le estaban pagando los 250 dólares que le había prometido, ganando sólo 100 dólares al mes tras varias "deducciones".

Quizá lo más impactante fue que le dijeran que ahora estaba endeudada con la agencia de Ung Rithy. Para que pudiera regresar a casa, tenía que pagar mil dólares, una cantidad que le tomaría años ahorrar.

En la práctica, estaba esclavizada, esclavizada por endeudamiento lejos de casa sin forma de escapar. Ella y algunas de sus amigas intentaron huir, pero no llegaron lejos sin sus pasaportes, pronto fueron recogidas por la policía de Malaysia y fueron obligadas a regresar a Penang a la fábrica donde trabajaban turnos de 12 horas, generalmente siete días a la semana.

Una de las amigas de Chanary, quien afirma tener 17 años, dijo que le dieron un pasaporte falsificado que indica que tiene 22, dado que en Malaysia es ilegal emplear a trabajadores extranjeros menores de 18 años.

Nos acercamos a la fábrica de electrónicos JCY donde trabajaba Chanary. En un comunicado, JCY señaló lo siguiente: "La mayoría de los trabajadores entregan voluntariamente sus pasaportes a sus agentes respectivos para guardárselos y ellos pueden recuperar sus pasaportes en el momento en que lo soliciten. No obstante, investigaremos este asunto con todos nuestros agentes para asegurarnos de su cumplimiento. Asimismo, todos los trabajadores de nuestra planta tienen libre acceso a nuestro departamento de recursos humanos y a la dirección para reportar cualquier queja que tengan. Tratamos de resolver todas las quejas de manera justa y equitativa".

Respecto al tema de que una de sus trabajadoras fuera menor de 18 años, JCY agregó: "Esta es una acusación extremadamente seria. Malaysia tiene leyes muy estrictas en relación a la trata de personas y pasaportes falsificados. Los exhortamos a que si ustedes efectivamente tienen tal evidencia o información, lo reporten inmediatamente a las autoridades de Malaysia, incluyendo a la policía.

Asimismo, como política de la empresa, no empleamos a ningún trabajador extranjero menor de 18 años".

JCY provee de equipo computacional a varios gigantes mundiales en electrónica, incluyendo a Western Digital, que también se negó a ofrecer una entrevista.

A través de un comunicado, Western Digital comentó a CNN: "Una parte crítica de nuestra oferta es nuestro compromiso por cumplir con los lineamientos del código de estándares laborales de la Electronics Industry Citizenship Coalition (EICC), el cual puede encontrarse como parte del Código de Conducta del EICC en esta liga".

"La reciente solicitud de CNN aceleró nuestra auditoría programada para una segunda instalación de JCY, la cual fue culminada la semana pasada (junio de 2001).

"Revisamos nuestros resultados con la dirección de JCY y estamos trabajando juntos para aplicar acciones correctivas con la finalidad de asegurar que JCY cumpla con las condiciones de la EICC".

"En caso de que no haya un mejoramiento efectivo y sostenido, se tomarán otras medidas, las cuales pueden incluir la interrupción de nuestra relación con ese proveedor".

Hubiese sido bonito reportar que como consecuencia de nuestra investigación Chanary regresó a casa con su madre en Camboya.

Pero aún sigue atrapada trabajando largos turnos en JCY para pagar su "deuda" con la agencia de Ung Rithy. Y Western Digital sigue teniendo a JCY como proveedor.

Sin embargo, Chanary afirma que su salario y condiciones laborales han mejorado dramáticamente a partir de que CNN comenzó con su investigación.

Sólo deseo que al exhibir lo que está ocurriendo, quizá pronto a Chanary y a sus amigas finalmente se les permita regresar a casa.