
© Antonio Calanni/APSilvio Berlusconi y don Luigi Verzè se conocieron en los años 80 en Milán.
La caída del 'Cavaliere' arrastra a su guía espiritual, un sacerdote megalómano artífice del prestigioso hospital de San Raffaele de Milán, ahora en quiebra con un oscuro agujero de 1.500 millones.Los destinos de Silvio Berlusconi y el sacerdote don Luigi Verzè -en Italia los curas llevan el 'don' delante- se unen en Milán, en los años setenta, durante sus primeros pinitos como mangantes. Luego alcanzarían cotas inimaginables.
El futuro magnate contaba con una fortuna de origen misterioso y créditos de la Banca Nazionale del Lavoro y el Monte dei Paschi di Siena, entonces controlados por la potente logia masónica ilegal Propaganda Due (P-2), de la que el joven empresario era afiliado. Carnet número 1816, como se supo años después. Berlusconi compró un terreno de 700.000 metros cuadrados en las afueras de Milán para construir una urbanización de lujo, Milano Due. Con una pega: estaba al lado del aeropuerto de Linate. Entonces actuó la Providencia, al estilo berlusconiano.
Regaló una parcela a don Verzè para construir un hospital y con ese pretexto y gracias a sus buenas maneras lograron desviar la ruta de los aviones. El precio de los pisos se triplicó. Fue el inicio del imperio de Berlusconi. Y el de Verzè, que allí construyó el hospital San Raffaele, uno de los mejores de Italia, con un centro de investigación de vanguardia, y luego una universidad. Un fin encomiable; pero los medios, no tanto.
Sobre los métodos de estos dos iluminados ('Yo y Cristo', en este orden, es el título de uno de los libros de Verzé), debe recordarse que
el cura fue condenado a un año y cuatro meses por intentar corromper a un asesor regional, que no se prestó al juego. Aunque en segunda instancia el delito prescribió, como tantas veces en el carrerón judicial de su amigo Berlusconi.
Para los jueces el cura era «un empresario hábil y sin complejos, bien relacionado en ambientes financieros y políticos sin escrúpulos en el plano ético y penal». Algo de eso pensaba el Vaticano, que ya lo había suspendido 'ad divinis' en 1973. En cambio para Berlusconi este sacerdote, habitual en su casa hasta en Navidades, era un santo varón. Y él pensaba lo mismo de su mecenas: «Un don de Dios a Italia», dijo cuando ganó las elecciones.
El cura es el confesor personal del magnate, aunque en su estilo: «don Verzè me confiesa y me da la absolución sin que yo diga nada, porque me conoce». Y el San Raffaele es su hospital de confianza. En él financia una investigación para alargar la vida a los 120 años, se dice que es allí donde resolvió sus problemas de disfunción eréctil tras una operación de próstata y en él ha sido ingresado varias veces, como en diciembre de 2009, después de la agresión de un desequilibrado con una estatuilla. Esto dijo Verzè en una nota, con su prosa visionaria, cuando dieron el alta a su amigo: «Has versado un poco de Tu sangre por este nuestro País. Ya habías trabajado tanto y sufrido incomprensiones y humillaciones. ¡Todo para hacer el bien y destruir el mal! Así el buen Dios lo dispuso incluso para su Hijo Jesús».
Comentario: Si observamos detenidamente la conducta del gobierno estadounidense, es posible vislumbrar un claro perfil psicopático. Para obtener una mayor comprensión sobre el cómo y el porqué de lo que acontece en nuestro mundo, desde SOTT recomendamos la lectura de los siguientes artículos:
- ¿Qué es un psicópata?
- Patocracia: ¿Un mundo feliz o 1984?
- Ponerología 101: Trepando a la cima
- Ponerología 101: Serpientes en traje