
© DesconocidoRobert Gates y Barack Obama.
La operación militar aliada en Libia marca un cambio estratégico importante. Washington ha renunciado a una guerra de ocupación y ha subcontratado a sus aliados las futuras operaciones en tierra. Thierry Meyssan describe un nuevo paradigma estratégico de los Estados Unidos: la globalización forzada se interrumpe, la era de los dos mundos comienza.
A menudo se dice que los generales no anticipan el cambio que viene y preparan la próxima guerra como si debiera ser similar a la anterior. Esto se aplica a los comentaristas políticos: interpretan los nuevos eventos no por lo que son, sino como si repitieran a los que les precedieron.
Cuando los
movimientos populares derrocaron a Zine el-Abidine Ben Alí en Túnez y en
Egipto, Hosni Mubarak, muchos pensaban asistir a una «revolución de jazmín» [1] y una «revolución de la flor de loto» [2], al igual que las revoluciones coloreadas que la CIA y la
NED han llevado a cabo de forma encadenada desde la desaparición de la URSS. Algunos hechos parecen darles la razón, como la presencia de agitadores serbia en El Cairo o la difusión de la propaganda [3]. Pero la realidad era muy diferente. Estas rebeliones eran populares y Washington intentó, sin éxito, desviarlas para su provecho. En definitiva, tunecinos y egipcios no aspiraban a la
American Way of Life (el estilo de vida estadounidense), sino más bien para deshacerse de gobiernos títeres manipulados por los Estados Unidos.
Cuando se produjeron disturbios en Libia, estos mismos comentaristas han tratado de recuperar la zaga de la realidad al explicar que en esta ocasión, se trataba de un levantamiento popular contra el dictador Gaddafi. A continuación, acompañaban sus editoriales de dulces mentiras, presentando al coronel como un eterno enemigo de la democracia occidental,
olvidando que colaboraba activamente con los Estados Unidos desde hace ocho años [4].
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