El suelo, por rico que sea, no puede dar fruto si no se cultiva. De la misma manera, la mente sin cultivo tampoco puede producir. Nuestro cerebro es nuestro jardín y es probable que lo que sembremos sea lo que cosechemos.
Desde Aristóteles hasta la filosofía actual, la idea de que el carácter hay que forjarlo ha estado latente. No siempre tenemos cualidades innatas o elegimos la mejor opción para nosotros mismos o para los demás.
En realidad, solo un entrenamiento potencia nuestras habilidades. Si no nace en ti, siembra. Nuestro carácter, o al menos buena parte de él, es el resultado de nuestra conducta.El escritor y periodista Alphonse Karr decía que todo hombre tiene tres variedades de carácter: el que realmente tiene, el que
aparenta y el que cree tener.
Una parte importante de nuestro carácter viene definida por cómo reaccionamos ante las diferentes situaciones. Es también la forma de expresar esta manera de reaccionar, señalando que se posee un perfil determinado, característica o inclinación.
El carácter, como concepto psicológico, se ha relacionado más con la psicología filosófica derivada de
Teofrasto, la caracterología francesa de los siglos XVII y XVIII, desligándose de la psicología científica. Personajes literarios como Cervantes o Voltaire se han revelado como excelentes
caracterizadores en las descripciones de sus personajes (Dolcet i Serra, 2006).
Comentario: Ciertamente, da mucho que pensar la idea de que estamos empatizando con nuestro yo futuro, al tener más control y disciplina en nuestro presente, y que esto se correlaciona con nuestra capacidad de empatizar con los demás. Artículos relacionados: