José Manuel García Montes es profesor de la UAL e interviene en el curso de verano 'Trastornos y tratamientos psicológicos. Hacia un nuevo papel de la psicología clínica'.
José Manuel García Montes
© DesconocidoJose Manuel Garcia Montes, profesor de la Universidad de Almería

Artículo publicado en almeria360.com: “Debemos normalizar la esquizofrenia”.
José Manuel García Montes es profesor de la Universidad de Almería e interviene en el curso de verano Trastornos y tratamientos psicológicos. Hacia un nuevo papel de la psicología clínica, con la conferencia Entre el trance y la locura: la esquizofrenia como ventana a lo inefable, donde también hablará de nuevas intervenciones en este tipo de trastornos. En los primeros años de los 70′, el psiquiatra norteamericano Oren Richard Mosher estableció en la ciudad de San Francisco un innovador centro de tratamiento para la esquizofrenia al que bautizó con el vocablo griego Soteria, que significa salvación o liberación. Mosher asumía que el ambiente hospitalario restrictivo y el sobreuso de fármacos no ayuda a una buena recuperación de los pacientes psicóticos por lo que, aplicando principios de comunidad terapéutica, intervenciones ambientales y psicosociales, y circunscribiendo el uso de neurolépticos a dosis bajas y sólo con autorización del paciente, inició un nuevo camino que hoy continúan terapeutas en todo el mundo.

Cuando escuchamos esquizofrenia, en general, sentimos miedo; quizá por su relación con la violencia, quizá por desconocimiento. Si ves las estadísticas no hay relevancia, es decir no hay más delitos cometidos por personas con trastornos psiquiátricos en relación al conjunto de la población. La culpa de eso, si me lo permite, la tienen en parte los periodistas. Cuando alguien mata a otra persona si tiene antecedentes psiquiátricos se pone en la noticia.

¿Qué es la esquizofrenia?

Es un trastorno, no una enfermedad porque todavía no se conocen las causas. Debemos dar un enfoque normalizador de la esquizofrenia, un trastorno, como le digo, que presenta cuatro síntomas: delirios, alucinaciones, conducta desorganizada y síntomas apáticos. Hay síntomas que llevan a otros: por ejemplo, si uno tiene alucinaciones eso puede llevarle a tener una conducta desorganizada pero no siempre tiene por que ocurrir así.

¿Uno puede vivir con normalidad teniendo alucinaciones?

Lo que quiero decir es que hay experiencias vitales que no hay porque encuadrarlas dentro de una óptica psiquiátrica.

Explíquese...

Cuando hablamos de delirios y alucinaciones se trata de experiencias difíciles de distinguir..., digamos de cosas normales. ¿Diríamos, por ejemplo, que Santa Teresa de Jesús pudo tener un trastorno mental? Efectivamente puede ser un problema o no, depende de cómo lo viva, de qué explicación le de cada persona.

¿Quiere usted decir que algunos de los síntomas de la esquizofrenia pueden no llevar al trastorno y que eso depende en parte de la persona?

En los países desarrollados la esquizofrenia tiene peor pronóstico que en los países en vías de desarrollo, donde está más normalizada, donde se acepta mejor. Y la aceptación por parte del entorno es fundamental en el tratamiento porque ayuda a las personas que padecen esos síntomas a estar más en la realidad, en contacto con los otros y también a aceptarse a sí mismo. Cómo nos relacionamos con esas experiencias, que no son racionales ni lógicas pero que son comunes en todos los grupos humanos a lo largo de la historia, es algo cultural y también personal. Tenemos experiencias alucinógenas provocadas, a propósito, a través del consumo de ciertas sustancias, o el misticismo por ejemplo; se trata de experiencias buscadas por el ser humano.

También hay una vinculación entre consumo de drogas y esquizofrenia...

Los datos son claros, sobre todo en el consumo del cannabis. Ahora bien, estas personas tienen mejor pronóstico y suelen remitir mejor frente a las que padecen este trastorno y no son consumidores. El consumo de drogas produce alucinaciones y otros síntomas similares a la esquizofrenia, a veces después de varios días de haberlas tomado. ¿Se puede decir que es esquizofrenia? Creo que se diagnostica demasiado pronto, lo que también tiene como consecuencia un peor pronóstico. Al joven que se fumó un porro hace dos días le dicen: tienes esquizofrenia, y esto puede llevarle a una situación que genere otros síntomas de la esquizofrenia. Bajo mi punto de vista, hay que informar más en estos casos sobre la actuación de ciertas sustancias psicoactivas como el tetrahidrocannabinol (THC) en el organismo.

¿Cómo se puede vivir con alucinaciones, con voces que te hablan?

Hay que hacer un hueco a experiencias que son difíciles de entender desde la razón. La vida, como decía Ortega y Gasset, no puede someterse a la razón sino que es la razón la que debe ser un instrumento para la vida. Hay experiencias que no se pueden entender y es un error intentar dar una explicación racional a algo que no lo tiene. La cuestión es el caso que le hacemos a esas voces: si las incorporamos al mundo de lo real entonces es cuando vamos a tener problemas.

Pero la ciencia sigue buscando respuestas. El grupo de investigación al que usted pertenece, de la Universidad de Almería, acaba de publicar un estudio en una revista científica de prestigio internacional, Journal Of Traumatic Stress. ¿Cuáles son las conclusiones de este trabajo?

Acabamos de publicar un estudio que demuestra que la esquizofrenia está muy vinculada con sucesos traumáticos en la infancia. El porcentaje de pacientes con psicosis (la mayoría esquizofrénicos) que habían sufrido algún tipo de trauma es alto. Concretamente, de 71 pacientes que tomaron parte en la investigación, 32 (un 45,1 %) dicen haber sufrido algún tipo de trauma en su infancia, la gran mayoría abuso físico o sexual. Otro dato interesante es que el impacto del trauma sobre las alucinaciones está mediado por la puesta en práctica de algún tipo de estrategia disociativa por parte de persona.

En el curso de verano hablará de nuevas intervenciones en esquizofrenia, ¿en qué consisten?

Es el paradigma Soteria, que se inició en Estados Unidos y que persigue como objetivo reducir al mínimo el tratamiento con fármacos. Se basa en el acompañamiento al paciente, en la figura del terapeuta como guía que te da apoyo. Es la única terapia que funciona porque aunque actualmente los tratamientos químicos son mejores en cuanto a efectos secundarios, por el contrario dan peor resultados en el tratamiento de los síntomas.