Abortos espontáneos, niños con infecciones en la piel, enfermos renales, son algunos de los problemas que se reportan en el puesto de Atención Primaria de la Salud del asentamiento Comuneros, en Minga Guazú, Alto Paraná. El líder de la comunidad, José Tomás Benítez, afirma que enferman porque la zona está rodeada de plantaciones de soja, donde las fumigaciones son permanentes, y las franjas de protección no son suficientes para protegerlos del veneno.
La responsable del puesto de salud de Comuneros, Zulma González, cuenta que en los dos años que lleva trabajando allí no hubo muertes maternas ni neonatales, pero sí se registraron 12 casos de abortos espontáneos, o sea mujeres que perdieron sus bebés en los primeros meses de gestación. "La verdad que es mucho", reflexiona, y explica que no hay estudios que indiquen las razones.
Igualmente, hay registrados en el puesto de salud dos pacientes renales, un hombre de 40 años y una mujer de 36 años de edad, quienes se están tratando de sus dolencias en hospitales de Asunción.
Paralelamente, los niños de Comuneros tienen permanentes problemas respiratorios e infecciones en la piel. González explica que los pequeños "son de familias de escasos recursos económicos, tienen problemas de desnutrición y por ello las defensas bajas, lo cual los hace más propensos a adquirir permanentes enfermedades y siendo más sensibles a los restos de químicos que llegan hasta la comunidad a través del aire, las veces que se fumigan los sojales vecinos". "El Ministerio de Salud Pública envía leche para los niños con problemas de desnutrición, pero actualmente no tenemos", agrega.
Entre Comuneros y el asentamiento vecino, Primavera, hay actualmente 30 niños con infecciones dérmicas. Según Zulma González, se trata de llagas infectadas parecidas a la escabiosis, pero también similares a las que aparecen como consecuencia de las fumigaciones de sojales. Por esta razón, afirma la enfermera, no puede definir si el mal se debe a fosas sépticas ubicadas cerca de los arroyos donde juegan los pequeños, o al uso de agroquímicos en las plantaciones vecinas. En la web www.agroquímicospy.com , pueden encontrarse testimonios de los padres de pequeños que sufren problemas dérmicos.
En el asentamiento San Ramón, más al Este de Minga Guazú, T.J. y C.C. son cuidadores de una propiedad vecina al río Monday y, del otro lado del cauce, se extiende una parcela en la cual los dueños plantan soja. La pareja tiene dos hijos pequeños y afirman que tienen problemas respiratorios y dérmicos como consecuencia de su permanente exposición a los agroquímicos. Empero, actualmente están más conformes, porque desde hace cuatro años los vecinos utilizan juncos como franjas de protección. Anteriormente, debido a las fumigaciones se les morían sus animales y plantas. "No podíamos tener ni mandioca", dijeron.
Más de un millón de toneladas de agroquímicos al año
Según el Servicio Nacional de Calidad y Salud Vegetal y de Semillas (SENAVE), en el 2014, Paraguay exportó 6.375.029 toneladas de soja, mientras ingresaron al país, 1.456.310,45 toneladas de agroquímicos La Federación Nacional Campesina estima que se emplean 60 millones de litros de agroquímicos por año, en la producción de granos.
En la lista de productos químicos importados por Paraguay, existen varios cuyo uso se prohibió en otros lugares del mundo debido a los peligros que representan para la salud humana y el medio ambiente. Entre ellos, por ejemplo, se encuentran el glifosato, el paraquat, el 2,4-D, el metomil, fipronil, imidacloprid, atrazina y acefato.
El ranking de 50 agroquímicos más importados en el 2014, está encabezado con el Paraquat 42% y sigue con el glifosato en sus distintas presentaciones, según Senave. Más datos sobre importación y exportación de agroquímicos, países en los cuales algunos están prohibidos y los daños que ocasionan a la salud, pueden encontrarse en www.agroquímicospy.com
Protestas de campesinos se resuelven con amenazas
Las denuncias de vecinos enfermos supuestamente como consecuencia de una permanente exposición a los agroquímicos fumigados en campos vecinos, se repiten también en el municipio de Tavapy II, al costado de las tierras que la fundación Francis Perrier arrienda a productores de soja. Tanto allí como en Comuneros, los entrevistados afirman que acudieron al Ministerio Público con los casos, pero no se les prestó atención.
Mariana Núñez, de 67 años, afirma que:
"cuando en Perrier fumigan, el olor llega a nuestras casas. Todos tenemos problemas respiratorios y se mueren nuestras plantas, ya ni las naranjas crecen. Por eso, todas las veces que ellos fumigan, nosotros protestamos. Antes nos poníamos frente a las maquinarias. Muchas veces vinieron policías y nos golpearon, usaron gases lacrimógenos, llevaron vecinos presos. Ahora ellos tienen guardias privados que todo el tiempo nos amenazan y además consiguieron una orden judicial para fumigar con acompañamiento de la fuerza pública".El dirigente de Comuneros, José Benítez, considera "una lucha" la permanente denuncia contaminación con agroquímicos de cauces hídricos y de problemas de salud en comunidades campesinas a raíz de la fumigación de sojales. Afirma que recibe amenazas y represalias por esas denuncias, pero que "todos tenemos derecho a un pedacito de tierra para producir nuestros alimentos. Tenemos derecho a trabajar, a la educación y, entre otros derechos, tenemos derecho a la salud, a un medio ambiente limpio".
Comentario: Así es, estas personas tienen todos esos derechos y el Estado paraguayo (compuesto mayoritariamente de ganaderos y sojeros) no solo los priva de esos derechos sino que es completamente ciego a las necesidades de las personas que viven en el campo. Estas personas, luego de que sus tierras ya no producen, sus animales se mueren y sus hijos se enferman, suelen mudarse a la ciudad en busca de mejores esperanzas, y como en la ciudad las cosas tampoco están muy bien, muchos terminan en cordones marginales o "villas de miseria".
Como ven, los transgénicos no solamente amenazan a la salud y al ambiente, sino que además destruyen la vida de millones de personas en el mundo y alteran socioculturalmente a los países en donde se imponen. ¿Cuánto más necesitamos para decir BASTA a esta atrocidad?
Recomendamos leer también: