Terremoto
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La imagen de Christchurch desde el cielo muestra la amplitud del desastre. El terremoto de este martes en la segunda ciudad de Nueva Zelanda ha dejado 75 muertos, una cifra muy provisional, y sobre todo, 300 personas siguen desaparecidas. Buscarlas se ha convertido en un combate contra el crono.

La ciudad está bajo el toque de queda para evitar saqueos y que la gente ronde cerca de edificios que pueden derrumbarse. Es el caso del Hotel Grand Chancellor. Es un gigante con pies de barro, una torre de 26 pisos que amenazan con venirse abajo lo que, según los expertos, podría provocar un desastroso efecto dominó en los inestables edificios del centro de la ciudad.

Desde muchos lugares llegan especialistas en rescate: Estados Unidos, el Reino Unido, Australia, Taiwán o Japón, un país que no sólo sabe por experiencia propia hacer frente a los seísmo sino que se ha visto golpeado de lleno por éste. Una veintena de japoneses, la mayoría jóvenes estudiantes de inglés, están en la lista de desaparecidos.