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El mundo ha avanzado a una velocidad vertiginosa, el progreso en muchas ocasiones se adelanta tanto a nuestras expectativas que si no le seguimos el paso sentimos la angustia de la obsolescencia. Damos muchas cosas por sentadas y nuestras inmaculadas vidas siguen un curso esquemático guiado por las redes sociales y la inmediatez del conocimiento y sobretodo la capacidad del sistema de proveernos aparentemente de ingentes cantidades de bienes y servicios.

El progreso es incuestionable e infranqueable y nos ufanamos constantemente de nuestra civilidad sin embargo, en los últimos días hemos sido testigos de hechos lamentables en el Medio Oriente que desdicen mucho de nuestro progreso.

Justo cuando habíamos avanzado lo suficiente como para dejar atrás nuestras diferencias en el marco de la democracia, descubrimos que apenas hemos dado pequeños pasos hacia una verdadera evolución, y queda al descubierto los inocultables rasgos de nuestra brutalidad sanguinaria.

A lo largo de la última década hemos visto algunas crisis desatarse como evidencia de nuestra imperfección, los grandes descalabros económicos fueron generados por un entramado especulativo voraz que hoy en día el G20 ha diagnosticado con la intención de impedir futuros capítulos similares.

Sin embargo, una cosa es enfrentar las crisis típicas de una época de economía global y donde las herramientas surgen de la cooperación internacional y otra es enfrentar la monstruosidad de la megalomanía, las dictaduras y la brutalidad primitiva de un hombre que se cree dueño de una nación en pleno siglo XXI

El letargo de las instituciones para enfrentar esta situación es solo justificable bajo la óptica en la cual estas organizaciones no fueron creadas para luchar contra el feudalismo. Es lamentable la tardanza en proveer una respuesta contundente pero eso se debe a que los mismos países que hoy sancionan ayer apoyaron de manera irrestricta al "Líder" que a todas luces hoy es ilegitimo, en demasía excéntrico y absolutamente inhabilitado para conducir a un país a una verdadera modernidad brindando progreso y paz a todos los libios en el marco de una democracia de alternabilidad.

La situación en Libia ha llegado a niveles inaceptables para una sociedad moderna o mejor dicho para todos aquellos que tenemos el más mínimo respeto por la dignidad humana y cada hora que pasa el reclamo de la sociedad civil mundial debe difundirse pidiendo el cese de la violencia y si, ¡La captura de Muammar Al Gaddafi!, basta que los presidentes se amparen bajo la "soberanía", la autodeterminación de los pueblos y algunos hasta en la protección de una legitimidad de la cual carecen para escapar de la justicia internacional, creada exclusivamente para detener y erradicar los desmanes de genocidas y autócratas que se hacen con el control de un país para conducirlo como feudo.

Algunos analistas internacionales y abiertamente defensores del régimen de Gaddafi, aducen que Libia es el país con más alto poder adquisitivo del norte de África, siendo así entonces tendríamos que preguntarnos que la vergonzosa lógica de estos, es que "La riqueza de un país y la capacidad de un presidente en distribuirla es patente de corso para controle a una nación como su propiedad y que además de eso pretenda permanecer en el gobierno hasta su último aliento" sencillamente inaceptable a sabiendas que los clanes faraónicos fueron dejados atrás hace siglos.

Todos los expertos, observadores, los de izquierda y derecha deben comprender que la lucha en Libia va más allá de su petróleo o lo pactado entre Gaddafi y sus ahora cómplices. Lo que ocurre en Libia es un proceso muchísimo mas denso basado en la complejidad de las relaciones humanas esenciales, que de forma natural se rebelan contra la represión en su continua necesidad por el cambio, pero por sobre todo la libertad que en esencia es el motor que ha movido a la humanidad a través de los grandes saltos que hemos dado hacia las mejoras por una sociedad más justa y estable.

Quizás el resto del mundo acceda al chantaje y la actitud mafiosa, cínica y extorsiva de Gaddafi y le permitan permanecer en el poder y garantizar un exilio dorado a cambio de todas aquellos pactos oscuros que ha logrado recaudar durante más de cuarenta años parasitando en las cúpulas del poder Libio y de espaldas al mundo civilizado... pero nadie querrá estar en sus zapatos si es capturado por eso iracundos rebeldes envalentonados.

Lo que si patente es que el pueblo Libio se contagio de la más hermosa enfermedad que ser humano alguno pueda tener y es que han saboreado la libertad y el sentido de pertenencia de sus propios destinos... en un romance idílico e imperturbable entre el deseo de libertad y la ira provocada por la represión y la muerte,

El régimen conducido por Gaddafi podrá gastar todas sus municiones y bombardear todos los pueblos y destruir toda Libia en su obcecada adicción al poder llevando a la muerte a miles, pero jamás podrá penetrar la fe y la convicción de millones que han decidido revertir el status quo. No sabemos qué ocurrirá con Libia en los años por venir ni que capacidad tendrá el pueblo de darse un gobierno digno de esta era con los valores supremos de la decencia humana requeridos y de respeto a la compleja configuración idiosincrática y religiosa de esa zona del mundo, lo que es irrefutable es que esa nación cambió para siempre el 17 de febrero.

Ante el resto de la humanidad está la opción de detener las graves violaciones que a esta misma hora se comenten en Libia, hemos sido testigos de una matanza indiscriminada por demasiado tiempo con la excusa mediática de "La guerra civil". Un gobierno que es capaz de aplastar a sus propios ciudadanos de una forma tan brutal y despiadada no solo merece las sanciones más duras, sino las acciones más contundentes... la posibilidad de dialogo fue descartada por el propio Gaddafi al momento de ordenar el bombardeo sobre zona civil.

La lentitud del sistema internacional ha sido imperdonable y ahora un paralelismo surrealista rodea toda la situación del Medio Oriente... cientos aun mueren por la Libertad y en rebeldía mientras que otros son testigos silentes de lo que ocurre con actualizaciones en tiempo real desde nuestro Ipad en la comodidad de nuestras casas. ¡Menuda tragedia la nuestra!