"Aunque voté por Jill Stein, sentí un alivio palpable al oír hablar de la derrota de Clinton por parte de Trump. Toda esta elección debería haber sido un referéndum sobre: "¿Debemos ir a la guerra con Putin?" La idea de que Clinton, decidida a forzar un enfrentamiento con Rusia, era "el mal menor" es una locura. Trump, por más odioso que fuera, era el candidato de la paz.
Aquellos que continuaron apoyando a Clinton después de que anunciara su apoyo a una zona de exclusión aérea en Siria -un acto de guerra contra Rusia- deberían avergonzarse de sí mismos. Es un acto de suicidio colectivo. La Izquierda radical -Noam Chomsky, Naomi Klein, Michael Moore, el posterior Tom Hayden, etc. - apoyaba a la Dra. Strangelove, mientras hablaban de lo peligroso que es Trump. La izquierda trató el plan de guerra de Clinton como un asunto que no era un problema o, en el peor de los casos, era poco importante.
Ésta es una izquierda que está paralizada por sus apegos emocionales al Partido Demócrata, por sus fantasías colectivas como moldeadas por la prensa corporativa. Cierto, Trump es un comodín, pero Hillary Clinton Strangelove estaba ansiosa por atacar a Rusia y tenía el apoyo del establishment de ambos partidos. Llamarla "el mal menor" muestra una profunda confusión de la izquierda en América, si no un deseo de muerte colectiva."
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