Desde el "pienso, luego existo" de René Descartes ha llovido mucho, y sin embargo su manera de entender el ser humano parece haberse aferrado a la historia del pensamiento. El planteamiento cuerpo - mente que Descartes ayudó a proyectar hacia la Edad de la Razón ha creado una tradición dualista muy fértil en la que han participado tanto la psicología como la neurociencia. Hoy sigue siendo habitual establecer una distinción entre cerebro y cuerpo, al menos a la hora de explicar la cognición y el carácter pensante del ser humano.
cerebro
Embodied Cognition o pensar con el cuerpo

De ahí que en algunas líneas de investigación se intente buscar en el interior del cráneo las causas primordiales del comportamiento humano apelando a componentes neurales cada vez más pequeños en una progresión infinita que suele denominarse reduccionismo.

Sin embargo, a esta concepción cerebrocentrista del pensamiento le ha salido una rival. La idea de embodied cognition, que se podría traducir como "cognición en el cuerpo" o "pensar con el cuerpo", pone el énfasis en la coexistiencia entre cognición y funciones corporales, dos elementos que se funden y cuya relación va mucho más allá del simple esquema recipiente - contenido.

Rompiendo barreras

Mientras que un modelo dualista abogaría por la separación de funciones entre un ejecutivo central encargado de la cognición y ubicado en el cerebro, y unas vías de entrada y salida de datos aportadas por el cuerpo, las hipótesis surgidas de la embodied cognition recalcan el carácter dialéctico y dinámico que se establece entre muchos componentes del cuerpo (incluyendo aquí el cerebro) a la hora de recordar, juzgar, tomar decisiones, razonar, etc. Desde esta corriente se señala lo poco práctico de distinguir entre un cuerpo que envía y recibe información al cerebro y es agente pasivo mientras el cerebro procesa los datos y un cerebro que es agente pasivo mientras sus órdenes se extienden por el resto del cuerpo y toma las riendas de la situación cuando esta etapa ya ha pasado.

La corriente de la embodied cognition (pensar con el cuerpo) cuenta con experimentos a su favor. En un estudio de la Yale University, por ejemplo, se mostró hasta qué punto la aplicación de criterios irracionales ligados a las percepciones sensoriales más primarias pueden influir en nuestras categorizaciones más abstractas. El experimento se iniciaba pidiendo a los sujetos experimentales que fuesen a un laboratorio ubicado en una cuarta planta. En el ascensor, una investigadora pidió a cada una de las personas que participaban en el estudio que le sujetaran una taza de café mientras ella apuntaba sus nombres. En unos casos, el café era caliente; en otros, contenía hielo. Una vez en el laboratorio, se pidió a cada uno de los participantes que realizasen una descripción del carácter de una persona desconocida. Las personas que sujetaron la taza caliente tendieron a hablar de la persona desconocida como alguien cercano, amistoso y de mayor confianza en comparación con las descripciones del grupo del "café frío" cuyas descripciones apuntaban hacia las características contrarias.

Existen otras muestras sobre cómo disposiciones físicas que teóricamente solo atañen a los receptores corporales en los niveles más primarios afectan a los procesos cognitivos más abstractos, que según la concepción dualista son acaparados por agentes ubicados en la corteza cerebral. Mark Yates está estudiando cómo el simple hecho de mover los ojos crea patrones de respuesta en la generación aleatoria de números: el movimiento de ojos hacia la derecha está asociado a imaginar números mayores, y al revés). Menos recientemente, por ejemplo, contamos las investigaciones de Gordon H. Bower sobre la vinculación entre emociones y memoria.

Más allá del ámbito científico, podríamos hablar sobre cómo el conocimiento popular vincula ciertos hábitos de vida y disposiciones del cuerpo con ciertos estilos cognitivos. También podemos admitir que la idea de la formación de unas u otras categorías abstractas de pensamiento a partir de impresiones sensibles recuerda bastante a David Hume.

Muñecas matrioskas

La perspectiva dualista es amable a la hora de ser pensada, porque distingue entre agentes con tareas muy determinadas que cooperan para obtener resultados. Sin embargo, cualquier muestra de que variables para las cuales el cuerpo debería de ser un parachoques no solo afectan a la cognición, sino que la modulan, es potencialmente herética para esta concepción del hombre.

No solo porque muestra hasta qué punto ambas partes se relacionan, sino porque, de hecho, nos obliga a replantearnos en qué medida es acertado seguir creyendo en la distinción entre unidades perceptivas y racionales. Cualquier explicación del comportamiento humano que necesite apelar a un cerebro que da órdenes unilateralmente está tirando balones fuera acerca de un tema fundamental: ¿quién le da órdenes al cerebro? Who watches the watchmen?