No hay blanco sin negro, no hay felicidad sin tristeza. En cuestión de colores nuestra elección se basa en los gustos, al menos en parte. Sin embargo, cuando hablamos de emociones todo parece menos variable. Rechazamos las que nos producen malestar, abrazamos las que nos producen bienestar. No obstante, sin las unas no habría las otras, al menos no de la misma manera. ¿Serías capaz de valorar la alegría si nunca hubieses tenido la oportunidad de experimentar la tristeza?
niño lobo
Tendemos a escapar de las malas situaciones y, a veces, ni siquiera eso. En ocasiones nos conformamos con sufrir y ser víctimas de circunstancias que creemos que no están de nuestra mano cambiar. Una actitud bastante pasiva que nos hace alejarnos de la responsabilidad de nuestra propia vida. Pero, ya que te sumerges en todas estas experiencias negativas, ¿por qué no apreciar su opuesto?

No hay blanco sin negro

La realidad de por qué nos sumergimos en lo negativo sin ser capaces de abrir los ojos antes lo positivo tiene su origen en las ilusiones y expectativas de lo que consideramos que nos hace felices. Creemos que una vida plena debe estar llena de dicha, en al que no exista la falta de dinero, los despidos, las enfermedades, las relaciones tóxicas...

Huimos de todo esto al igual que lo hacemos de los errores cometidos. Cuando no podemos escapar, nos entristecemos por ello. No estás haciendo lo correcto. Gracias a todo esto sabes apreciar todo lo contrario. La belleza del equilibrio, de la cotidianidad, de la abundancia, de la satisfacción de tus necesidades.

¿Por qué despreciamos lo malo si ello nos permite discernir y hasta llevarnos hasta lo bueno? Si nunca te hubieses equivocado, probablemente hoy sabrías menos de la mitad de lo que conoces. Si jamás te hubiesen mentido, no sabrías valorar el hecho de que no lo hagan, porque no conocerías lo tentadora que puede en algunas ocasiones esa opción. Igualmente, si ningún amigo te hubiese decepcionado, no conocerías hoy lo que es la verdadera amistad...y es que gran parte de nuestro conocimiento nace de los antagonismos.
En lo malo siempre hay algo bueno, en lo feo siempre hay algo bonito. Todo es cuestión de abrir los ojos y ver de verdad.
Es en nuestras relaciones donde más sufrimos, donde más notamos esa necesidad de estar siempre cargados de emociones positivas y nunca de las negativas. Todo ello porque cometemos los errores ya mencionados, aunque en este plano mucho más pronunciados. En las relaciones, ya sea de amistad o de pareja, son nuestras expectativas las que condicionan en gran medida las desilusiones que nos llevamos.

La importancia de ser realistas

Nadie está libre de sufrimiento y esto no es una desgracia. Hay muchas personas negativas en este mundo y muchas circunstancias que te pondrán a prueba. Si no te hubiesen hecho daño, jamás hubieses sabido discernir a aquellas personas verdaderas de las que quieren aprovecharse de ti. Todo lo malo que te ocurra, tiene una parte positiva.

Quizás pienses que detrás de una infidelidad no hay nada bueno, especialmente si es tu pareja la que te engaña con otra persona. Sin embargo, a la larga te darás cuenta de que, viéndolo con perspectiva, ha sido algo positivo para ti: su infidelidad te dio la motivación suficiente para terminar con una relación que ya no tenía nada más que darte.

Igualmente, la experiencia en "relaciones desastrosas" puede haberte dado el bagaje suficiente para que ahora tengas muy claro lo que quieres y lo que no. De hecho una ruptura siempre enseña algo, y es que hay una persona que no era para ti. Además, en estas relaciones también aprenderás cuál es tu tendencia a actuar en situaciones complicadas, esas que afrontas ya con la paciencia agotada.

Sin darnos cuenta, a veces buscamos la propia oscuridad. ¿Cuántas veces has creído que tener cosas te haría feliz?, ¿por qué si no puedes tener hijos ya te sientes condenada?, ¿cuándo fue la última vez que te sentiste una víctima cuando estaba en tus manos no serlo? Las respuestas -en forma de lecciones valiosas- a estas preguntas solo las da el emocionante ejercicio de vivir.
No hay blanco sin negro, no hay nada sino hay algo. La vida se mueve en torno a dos polos opuestos que se atraen.
Todo lo que implique emociones nos marca más. Por eso, tenemos siempre tantos problemas en nuestras relaciones. A veces volcamos nuestras necesidades en los demás: carencias afectivas, miedos, necesidad de que nos hagan felices... Sin embargo, no hay nada de negativo en todo esto. Es a través del dolor y del sufrimiento cuando aprendemos. Solo así podemos crecer como personas. Porque nunca hay blanco sin negro y esto es bueno.