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Los astrónomos encontraron una estrella que probablemente es la más fría en el Universo. Se trata de una enana marrón. La temperatura de la superficie del astro CFBDSIR 1458+10B, que forma parte de un sistema binario de estrellas, alcanza tan sólo 100 grados centígrados.

Este es el punto de ebullición del agua, entonces los autores del descubrimiento explican que la estrella es tan caliente como una taza de café recién hecho. En este caso vale la pena recordar que la temperatura en la superficie del Sol alcanza unos 6.000 grados centígrados. Los científicos no excluyen la posibilidad de que en la atmósfera de este cuerpo celeste pueda haber nubes de agua. El artículo en el que se explica este hallazgo será publicado en la revista Astrophysical Journal.

Las enanas marrones son objetos espaciales que ocupan una posición entre los planetas gigantes y las estrellas, o sea, son objetos subestelares. La masa (y como consecuencia, la gravitación) de una enana marrón no es suficiente para que la presión en su centro alcance los índices con los que se garanticen reacciones continuas de la fusión nuclear, que son "responsables" del brillo de la mayoría de las estrellas. Y a diferencia de los planetas, las enanas marrones pueden convertir el isótopo del deuterio al isótopo de helio en su juventud.

Los autores del trabajo estudiaron el sistema binario CFBDSIR 1458+10 que se encuentra alejado del Sistema Solar a una distancia de unos 75 años luz, que consta de dos enanas marrones, siendo la más fría y la más tenue. Analizando los datos recibidos por el telescopio Keck II ubicado en las islas Hawái y el sistema VLT (Very Large Telescope en inglés) del Observatorio Europeo Austral (ESO) en Chile, los investigadores lograron determinar la distancia entre dos enanas y la temperatura de la más fría de las dos estrellas.

El objeto CFBDSIR 1458+10B asimismo "batió" el récord establecido anteriormente por las enanas ULAS J003402.77 - 005206.7 y ULAS J133553.45+113005.2, cuya temperatura mediana alcanza los 325 grados centígrados. La temperatura de cada una de las estrellas, registradas por el telescopio espacial Spitzer, todavía no fue determinada, porque se necesitan mediciones más precisas.