Un test de laboratorio devela que todas las latas de refresco analizadas, con marcas como Coca Cola o Pepsi, contienen contaminantes hormonales. Otra razón más para desaconsejar el consumo de este tipo de bebidas.
tóxicos sodas
Un test de laboratorio devela que todas las latas de refresco analizadas, con marcas como Coca Cola o Pepsi, contienen contaminantes hormonales. Otra razón más para desaconsejar el consumo de este tipo de bebidas.

El recubrimiento interior de las latas libera pequeñas cantidades de tóxicos que interrumpen el funcionamiento del sistema hormonal , sin que ninguna etiqueta informe de su presencia.

Sabemos que los refrescos no son una alternativa saludable para apagar la sed por su elevado contenido en azúcar. Pero ahora un test de laboratorio añade otro motivo, menos conocido, para evitar este tipo de bebidas: el recubrimiento de las latas libera tóxicos al contenido, que se suman al cóctel de sustancias que, a diario, alteran el funcionamiento correcto del sistema hormonal.

Resultados del test de laboratorio

El Consejo de Consumo Danés THINK Chemicals, autor del estudio, clasifica cada producto en tres categorías según su contenido en tóxicos: la etiqueta verde significa que el producto no entraña peligro, la amarilla implica que tiene algún tóxico hormonal y la roja significa que desaconseja su consumo por su contenido en contaminantes hormonales. Los resultados del presente estudio son los siguientes:

- 8 de las 14 latas analizadas obtienen la etiqueta ROJA: 7 de ellas por contener Bisfenol-A y la otra por contener Bisfenol-F, ambos disruptores endocrinos.

- Las 6 latas restantes obtienen la etiqueta AMARILLA porque contienen la sustancia llamada BADGE (siglas en inglés del Éter diglicidílico del bisfenol-A), sustancia que, por cierto, aparece en todas las latas analizadas.

Las cantidades encontradas de Bisfenol-A, el más conocido de estos tóxicos, varían entre 1,7 y 3,5 microgramos por lata. El contenido de Bisfenol-F encontrado fue de 1,6 microgramos por lata. Estas cantidades se encuentran dentro de los límites legales, excesivamente elevados según la Universidad Técnica de Dinamarca.

El peligro del "efecto cóctel"

Una lata de refresco, por sí sola, no supone un problema. Pero a los científicos les preocupa el llamado "efecto cóctel", es decir, el efecto combinado de la exposición a diversos tóxicos que se encuentran en fuentes muy variadas (alimentos, agua, productos del hogar, cosméticos, etc...).

Ningún experimento puede valorar el efecto sinérgico (el efecto de la mezcla es superior a la suma de efectos de cada tóxico por separado) de la exposición conjunta a una mezcla tan numerosa y variada de tóxicos.

Bisfenol A, bisfenol F y BADGE

Tras años de lucha, hoy ya se reconoce que el Bisfenol A es un tóxico peligroso por sus efectos sobre el sistema endocrino. Los estudios lo relacionan con el cáncer de mama, con daños a la reproducción humana y al sistema inmune.

El bisfenol-A o BPA fue creado a mediados del siglo pasado como hormona sintética con fines farmacéuticos pero los desastrosos resultados de laboratorio desaconsejaron su comercialización. A pesar de los graves efectos que detectaron entonces, sí se comercializó como materia prima para productos de uso diario y en contacto con alimentos, como el policarbonato de biberones o el recubrimiento de latas de conserva.

En la actualidad está incluido en la lista de candidatos del REACH por ser tóxico para la reproducción y, en febrero, Francia solicitará su inclusión en la misma lista por disruptor endocrino.

Se sabe menos acerca del Bisfenol-F y el BADGE, pero las últimas investigaciones demuestran que también pueden tener efectos disruptores del sistema endocrino, como el Bisfenol-A.

La presencia de disruptores endocrinos en latas de refrescos ha hecho que la Agencia de Seguridad Alimentaria de Dinamarca aconseje tanto a mujeres embarazadas como a niñas y niños que eviten productos en este tipo de envases.

¿Qué hacer?

La solución contra los contaminantes hormonales es política.

Este mes de febrero, los estados europeos decidirán si prohíben los disruptores endocrinos en los plaguicidas, lo que redundaría en su prohibición en otros usos, como los envases alimentarios. Es imprescindible que España mantenga su posición en contra de estos tóxicos.