WASHINGTON.- Hubo quienes lo compararon con Barack Obama. Otros, con Obama y George W. Bush. Breitbart News, portal del populismo de derecha, lo defenestró: lo tildó de panqueque y dijo que su discurso había sido "sombrío". Los republicanos en el Congreso cerraron filas detrás de él y lo cubrieron de elogios.
Al menos por una noche, Donald Trump se olvidó del outsider que barrió con todos sus rivales el año anterior y, con un pulido mensaje que leyó de un teleprompter, se entregó al establishment de Washington.
Trump decidió desoír su propio instinto, y escuchó a los generales de su gabinete y los reclamos de los republicanos en el Capitolio: mantendrá y ampliará la presencia militar en Afganistán -la guerra más larga en la historia del país- sin una fecha límite. Desistió así de una retirada y, a la vez, prolongó el statu quo que, como candidato, había prometido sacudir.
"Mi instinto original fue retirarme, e históricamente me gusta seguir mis instintos, pero durante toda mi vida he oído que las decisiones son muy diferentes cuando te sentás detrás del escritorio en el Salón Oval. En otras palabras, cuando sos presidente de los Estados Unidos", afirmó Trump.
Comentario: O más bien: En otras palabras, cuando te informan que como presidente tu labor no es tomar decisiones, sino ser la cara de las relaciones públicas del estado profundo. Si no le gusta el trato, puede sufrir interminables ataque políticos y mediáticos hasta que aprenda a acatar órdenes (como le ha ocurrido a Trump), o puede resistirse y terminar por dejar el cargo o compartir la misma suerte de John F. Kennedy.
Fue una de las pocas veces en las que Trump reconoció un cambio de postura sobre un tema, y un brutal reconocimiento de las limitaciones que ha encontrado como presidente para impulsar la agenda populista que vendió en la campaña. Antaño, había dicho que había que salir de Afganistán cuanto antes.
"No vamos a reconstruir naciones de nuevo. Vamos a matar terroristas", definió en su mensaje. "Lucharemos para ganar. A partir de ahora, la victoria tendrá una definición clara: atacar a nuestros enemigos, aniquilar a Estado Islámico, aplastar a Al-Qaeda, impedir que los talibanes se apoderen de Afganistán y detener los ataques terroristas masivos contra Estados Unidos antes de que surjan", insistió luego.
Comentario: Si la labor que han hecho en Siria sirve como indicador, entonces vamos a ver el recrudecimiento del desastre humanitario de Afganistán.
Trump esquivó los detalles. No dijo cuántas tropas enviará a Afganistán, pero sí dejó en claro que los soldados se quedarán todo el tiempo que haga falta y que los días de "construir democracias" se terminaron. Los primeros refuerzos llegarán en días o semanas, dijo ayer el comandante para el Medio Oriente, el general Joseph Votel.
La doctrina desplegada por Trump, que bautizó "realismo de principios", fue recibida con beneplácito por el ala tradicional del Partido Republicano, la cúpula oficialista en el Congreso y los llamados "neoconservadores". Por el contrario, fue denostado por quienes se enamoraron del perfil populista que elevó a Trump durante la campaña.
"Pensé que íbamos a drenar el pantano en Washington, no despejar el desierto en Afganistán", ironizó Laura Ingraham, periodista y escritora, y una de las figuras más influyentes del espectro mediático conservador. Ann Coulter, resonante voz de la ultraderecha y una de las más tempranas simpatizantes de Trump, volcó toda su frustración en Twitter: "No importa por quién se vote. Siempre gana el complejo industrial militar".
Breitbart News, ahora de nuevo en manos de Stephen Bannon, el ex estratega presidencial despedido la semana anterior, que se opuso a enviar más tropas a Afganistán, fustigó el discurso de Trump con un título que cerró con pronóstico inequívoco: "Guerra ilimitada".
Comentario: Si Bannon dejó el cargo por su desacuerdo con el asunto de Afganistán, entonces tenemos que reconocer que es un hombre más sensato y con principios más sólidos de lo que pensábamos. Vea: Con la salida de Stephen Bannon agoniza el proyecto de "hacer grande a América nuevamente"
Pero el establishment republicano en Washington no tardó en respaldar al presidente.
"Creo que lo que escuché esta noche por primera vez, lo que escuché, es una nueva estrategia de Trump, o doctrina, por decirlo de algún modo. Un realismo de principios, según la describió", dijo Paul Ryan, presidente de la Cámara de Representantes, complacido con el discurso.
Comentario: Pueden llamarlo como quieran. Nosotros le llamamos guerra imperial, que es lo que ha practicado EEUU desde la Segunda Guerra Mundial. No hay nada nuevo bajo el sol.
Dos figuras del Senado con perfil de "halcones", Lindsey Graham y John McCain, afectos a criticar a Trump, le dieron esta vez un franco apoyo. Lo mismo hizo Marco Rubio, uno de sus rivales en las internas presidenciales. Una excepción: el senador libertario, Rand Paul.
"Estoy orgulloso de que el presidente Trump tomó una decisión de seguridad nacional, no una decisión política. Estoy orgulloso de que haya escuchado a los generales, y estoy muy orgulloso de que mostró su voluntad de enfrentarse al islam radical", dijo Graham.
McCain dijo que era "especialmente importante" que Trump no se haya comprometido a una fecha de salida, como sí había hecho Obama. Otros se preocuparon por advertir que esa definición implicaba que la guerra más larga en la historia del país se extenderá, ahora, indefinidamente.
Comentario: Lo hemos dicho muchas veces y lo repetimos ahora: el presidente de Estados Unidos no está a cargo. Es el estado profundo, es decir los burócratas de carrera, junto con los grupos de cabildeo y el complejo militar industrial, quien dicta las órdenes.
La única diferencia entre Trump y sus antecesores es que él era un "fuereño" de la clase política de Washington, y por lo mismo intentó resisitirse a la agenda del establishment. Lo intentó, pero ahora está claro que fracasó.
Es interesanto que esta vuelta en "U" en relación a Afganistán viene justo después de una nueva ofensiva contra Trump en la que absurdamente se le acusa de simpatizante neonazi y se le culpa por la violencia en Charlottesville y otras ciudades de su país.