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La vitamina C o ácido ascórbico es un derivado de la glucosa pero que el ser humano no puede sintetizar y debe aportarse a través de la dieta, principalmente a través de frutas frescas y verduras (fresas, grosellas, cítricos, pimiento, brócoli, perejil ,nabo,...). Otras especies animales disponen una vía metabólica para transformar la glucosa en vitamina C pero el hombre carece de una enzima clave en este proceso.

La importancia de la Vitamina C se basa en su poder óxido-reductor.

El oxígeno es un elemento imprescindible para la gran mayoría de los seres vivos complejos de la Tierra pero, a su vez, es una molécula altamente reactiva. La paradoja del oxígeno es que siendo una sustancia necesaria para la vida, de forma natural se producen subproductos de su metabolismo (radicales libres, peróxidos,...) que dañan a las células. Es por ello que las células disponen de enzimas y sustancias antioxidantes que de forma conjunta previenen de este daño oxidativo sobre el ADN (mutaciones, cáncer,...), proteínas (inhibición de enzimas, degradación,...) y lípidos (afectación de membranas celulares,...).

El ácido ascórbico (vit. C) es un fuerte agente reductor en soluciones acuosas (actuando tanto dentro como fuera de las células), se oxida fácilmente y se descompone e inactiva rápidamente. De esta forma actúa como antioxidante en sí mismo, reaccionando con los radicales libres potencialmente peligrosos o regenera otros antioxidantes que han sido usados en esta función protectora (como la vitamina E, que trabaja en las partes grasas de las células).
Las funciones que lleva a cabo la vitamina C están basadas en este poder óxido-reductor, actuando como reductor para varias enzimas, proteínas y otros elementos como el hierro.
La vitamina C es un suplemento popular pero también controvertido. Alcanzó la fama de forma rápida ya que en 1960 el dos veces ganador del Premio Nobel, el Dr. Linus Pauling afirmó que la vitamina C en dosis elevadas (de 20 a 30 gr. al día) disponía de efectos prácticamente "milagrosos" para tratar efectivamente desde el cáncer al resfriado común.

Investigaciones posteriores trataron de rechazar estas afirmaciones y apareció un movimiento en contra de esta vitamina. Basándose en análisis de sangre, afirmaban que no eran necesarias cantidades superiores a 200 mg diarios ya que a partir de estas dosis, la cantidad en sangre no aumenta y los riñones segregan el exceso.

Estas investigaciones fueron defectuosas pues no se evaluaron los incrementos de esta vitamina en los tejidos (y no en sangre) ni se tuvo en consideración si existían carencias previas.

La investigación científica actual constata los beneficios de la suplementación con vitamina C con lo que no ha disminuido el entusiasmo por este nutriente esencial. Se recomiendan dosis muy variables, de 1 a 6 gr. habitualmente pero que pueden llegar hasta los 30 gr. diarios, teniendo en cuenta únicamente que debe reducirse la dosis si aparecen diarreas o calambres estomacales.

Funciones de la Vitamina C

Las funciones que desempeña la vitamina C en el cuerpo humano derivan de sus propiedades de oxido-reducción, siendo imprescindible en varias reacciones enzimáticas de gran importancia.

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Actúa como agente reductor de tres enzimas distintas que participan de la correcta formación del colágeno, permitiendo la acción enzimática para la hidroxilación de la lisina y la prolina y por tanto, consiguiendo un colágeno con estructura en triple hélice.

Esta vitamina es esencial para nuestros tejidos conectivos, para el desarrollo de tendones, ligamentos, cartílagos y huesos y para su regeneración(tendinopatías, tendinitis, consolidación de fracturas, esguinces, roturas fibrilares, sangrado de encías,...).

Desde épocas antiguas, las personas privadas de frutas y verduras (principalmente marineros) desarrollaban una enfermedad, el escorbuto, resultado de la privación de vitamina C (ácido ascórbico) que se manifestaba en la debilidad del tejido conectivo (heridas que no se cierran, encías sangrantes, moratones,...). Se combatió con el consumo de cítricos (limas especialmente) y por eso perdura hasta nuestros días la creencia que los cítricos son los únicos alimentos que contienen vitamina C.

Actúa donando protones en dos enzimas necesarias para la síntesis de carnitina, sustancia necesaria para la obtención de energía a través de la quema de grasas en las células.

Participa en la biosíntesis de noradrenalina a través de enzimas indispensables para la formación de dopamina (desde tirosina) y su paso a noradrenalina.

La noradrenalina es una hormona (y neurotransmisor) que actúa en la reacción temprana para adaptar al cuerpo frente cualquier alteración o estrés. Su objetivo final es distribuir la energía corporal entre los distintos tejidos para poder llevar a cabo una reacción efectiva contra cualquier agente que altere nuestro normal funcionamiento.

Esta función, conjuntamente a la síntesis de carnitina, dota a la vitamina C de propiedades tonificantes.

Participa en la conversión de triptófano a 5-HTP y de éste a serotonina (5-HT) actuando sobre las enzimas que permiten estas reacciones.

La serotonina es una hormona (y neurotransmisor) relacionada con el placer y con la correcta modulación del sistema nervioso y de la reacción de estrés.

Además de trabajar sobre estas reacciones enzimáticas descritas, la vitamina C cumple otras funciones derivadas de su papel como anti-oxidante.

Reduce el hierro a su estado ferroso, permitiendo su absorción intestinal y su almacenamiento hepático, con lo que desempeña una función antianémica.

Mejora la motilidad y morfología de los espermatozoides, con lo que puede ser útil para problemas de fertilidad. Su acción descrita sbre la síntesis de carnitina tiene influencia sobre la testosterona y puede ser también útil para problemas de impotencia.

Previene enfermedades del ojo, como las cataratas y la degeneración macular. Varios estudios observacionales indican una menor incidencia de esta patología en personas con altas ingestas de vitamina C.

También está implicada en la salud del sistema cardiovascular, los riñones y el sistema respiratorio por su papel crucial como potente antioxidante.

Protege contra el daño de la pared de los vasos sanguíneos ya que colabora en la prevención de la oxidación de los lípidos de la pared vascular (y adhesión de colesterol que concluye en el desarrollo de la arterioesclerosis). Previene y reduce el daño sobre el músculo cardíaco en ataques al corazón y otras patologías del sistema cardio-vascular.

También previene del daño endotelial en los vasos por acúmulo de homocisteína.

La vitamina C mejora la capacidad de vasodilatación de las arterias y puede reducir la tensión arterial (alrededor de un 10% según indican los estudios).

Su acción sobre la pared vascular de los vasos sanguíneos previene y mejora los síntomas de piernas cansadas, varices y hemorroides.

El daño en la pared vascular de los vasos sanguíneos de la célula renal está relacionada con una mala filtración. Previene la alteración y daño renal por alteración de la filtración.

El papel de la vitamina C sobre el sistema respiratorio ha sido objeto de debate durante décadas. Actualmente los estudios muestran que la vitamina C tiene un papel importante sobre este sistema ya que forma una parte importante del sistema inmune (sistema inmune común de mucosas o CMIS).

La vitamina C estimula el sistema inmune y colabora en la resolución de infecciones. En referencia al sistema inmune, también combate microbios, dispone de propiedades antihistamínicas, reduciendo la reacción alérgica y existe un evidencia preliminar que puede reducir la velocidad de progresión del VIH.

La vitamina C aumenta la rapidez en la resolución en infecciones en el tracto respiratorio.

Mejora la función inmune reduciendo el estrés oxidativo y el daño en las células defensivas, alargando su tiempo medio de vida y reforzando su función inmunitaria. Esto se corresponde con una caída en sangre de vitamina C durante las infecciones, siendo necesaria la suplementación con vitamina C.

Los estudios muestran su eficacia también en infecciones bacterianas (útil en casos de infecciones de orina, cistitis,...).

Tiene propiedades antialérgicas ya que actúa sobre la histamina y mejora particularmente el asma. Se han observados déficits de vitamina C en pacientes asmáticos crónicos adultos.

Estudios preliminares vincularon dosis masivas de vitamina C con progresiones más lentas del SIDA.

Como antioxidante, protege de los radicales libres y del posterior daño en el ADN y la posible proliferación celular. Esta propiedad genera gran controversia y existen pocos estudios sobre ello con lo que no puede referirse a la vitamina C como un tratamiento comprobado para el cáncer.

Algunos estudios han mostrado que pacientes con tipos de cáncer catalogados como "incurables" tratados con altas dosis diarias de vitamina C sobrevivieron más tiempo en promedio que los grupos de control sin tratar.

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