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Aunque una multa de 560 millones de euros es un mal trago para cualquiera, Berlusconi sobrevivirá. Gracias a que el tribunal de apelación ha rebajado la cuantía desde los casi 800 millones iniciales, le bastará con romper la hucha. Fininvest, su holding, dispone de líquido por unos 700 millones. Es lo que queda de los mil millones obtenidos en el 2005 por la salida a bolsa del 16,6 % de la parte audiovisual del grupo (Mediaset).

Sin embargo, la multa llega en un año en el que Mediaset ha perdido un 30 % de su valor en bolsa, y Endemol, la productora que creó esa celebración del berlusconismo que es el programa Gran Hermano, arrastra una escalofriante deuda de dos mil millones de euros. De las empresas de Berlusconi solo le ha dado una alegría este año la que menos se esperaba: el Milan ha ganado la Liga italiana.

Mal momento, justo cuando empezaba a pensar en la jubilación. Contra lo que se dice una y otra vez confundiendo el deseo con la realidad, Il Cavaliere todavía cuenta con un electorado importante (en torno al 29 %, según un sondeo de hace unos días, por delante de su rival de centroizquierda, el Partido Democrático). Pero el peso de los procesos y de la edad empiezan a hacer mella, y Berlusconi medita ya el después de Berlusconi.

Ahí es donde encaja el nombramiento de Angelino Alfano como su sucesor y candidato para las elecciones del 2013. Alfano ha sido el abogado de Berlusconi disfrazado de ministro de Justicia, y podría seguir haciendo «leyes personalizadas» a favor de Il Cavaliere, que las va a necesitar y mucho porque en sus próximos procesos ya no se juega solo los dineros, sino también la cárcel.

Al preferir a Alfano, Berlusconi también se anticipa al futuro mapa político, en el que su partido va a necesitar, además de la Liga Norte, a la Democracia Cristiana (DC). Alfano, que empezó su carrera en Sicilia vinculado a la DC (y según algunos también al capo mafioso Croce Napoli), sería un buen cebo para los católicos. El problema es que, eligiendo a su ministro de Justicia, Berlusconi ha cortado las alas a su ministro de Economía, el ambicioso Tremonti, que ha empezado a rebelarse y a causar problemas, lo que apunta, quizá, a que se avecina una crisis de Gobierno.

Todo esto en medio de una tormenta financiera en Italia. El posberlusconismo todavía no ha empezado y ya parece casi peor que el berlusconismo.