Traducido por el equipo de Sott.net

Basándose en el modelo del bitcoin, los bancos centrales están planeando generar sus propias "monedas digitales". Eliminando cualquier tipo de privacidad restante, garantizando un control total sobre cada transacción e incluso limitando en qué puede gastar su dinero la gente corriente.
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Desde el momento en que el bitcoin y otras criptodivisas surgieron por primera vez, vendidas como un medio de intercambio independiente y alternativo fuera del statu quo financiero, era sólo cuestión de tiempo que la nueva alternativa fuera absorbida, modificada y redistribuida al servicio del Estado.

Aparecen las "monedas digitales de los bancos centrales": la respuesta oficialista al bitcoin.

Para aquellos que nunca han oído hablar de ellas, las "monedas digitales de los bancos centrales" (CBDC) son exactamente lo que parecen, versiones digitalizadas de la libra/dólar/euro, etc., emitidas por los bancos centrales.

Como el bitcoin (y otras criptos), las CBDC serían totalmente digitales, lo que fomentaría la actual guerra contra el efectivo. Sin embargo, a diferencia de las criptomonedas, no tendrían ningún tipo de cifrado que preservara el anonimato. De hecho, serían totalmente lo contrario, acabando potencialmente con la idea misma de privacidad financiera.

Puede que no hayas oído hablar mucho de los planes de las CBDC, perdidos como están en la maraña de la "pandemia" en curso, pero la campaña está ahí, avanzando en las últimas páginas desde hace meses. Hoy mismo, Reuters y el Financial Times han publicado artículos al respecto. Es una estafa larga y lenta, pero una estafa al fin y al cabo.

Los países en los que la idea ha progresado más son China y Reino Unido. El yuan digital chino lleva en desarrollo desde 2014, y es objeto de pruebas continuas y generalizadas. El Reino Unido aún no está cerca de esa fase, pero el canciller Rishi Sunak está impulsando con entusiasmo una libra digital que la prensa llama "Britcoin".

Otros países, como Nueva Zelanda, Australia, Sudáfrica y Malasia, no se quedan atrás.

Estados Unidos también está investigando la idea, y Jerome Powell, jefe de la Reserva Federal, ha anunciado la publicación de un informe detallado sobre el "dólar digital" en un futuro próximo.

Las propuestas sobre cómo podrían funcionar estas CBDC deberían ser suficientes para hacer saltar las alarmas incluso en las mentes más confiadas.

A la mayoría de la gente no le gustaría la idea de que el gobierno controle "todo el gasto en tiempo real", pero eso no es lo peor.

La idea más peligrosa, con diferencia, es que cualquier moneda digital futura sea "programable". Lo que significa que las personas que emiten el dinero tendrían el poder de controlar cómo se gasta.

Esto no es una interpretación ni una "teoría de la conspiración", basta con escuchar a Agustín Carstens, director del Banco Internacional de Pagos, hablando a principios de este año:


Aquí está la cita de nuevo, con un poco de énfasis añadido:
La diferencia clave [con las CBDC] es que el banco central tendría un control absoluto sobre las normas y reglamentos que determinarán el uso de esa expresión de la responsabilidad del banco central, y la tecnología para hacerla cumplir".
... Lo que te dice no sólo que quieren y buscan este poder, sino cómo se lo justifican a sí mismos. Transforman el dinero de los demás en una "expresión de su responsabilidad", y por eso consideran que es justo que lo controlen.

Un artículo del Telegraph de junio era igual de sincero [énfasis nuestro]:
El dinero digital podría programarse para garantizar que sólo se gasta en lo esencial, o en bienes que un empleador o el Gobierno consideren sensatos.
El artículo continúa citando a Tom Mutton, director del Banco de Inglaterra:
Se podría introducir la programabilidad [...] Podría haber algunos resultados socialmente beneficiosos, evitando la actividad que se considere socialmente perjudicial de alguna manera.
¿Gobiernos y empresarios asegurándose de que el dinero que emitan sólo puede utilizarse en cosas "sensatas" y no de forma "socialmente perjudicial"? No hace falta mucha imaginación para ver cómo este sistema podría evolucionar y reconvertir la sociedad en una auténtica pesadilla distópica.

En China, el proceso ya está empezando, con una falta de sutileza característica. A medida que avanzan hacia el lanzamiento de su moneda digital, están prohibiendo todas las criptodivisas para eliminar la competencia y ya se sabe que el yuan digital será programable.

El enfoque de Occidente será probablemente menos directo, pero no por ello menos controlador.

El Britcoin se programará probablemente sólo en "circunstancias especiales". Empezando, como dice el Telegraph, por las prestaciones estatales. Se marcarán para que se gasten sólo en "lo esencial" (por supuesto, si se implanta la Renta Básica Universal, es posible que la mayoría de la gente acabe recibiendo "prestaciones estatales").

Tampoco es difícil ver el dinero programable alimentando la narrativa de "proteger el NHS (Servicio Nacional de Salud)", donde la gente no puede gastar el dinero del Estado en azúcar, cigarrillos o alcohol. O se controla el salario y el gasto de las personas que están en lista de espera de órganos o a las que se les han diagnosticado determinadas enfermedades.

Sin embargo, la naturaleza de la tiranía británica es no oficial. Así que el gobierno del Reino Unido hará un gran espectáculo por renunciar a su propio poder para programar el dinero, contrastando así positivamente con China... pero al mismo tiempo no tomará ninguna medida para evitar que las grandes empresas "programen" los salarios que emiten.

Así, mientras el Estado controla el yuan digital en China, la libra digital estará sujeta al control corporativo y se utilizará para imponer la tácita asociación entre el Estado y las empresas que define el verdadero fascismo.

Es probable que comience de formas pequeñas y predecibles diseñadas para "limitar la competencia". McDonald's, por ejemplo, hará imposible gastar su salario en Burger King, y viceversa. Coca-Cola y Pepsi. Starbucks y Costa. Ya os hacéis una idea.

Hemos sido testigos del auge de la cultura de la cancelación, de la era centrada en las políticas de identidad y de los signos de virtud. Bien, imagina cómo encaja la moneda programable en todo esto. Las empresas podrían comprometerse a "combatir el odio", y evitar que sus empleados donen dinero a partidos políticos, grupos religiosos, organizaciones benéficas o individuos incluidos en la lista negra.

En la era de la Covid hemos visto cómo los autores/actores/cantantes que se salen de la línea son objeto de una envenenada caza de brujas, pero imaginemos un mundo en el que las empresas pudieran "prescindir de los que difunden información errónea", haciendo imposible gastar los sueldos que cobran los críticos abiertos del gobierno por arte/películas/música/libros.

Tal vez las empresas hagan que los empleados que no están vacunados tengan más limitaciones en sus salarios que los vacunados. Tal vez un sueldo sin vacunar no pueda gastarse en cines o clubes nocturnos, para "detener la propagación del virus".

John Cunliffe, subdirector del Banco de Inglaterra, declaró al Telegraph:
Se podría pensar en contratos inteligentes en los que el dinero se programaría para ser liberado sólo si ocurre algo.
Así que tal vez los empleadores supriman por completo la posibilidad de elegir, y hagan que una prueba negativa o un refuerzo de la vacuna sea requisito previo para desbloquear tu salario. Esto podría aplicarse a todo tipo de comportamientos en el futuro.

El Foro Económico Mundial tiene una clara visión del futuro en el que la gente "no posee nada y es feliz"; si se combina esto con una prolongada guerra contra la propiedad de la vivienda, podría verse a empresarios y gobiernos emitiendo dinero para gastar en alquileres, pero no en hipotecas.

Ahora imagina el naciente "Nuevo Pacto Verde". Límites estrictos a la cantidad de dinero que se puede gastar en gasolina, plástico o carne.

Sólo X dólares en vuelos al año. Sólo Y libras en carne. Todo por el bien del planeta.

El dinero dejará de ser una expresión de independencia para convertirse en un sistema de vales operado completamente al antojo de los monolitos corporativos.

Una moneda digital programable tendría, codificada en ella, la capacidad de controlar toda nuestra sociedad. Y parece que es hacia donde se dirige La Nueva Normalidad.