Traducido por el equipo de Sott.netEn EEUU, el noroeste de Europa y el resto del mundo anglosajón, la gente culpa mayoritariamente a Rusia de la guerra en Ucrania. Lo que podría decirse que no es sorprendente.
Sin embargo, las encuestas muestran que la opinión pública en otros lugares está mucho más dividida. Como señalé en un
artículo de Substack en junio, hay incluso países en Europa donde un gran porcentaje de personas culpan de la guerra a EEUU o a la OTAN.
Entre ellos están el tradicional aliado de Rusia, Serbia, otros tres países cristianos ortodoxos (Grecia, Chipre y Bulgaria) y dos países que dependen en gran medida de la energía rusa (Eslovaquia y Hungría).
Vale, pero todos estos países tienen vínculos relativamente estrechos con Rusia, ya sean militares, religiosos o económicos. ¿Qué pasa con la gente de otras partes del mundo, que podría considerarse más imparcial?
A principios de este año, YouGov
encuestó a personas de 14 países árabes para el sitio web
Arab News. Descubrieron que más encuestados culpaban a EEUU o a la OTAN por la guerra que a Rusia.
Respuestas a la pregunta sobre la responsabilidad del conflicto de la encuesta de YouGov para Arab News.
Respuestas a la pregunta sobre la responsabilidad del conflicto de la encuesta de YouGov para
Arab News.
Sin embargo, este resultado viene con una importante advertencia: un alto porcentaje de los encuestados (nada menos que el 42%) dijo que no lo sabía.
Una
encuesta reciente de YouGov arroja más luz sobre el asunto. Se preguntó a los ciudadanos de varios países quién tenía más culpa de la guerra: Occidente o Rusia. El siguiente gráfico muestra los cinco primeros y los cinco últimos países por porcentaje de encuestados que culpan a Rusia.
Respuestas a la pregunta sobre la culpa de la guerra en la reciente encuesta de YouGov.
Curiosamente, los cinco primeros son todos occidentales, mientras que los cinco últimos son todos no occidentales. Y en los cinco últimos, la opinión estaba bastante equilibrada: casi tantos encuestados culparon a Occidente como a Rusia; o en el caso de Indonesia, ligeramente más.
En el caso de Turquía y Egipto los resultados podrían atribuirse a un simple sentimiento antiamericano. Las encuestas
muestran que la mayoría de la gente de esos países tiene una opinión desfavorable de EEUU.
Sin embargo, no puede decirse lo mismo de los otros tres. Una encuesta realizada en 2010
reveló que la mayoría de los indios, y una pluralidad de indonesios, tenía una visión favorable de EEUU. Y una
encuesta realizada el año pasado reveló que casi la mitad de los saudíes consideran que las buenas relaciones con EEUU son importantes.
Obviamente, no se puede decidir quién es el culpable de la guerra mediante encuestas de opinión. Lo que quiero decir es que merece la pena reflexionar sobre las marcadas diferencias entre los países occidentales y no occidentales. ¿Cómo es que los indios, turcos e indonesios han llegado a conclusiones tan diferentes de las de los suecos, británicos y australianos?
Una respuesta es que les han lavado el cerebro con propaganda antioccidental. Pero esto parece difícil de creer. Puede que los turcos tengan una opinión desfavorable de EEUU, pero su país sigue estando en la OTAN, así que deben estar expuestos a puntos de vista tanto pro como antioccidentales. Y hay más indios en Occidente que en Rusia.
Otra posible respuesta es que la gente del Tercer Mundo (que originalmente sólo significaba los países no alineados) aborda la cuestión desde un punto de partida diferente. No parten de la base de que Occidente tiene la razón y no
ven todos los conflictos a través del prisma de la Segunda Guerra Mundial.
Una tercera respuesta es que la mayoría de los no occidentales se opone a las sanciones a Rusia por razones de interés propio, y sus respuestas a la pregunta sobre la culpa son una forma de racionalizarlo.
Cuando la gente de los países "neutrales" cree lo contrario de lo que dicen los gobiernos occidentales, siempre vale la pena preguntarse por qué.
Armagedón está más cerca de lo que se piensa
Paul Craig Roberts
El mundo se enfrenta a una catástrofe y no hay conciencia. Durante años, Stephen Cohen y yo, mientras él aún vivía, advertimos que las provocaciones de Washington a Rusia, incluídas las de sus estados títeres de la OTAN, estaban eqivocadas y eran contraproducentes. Incluso antes de la caída de la Unión Soviética, Gorbachov estaba abierto a que la Unión Soviética se convirtiera en un miembro colaborador de Occidente. La población rusa tenía una actitud favorable hacia Occidente y esperaba con ansias la incorporación de Rusia al mundo occidental. (*) La administración Reagan y el sucesor de Reagan, la administración George HW Bush, estaban abiertos a esta idea. El secretario de Estado del presidente Bush, Jim Baker, afirmó que prometió que no habría movimiento de la OTAN hacia el este hasta las fronteras soviéticas si Gorbachov permitía la reunificación de Alemania, lo que sentó las bases para la libertad del imperio de Europa del Este de la Unión Soviética.
El régimen de Clinton, bajo la influencia de los neoconservadores, violó la palabra de Estados Unidos sobre la base de que era verbal y no escrita y, por lo tanto, no contaba. El régimen de Clinton no solo derrocó a Yugoslavia y la partió en pedazos mientras entregaba una parte histórica de Serbia a los musulmanes, sino que también trasladó a la OTAN a la frontera con Rusia. En el momento del colapso soviético en 1991, Rusia era demasiado débil para hacer algo al respecto, ya que el gobierno de Yeltsin era un títere de Washington.
En la Conferencia de Seguridad de Munich en 2007, Putin, el sucesor de Yeltsin, declaró que Rusia no aceptaba el mundo unipolar de Washington en el que gobernaba Washington, y que Rusia seguiría sus intereses, no los de Washington. La declaración de independencia de Putin fue más o menos ignorada en ese momento, porque Washington estaba involucrado en sus guerras en el Medio Oriente en beneficio de Israel. Pero a medida que pasaba el tiempo, Washington se dio cuenta de que Rusia estaba fuera de la reserva y que había que hacer algo al respecto.
Los Juegos Olímpicos de Sochi brindaron una oportundad. El Kremlin pensó que unas Olimpiadas exitosas organizadas por Rusia impulsarían la posición de Rusia con Occidente. En cambio, los funcionarios estadounidenses, británicos y alemanes boicotearon los Juegos Olímpicos de Sochi, durante los cuales, mientras Putin no prestaba atención, Estados Unidos derrocó al gobierno de Ucrania, amigo de Rusia, que anteriormente formó parte de Rusia durante siglos.
El gobierno nazi y antirruso que Washington instaló en Ucrania comenzó a abusar físicamente de la población rusa de las antiguas provincias rusas que los gobernantes soviéticos habían incorporado a la provincia ucraniana soviética. Crimea, parte de Rusia desde 1700, fue adjuntada a Ucrania por Jruschov en 1956, y el Donbass fue adjuntado a Ucrania por gobernantes soviéticos anteriores. En ese momento, Ucrania y Rusia formaban parte del mismo país, la Unión Soviética.
Washington aseguró la independencia de Ucrania después del colapso soviético en 1991 cuando el presidente Gorbachov fue arrestado por miembros del partido comunista de línea dura que pensaron, correctamente en retrospectiva, que estaba liberalizando demasiado con demasiada rapidez y regalando demasiado a Washington sin garantías exigibles.
Crimea es la ubicación de la base naval rusa del Mar Negro bajo arrendamiento ruso a largo plazo de Ucrania desde la independencia de Ucrania. Putin estaba lo suficientemente alerta para comprender que el nuevo gobierno títere estadounidense en Ucrania cancelaría el contrato de arrendamiento, privando así a Rusia del acceso al Mar Negro y, a través del mar, al Mediterráneo.
La población de Crimea votó en un 97% por la reunificación con Rusia, al igual que los rusos que pueblan el Donbass. Putin aceptó la solicitud de Crimea, pero rechazó la solicitud de Donbass. ¿Cuál fue el motivo de esta decisión de Putin, una decisión que ha llevado a la guerra cada vez más amplia en Ucrania ocho años después?
La mejor explicación es que Putin dejó que la propaganda occidental tomara su decisión. Si Putin recuperara Donbass además de Crimea, que tenía que tomar o perder la base naval de aguas cálidas de Rusia, confirmaría la afirmación de la propaganda occidental de que Putin tenía la intención de restaurar el Imperio Soviético. ¿Por qué Putin pensó que la propaganda occidental debería limitar el comportamiento de Rusia en su propio interés, en lugar de los intereses de Occidente?...ello sugiere un Putin que tiene un pie en Occidente y un pie en el nacionalismo ruso. Los rusos del Donbass sufrían horriblemente a manos de los neonazis ucranianos que Washington había instalado en Kiev. Putin entendió que tenía que hacer algo. El algo que decidió asumiendo la buena voluntad occidental que no existía. A Putin se le ocurrió el “Acuerdo de Minsk”, un esquema para mantener Donbass en Ucrania, pero protegiendo a los residentes con algunas formas de autonomía, como su propia fuerza policial, que ampararía a la población rusa de la persecución neonazi.
Putin consiguió que Ucrania y las repúblicas de Donbass firmaran el acuerdo de Minsk, y consiguió que Alemania y Francia garantizaran el acuerdo. Pero Washington prohibió a Ucrania cumplir con el acuerdo que ya Francia y Alemania habían reconocido .
Putin desperdició ocho años tratando de vender su acuerdo que obviamente nunca tuvo ninguna perspectiva considerando las intenciones obvias de Washington de utilizar a Ucrania para causar el máximo de problemas a Rusia. ¿Por qué Putin no pudo ver esto?
El peligro de la “operación militar limitada” de Putin y su política de lentitud es que le da a Occidente tiempo para reunir sus fuerzas y tomar la iniciativa. A pesar de la “línea roja” de Putin, Estados Unidos y Europa envían armas a Ucrania.
Como no hubo una respuesta rusa efectiva a las provocaciones, a pesar de las "líneas rojas" declaradas, se proporcionó el próximo entrenamiento para las tropas ucranianas. Luego inteligencia e información de objetivos. Luego, armas de mayor distancia que pueden alcanzar objetivos rusos estratégicos. Luego el ataque al puente de Crimea, los oleoductos Nord Stream, y ahora un complot para una bomba sucia, que sirva de excusa para la intervención estadounidense con tropas desplegadas en Rumanía y la destrucción de una presa que destruiría la ciudad rusa de Kherson. y dejar a los soldados de élite de las fuerzas especiales rusas aislados y sujetos a la captura ucraniana, lo que sería una tremenda victoria propagandística para Occidente.
Tal como están las cosas ahora, tenemos una situación en la que el método de guerra de Putin limita sus propias fuerzas y no las de sus enemigos. Los últimos indicios son de que Putin y el alto mando ruso están dispuestos a que la iniciativa quede en manos de sus enemigos occidentales. El Kremlin -sólo- reacciona a los movimientos de su enemigo.
Si Ucrania con EE. UU. y el Reino Unido ayudan a volar la represa Dniper e inundar Kherson, entonces, y solo entonces, tal vez, tal vez, Rusia volará la represa que les ganará la guerra al separar una gran parte de Ucrania de Ucrania. Aparentemente, el Kremlin no ha abordado la cuestión de por qué Rusia acepta bajas y la apariencia de derrotas humillantes cuando Rusia puede ganar fácilmente la guerra en un día.
Las provocaciones de Washington aumentan, y la respuesta de Putin no es una demostración de fuerza, sino un llamado a negociar y ofrecer energía a los enemigos de Rusia en la OTAN. No es de extrañar que Washington intensifique el conflicto.
La falta de acción decisiva por parte de Rusia ha permitido a Washington poner a la humanidad en el camino del Armagedón. Washington y sus títeres de la OTAN han perdido el miedo a Rusia y las provocaciones continuarán. Como Putin no ha defendido ninguna línea roja declarada por Rusia, Washington cree que no tiene ningúna . Putin ni siquiera defiende a Siria, un país que rescató de la conquista de Washington y de los ataques israelíes.
La paciencia es una virtud en un líder, pero muchos en Washington ven la paciencia de Putin como una falta de resolución. Si esta interpretación de la paciencia de Putin resulta ser un error, Washington cruzará una línea roja que nos llevará al período de Armagedón de la historia humana.
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(*) Nosotros mismos lo pudimos comprobar cuándo visitamos la Unión Soviética a principios del verano de 1972. De la visita de Nixon a Moscú no sabíamos nada y nos enteramos, sorprendidos, al ver la foto gigantesca de Nixon colgando de los edificios oficiales. Pero cuando la sorprensa nos apabulló del todo fue cuándo vimos, por primera vez en la historia, la bandera de los Estados Unidos ...¡colgando del Kremlin por la llegada del "camarada" Nixon!. Y, consecuentemente, con las gentes que hablabamos siempre sentíamos unos genuínos deseos de paz y relaciones pacíficas con los USA, y no por alturista romanticismo amoroso, sino por el racional pragmatismo de que ello sería beneficioso para los dos países (Esta experiencia, in situ, nos hizo darnos cuenta del BUF, Brainwashing Under Freedom, que nos habían metido en el equipaje los sátrapas imperialistas). No creemos que hagan falta más comentarios para subrayar y corroborar lo que afirma Paul Craig de que la población rusa tenía una actitud favorable hacia Occidente. Porque la viceversa de que esto mismo hubiése podido ocurrir con la visita de un presidente de la Unión Soviética a los Estados Unidos para ver colgando de la Casa Blanca la bandera con la hoz y el martillo...¡se hace infinitamente inimaginable! Y esto es altamente esclarecedor para ver aquí quíen es quíen
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