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Diferentes estudios realizados por expertos lingüistas como Lambert y Tucker (Québec), entre otros, confirman que el bilingüismo desde edades tempranas, no sólo no es perjudicial para quienes han de aprender a comunicarse en dos o más lenguas (plurilingüismo), sino que muy al contrario, resulta una práctica muy beneficiosa para el desarrollo del cerebro humano.

Entre los 0 y los 3 años, nuestro cerebro está preparado para interiorizar y posteriormente emitir toda clase de sonidos verbales; cuanto mayor sea el número de fonemas que se utilicen a nuestro alrededor, más amplia será nuestra capacidad para pronunciar sonidos diversos y más rica nuestra emisión. Es importante pues, que los interlocutores de nuestros hijos pronuncien correctamente el idioma en que se dirigen a ellos para que así puedan asimilar y posteriormente pronunciar de forma correcta. Hemos de desechar la idea, bastante extendida, de que para hablar con niños pequeños basta con chapurrear un idioma.

Estudios realizados a nivel neurofisiológico confirman que aquellos idiomas que se aprenden cuando el cerebro está más permeable para ello, quedan almacenados en el hemisferio cerebral izquierdo, mientras que los idiomas aprendidos posteriormente por parte de un monolingüe (bilingüismos tardío) se guardan en el hemisferio derecho, junto con aprendizajes de otro tipo, siendo ésta una de las razones por las cuales el bilingüe tardío nunca consigue en el segundo idioma la misma fluidez y naturalidad que en el primero.

Está comprobado también que aquellos individuos que son bilingües desde edades tempranas, poseen después una mayor facilidad para el aprendizaje de de una tercera o cuarta lengua, ya que no piensan en un idioma u otro para luego traducir a la lengua aprendida, sino que poseen una capacidad especial para pensar en una especie de no lengua y expresarse después en el idioma deseado.

De todas las experiencias llevadas a cabo por lingüistas expertos, las que mejores resultados han arrojado han sido aquellas realizadas en lugares donde conviven en un entorno social dos o más lenguas, hecho que facilita el uso común de ambas, y utilizando el sistema de inmersión escolar, es decir, usando exclusivamente el segundo idioma como lengua vehicular en la escuela. Por el contrario, experiencias realizadas con idiomas extranjeros o aquellas en que se han utilizado sistemas en los que la segunda lengua tiene una menor presencia (no inmersión) no han arrojado resultados tan positivos, entre otros motivos, por la falta de ocasiones para practicar un idioma que resulta completamente ajeno a la vida y el entorno de los escolares que lo aprenden.

En esta tierra, tenemos la gran suerte de contar con dos idiomas, castellano y euskara, que aprendidos desde la infancia, podrían aportar a nuestros hijos todos los beneficios mencionados anteriormente. Sin embargo, tenemos la enorme desgracia de tener una clase política, que lejos de velar por garantizar los derechos lingüísticos de los ciudadanos, niega a padres y madres la oportunidad de que sus hijos crezcan en la riqueza cultural que supone el bilingüismo desde edades tempranas. Pero ¿qué podemos esperar de una administración que infravalora el ciclo educativo 0-3 años en su totalidad convirtiéndolo en un servicio meramente asistencial?